miércoles, enero 04, 2017

Turquía, niebla y frío en Navidad


Si leen esto, tengan un muy feliz año nuevo, y espero que las fiestas les hayan sentado tan bien a su espíritu como mal a su cartera. Medio país no se ha enterado de las navidades porque sigue sumido, desde bastante antes, bajo una espesa y gélida niebla que impide ver y vivir, y que hace que todo sea húmedo, torpe y peligroso. Las escenas de cencellada que se repiten día tras día adquieren toda su belleza vistas desde el refugio con una buena calefacción instalada, pero recuerdan que ahí fuera la vida es muy dura. El invierno, que de momento está siendo seco y muy frío, está gritándonos, desde esa niebla, que existe, vaya que sí existe.
 
Invierno virtual, nada de Navidad y año nuevo, es lo que se vive en Turquía. La nochevieja de 2017 ha estado marcada, desgraciadamente, por un nuevo atentado terrorista en Estambul, el último de una larguísima lista de ataques que a lo largo de 2016 han sacudido a Turquía con una frecuencia y fiereza asombrosa a la par que aterradora. Un tirador muy profesional entró en una discoteca de lujo, sita en el lado europeo de la ciudad, a orillas del Bósforo, e hizo uso intenso y eficaz del arma automática que portaba, y de muchos de sus cargadores. Un balance que alcanza los treinta y nueve muertos y cerca de setenta heridos, algunos muy graves, tiñó de luto la fiesta en esa ciudad y, por extensión, en medio mundo, que vivió las celebraciones de año nuevo en medio de enormes medidas de seguridad, con las macetas y bolardos como nuevos acompañantes no deseados de las muchedumbres. Ha sido 2016 un año nefasto para Turquía, cada noticia que llegaba del país era en forma de atentado o desgracia similar, y el golpe de verano y la represión posterior de Erdogan han venido a complicarlo todo aún más. Supongo que para los habitantes de ese país, de mayoría musulmana, para los que la Navidad bien poco representa, desearse un feliz año nuevo sonaría más a sarcasmo que a deseo sincero. En pocos lugares el deseo de que 2016 terminase sería tan intenso como allí, y miren la forma en la que ha comenzado 2017. A los dos días de la matanza los fanáticos islamistas de DAESH se la han atribuido, cosa no muy habitual en ellos en Turquía, y han lanzado la proclama de que habrá más atentados, y más sanguinarios, en respuesta a las acciones del ejército turco contra las posiciones islamistas en Siria. Recordemos que son dos los frentes militares en los que se encuentra embarcado ahora mismo el ejército turco. Uno, llamémoslo interno, es el que mantiene contra los kurdos en el este del país, que se encontraba bastante apaciguado, pero que Erdogan reavivó con fuerza hace un par de años. Este frente también se ha reflejado en forma de atentados en las ciudades turcas, más en Ankara que en Estambul. El otro frente, el externo, es el de la guerra de Siria, en la que Turquía ha jugado a varias barajas hasta que, al parecer, se ha decantado por golpear a los islamistas en su nueva alianza con Rusia. Y eso, tras años de rumoreados y nunca aclarados vínculos con DAESH a lo largo de la porosa frontera turca, ha supuesto que los atentados golpeen Turquís, sobre todo Estambul, con la fiereza a la que acostumbraban en otras localidades de países como Irak o Afganistán. El balance de muertos y heridos, y de pérdidas económicas generadas al turismo, a lo largo del pasado 2016, es demoledor, y arroja a Turquía por una pendiente de violencia, radicalidad y extremismo que, sinceramente, da mucho miedo.
 
Y tanto miedo, o más, produce la respuesta que otorgue Erdogan a todo este escenario. Se ha comprobado tras el golpe, que algunos definen como autogolpe, que nada le impide ya disimilar al autócrata de Ankara sus ambiciones de poder ilimitado. Hoy en día Turquía es ya, de facto, una autocracia, más cercana a la dictadura real que a la democracia formal. En este estado de cosas sigue siendo socia de la OTAN, y mantiene acuerdos trascendentales con la UE, no sólo en el tema de los refugiados, pero también. El deterioro de Turquía a lo largo del año pasado fue uno de los principales problemas que se le abrieron a Europa. En 2017, me temo, ese problema no va a hacer sino ir a más.

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