La ministra de Sanidad, Dolores
Monserrat, ya se ha metido en el primer gran lío político de su vida, y de paso
con ella a todo el gobierno, en la primera polémica con fuste de la legislatura,
probando en sus carnes el dolor que produce la interpretación de una entrevista.
Fue ayer en Radio cuatro, RNE en catalán, cuando
afirmó que era injusto que el copago farmacéutico no discriminase en renta
y tuviera iguales cuantías para aquellos pensionistas que ingresan entre 18.000
y 100.00 euros, y que eso era algo que había que revisar. No tardó mucho en
levantarse la polémica y, por la noche, en un tuit, la ministra rectificó y
dijo que el gobierno no tenía previsto aumentar el copago para los pensionistas
de altos ingresos. Donde dije digo…
Bueno, me voy a meter en la polémica
y, aunque no sea muy habitual, voy a defender con ganas a la ministra, porque
su idea es totalmente lógica. La discriminación por renta tiene sentido pero sólo
si se establecen tramos que permitan acotarla de una manera que esa estructura
troceada tenga un sentido real. Pensemos por el lado de los ingresos. El IRPF
es progresivo en el sentido de que paga más el que más tiene, expresión que como
principio es indiscutible, pero que en la práctica admite muchas soluciones. La
más empleada es la de trocear las rentas por tramos y aplicarles impuestos crecientes
a cada uno de ellos, de tal manera que aquellos situados en los tramos altos
paguen más que en los bajos. Y este sistema adquiere sentido si el tamaño de
los tramos no es absurdo. Pongamos el intervalo al que ante me refería.
¿Consideran ustedes que un asalariado que gane 18.000 euros debe pagar el mismo
IRPF que uno que gane 100.000? ¿Verdad que no? De hecho no lo hace, los tramos
del IRPF son más cortos, mucho más cortos, porque hay un mundo entre esas dos
cifras. Por ello, que el copago establezca escalones tan anchos es absurdo. Y a
efectos de pago me da un poco igual que si quien lo hace es pensionista o no.
Podrá aducirse que los pensionistas tienen una renta limitada (que nunca
alcanza los 100.000 euros anuales por vía pública) pero más escuálida es la
renta del desempleado, o de aquel que enlaza contratos parciales de jornada
reducida. El pensionista tiene garantizada, el actual, no el futuro, sus
ingresos, y es cierto que su consumo de medicamentos es más elevado que el del
ciudadano común, pero nuevamente puede haber diferencias de rentas y de
situaciones de salud personales que hagan absurdo el que unos tengan accesos
ilimitado a los medicamentos y otros no. Penemos en personas de edad media en
su época laboral, que sufren de afecciones crónicas, y jubilados que disfrutan
de una muy buena salud. Los segundos, que apenas consumen medicamentos, los
tendrían casi gratis, mientras que los primeros, que los necesitan, pagarían bastante
dinero por ellos, sea cual sea su situación laboral en el momento, buena, mala
o inexistente. La idea del acceso universal y sin restricciones de los
jubilados a los medicamentos tuvo su sentido en una época en la que, seamos
sinceros, el porcentaje de población jubilada sobre la total era escasa y su
esperanza de vida también resultaba ser corta, por lo que el coste global de
esa medida era escaso o, al menos, contenible. Esos dos factores, junto con el
coste propio de los tratamientos médicos, no dejan de crecer y hacen que la
factura para el estado sea cada vez más gravosa. Lo que Dolores Monserrat no
dijo, pero se le entendía, es que los números no dan.
¿Hay soluciones para esto? Sí, y en estos
tiempos tecnológicos más. Pensionistas y desempleados, por poner dos colectivos
en necesidad, cobran puntualmente del estado, que conoce perfectamente sus
ingresos, y puede hacer que cada una de sus facturas de compra de medicamentos
sea distinta en función de los ingresos que posean en cada momento. La tecnología
actual y el uso del Big Data permite hacer maravillas en estos aspectos, y se
puede lograr que aquellos que poseen bajos ingresos, sea cual sea su situación
personal laboral (trabajen, estén parados o sean pensionistas) no paguen por
los medicamentos y los que posean rentas altas paguen más. Es cuestión de
ganas, algo de sentido común y ponerse a ello.
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