Confiábamos algunos, de manera
ingenua, tímida, pero deseosa, que la llegada de Trump a la presidencia de EEUU
supusiera un cambio en la persona y el personaje, que el peso de la
responsabilidad, el miedo a lo logrado, el cargo y sus cargas, apaciguarían el
volcán y darían un sentido de responsabilidad y mesura a un hombre que, en su
cargo, debe tenerlo en todo momento. A medida que Trump ha ido nombrando cargos
para su administración esa esperanza se ha ido diluyendo, al ver que el
personaje quiere gobernar, no planea estar cuatro años jugando al golf sino mandando.
Y de quienes se ha rodeado poca cosa buena se puede esperar.
La
rueda de prensa de ayer fue la confirmación de las peores sospechas de muchos,
la presentación en sociedad, a nueve días de su juramento como presidente en
las escaleras del Capitolio, de un sujeto descontrolado, mordaz, bruto,
chabacano, matonista y todos los adjetivos que ustedes quieran emplear para
describir a quien, en parte, puede condicionar los designios de todos nosotros,
de maneras que ni pueden imaginarse. Trump, casi como presidente, desgranó sus
promesas de campaña, y afirmó que las va a llevar a cabo. Construirá el muro
con México y los del país vecino lo pagarán “ya lo verá usted como es así” le
señaló a los periodistas al respecto de esta promesa y muchas otras. Derogará
el llamado Obamacare, subsidio médico para una parte de los muchos
norteamericanos que carecen de seguro privado, habrá infinitos empleos a lo largo
de su mandato porque va a ser el mayor creador de empleo que Dios ha creado,
(lo dijo así, literalmente) admitió que Rusia está detrás de filtraciones y
hackeos informáticos a la vez que zurraba sin piedad a las agencias de seguridad
que, dentro de poco más de una semana, van a depender de él… A cada afirmación
de un Trump en sin pose presidencial pero con aire desatado el nerviosismo crecía
en mi e, intuyo, en todo aquel que estaba siguiendo la rueda de prensa. El
momento culminante llegó cuando negó la palabra a un periodista de la CNN,
cadena a la que acusó de mentir por haber publicado la noticia de que Rusia podía
tener también información secreta del casi presidente, relacionada con un acto
sexual llevado a cabo en un hotel de Moscú, y que estaría dispuesta a usar para
chantajearlo. Trump no dejó preguntar al periodista, pero no sólo hizo eso, no.
Le acusó de mentir, le insultó en público, le humilló a él y a su medio, y con
una arrogancia insultante le ignoró. La escena es alucinante, y deja bien a las
claras cuáles van a ser las formas del mandato de Trump con aquellos que no
sean de su cuerda. Quizás la CNN se haya equivocado, o no, pero en todo caso
equivocarse es algo que nos pasa a todos cada día, y los periodistas como
profesionales cometen aciertos y éxitos. Hay que alabar los primeros y criticar
los segundos, pero lo de ayer no tuvo nada que ver con eso. Lo más parecido a
esa escena la he visto yo en España con otro populista de, en apariencia, muy
distinto estilo, pero idénticas formas y fondo, Pablo Iglesias. Iglesias también
se ha destacado por ser un adalid de los medios de comunicación que le alaban y
un crítico fiero, insultante, de los que no, llegando a menospreciar cabeceras
y marcas por el mero hecho de que no le hagan la pelota como es debido. Famosa
es la escena en la que, en una rueda de prensa, se metió con un periodista que
no le caía bien, delante de todos sus compañeros, en lo que fue un acto de
soberbia e insulto a la profesión que Trump ayer elevó a categoría de fenómeno
planetario.
La diferencia, absoluta entre
ambos personajes, es que Iglesias no es casi nadie y Trump está a punto de ser casi todo. La
imprevisibilidad, arrogancia y sorpresa van a ser las características de un
mandado, el suyo, del que nada bueno espero, por lo que el margen de sorpresas
positivas está ahí, pero visto lo visto ayer preparémonos para la irrupción de
un impresentable en la esfera mundial. El daño que su presidencia puede
producir a la imagen de EEUU en el mundo es colosal, y eso puede ser el menor
de los problemas a los que nos lleguemos a enfrentar si, como parece, gobierna
con la mano firme y zafia que ayer mostró a un sorprendido, y asustado, mundo.
1 comentario:
Tienes un odio visceral a Podemos y a Pablo Iglesias que no puedes con él.
Tienes que hablar de ellos aun cuando el protagonista es Trump...
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