Quedan menos de dos semanas para
que llegue el viernes 20 de Enero y Donald Trump jure su cargo como cuadragésimo
quinto presidente de los EEUU ante las escaleras del Capitolio, y nada de lo
que antecede a este momento está resultando normal. Es más, desde su sorprendente
elección se suceden escenas y noticas que parecen absurdas, pero que, además,
son graves. La bronca que hay organizada ahora mismo entre los servicios de
seguridad de los EEUU y el futuro presidente resulta asombrosa, inaudita y,
bajo todo punto de vista, incomprensible. Todo el mundo parece haber
enloquecido y ahora mismo Washington es uno de los mayores caos que uno pueda
imaginar.
La NSA, lacia y el FBI, tres
organizaciones enormes, poderosísimas y, según los conspiranoicos oficiales del
planeta, las dueñas del mismo, publicaron
hace pocos días un resumen desclasificado de su informe en el que acusan al
gobierno ruso de estar detrás de una campaña de desestabilización de las pasadas
elecciones de noviembre, campaña cuyo objetivo fundamental era el de
propiciar la victoria de Trump o, al menos, sabotear la campaña de Hillary
Clinton. Estas acciones desestabilizadores serían principalmente ataques cibernéticos
a la seguridad del partido demócrata, mediante la violación de sus servidores y
acceso a sus informaciones confidenciales, y posterior divulgación de las
mismas, todo ello combinado con la siembra de noticas falsas a través de
portales y medios de comunicación afines a Rusia, que luego serían convertidas
en virales por los medios convencionales de todo el mundo. El informe no se
atreve en ningún momento a afirmar que las elecciones, fruto de todas estas
influencias, fueron amañadas, porque sus redactores son conscientes de que no
hay pruebas para afirmar algo tan contundente ni es posible determinar, de
manera precisa, qué efecto han tenido estos ardides en el votante, pero siembra
una sombra de sospecha que, como mínimo, intranquiliza y da mucho que pensar.
Es una ingenuidad supina escandalizarse ahora porque hemos descubierto que los rusos
espían y manipulan, al igual que lo hacen los americanos y el resto de
servicios de espionaje del mundo, de hecho, para eso se crean y trabajan cada día.
Lo novedoso es que la hiperpotencia global admite que uno de sus rivales, no tengo
claro si el más fuerte y peligroso, ha logrado penetrar en sus sistemas e
influirlos. No deja de ser la asunción de un propio fracaso de seguridad y,
entre líneas, una palmada de envidiosa felicitación a los servicios rusos, que
han logrado un éxito para su causa. A partir de este informe, el enrarecido
traspaso de poderes entre la administración Obama y los nuevos responsables
nombrados por Trump se ha convertido en un circo, con acusaciones de todo tipo
en las que es el propio Obama, muy nervioso, el que encabeza las críticas hacia
su futuro sucesor, ante un Trump que siempre se ha mostrado comprensivo y
admirador de la figura de Putin. Durante los últimos días hemos llegado a la
esquizofrénica situación de que un presidente que se va, Obama, use los
informes de sus servicios de inteligencia para desacreditar la victoria del
candidato, mientras el candidato, a punto de ser presidente y jefe de esos
mismos servicios de inteligencia, se dedica vía twitter a criticar a sus
propias agencias, a descalificar informes y a despotricar contra todo aquel que
dude de su victoria. El futuro gran jefe del espionaje norteamericano dudando
de sus propias agencias y criticándolas en público. Esto es lo nunca visto.
¿Qué hay de cierto en estas
acusaciones sobre el hackeo ruso? Algo, seguramente. Lo que hay que tener muy claro
es que Trump ganó las elecciones porque millones de votantes demócratas no
fueron a las urnas a apoyar a su candidata, y eso no tiene nada que ver con
espionaje ni malas artes. Pero eso no quita que, como era sabido, la
preferencia de Putin era claramente la derrota de una Hillary a la que no
soportaba y la victoria de un Trump que se le parece mucho, demasiado quizás. ¿Habrá
“influencia” rusa en las elecciones europeas de este año? No lo descarten, pero
no achaquen a esos tejemanejes los resultados que, gusten ono, serán
consecuencia de nuestros votos y acciones individuales.
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