viernes, abril 07, 2017

EEUU ataca Siria tras seis años de guerra

En la noche de ayer crecía, como un rumor incesante, la inminencia de una posible acción militar de EEUU sobre territorio sirio, como respuesta al ataque lanzado por el régimen de Asad con armamento químico. Los corresponsales de los medios en EEUU hablaban de generales en televisión explicando escenarios y, en general, daba la sensación de que había que estar alerta a lo largo de este fin de semana por lo que pudiera pasar. Finalmente los hechos se han precipitado, y hace apenas tres horas la marina norteamericana ha lanzado más de cincuenta misiles Tomahawak, de largo alcance, sobre territorio sirio, destruyendo una base aérea del régimen, desde la que se cree despegaron los vuelos que utilizaron el mortífero armamento.

Dos eran los escenarios de los que se hablaba ayer. Uno, al parecer el empleado, consistía en un ataque de castigo a distancia, con intenciones quirúrgicas y queriendo enviar el mensaje de que acciones del tipo de las denunciadas a lo largo de la semana no salen gratis. Era en principio una operación sencilla, no invasiva y útil como señal de advertencia. Requeriría, como así parece haber sucedido, conversaciones previas con Rusia, para advertirle del momento y lugar del ataque para, sobre todo, evitar la muerte de soldados de Putin, lo que sería como mínimo peligroso. El otro escenario debatido, más duro y peligroso, era el de una intervención aérea en la que aviones norteamericanos atacasen objetivos en tierra. Sería una operación a mayor escala, más invasiva, y con mayores riesgos, empezando por el de los propios pilotos estadounidenses. La sola idea de que alguno de los aparatos fuera derribado, o que se produjera un error y aviones rusos que no cesan de volar sobre Siria fueran objeto de ataques empezaba a poner nerviosos a los comentaristas. Finalmente ha sido la primera de las opciones la escogida por el alto mando de Trump, en una acción que, por su naturaleza, no necesita de continuidad y, sobre todo, sirve como señal de advertencia. En 2013, tras el primer uso certificado por la comunidad internacional de armas químicas en esta guerra, que en aquella ocasión causó más de mil muertos, Obama tuvo sobre su mesa un plan muy similar al ejecutado esta noche, una vez que anunciara públicamente que su línea roja para intervenir en la guerra era el uso de armamento no convencional. En aquel momento Obama no actuó, no está claro si le pudo el miedo, la responsabilidad, la incertidumbre del después o lo que fuera, pero el caso es que no lanzó ataque alguno. Eso debilitó notablemente la posición norteamericana en el avispero sirio y dio, en la práctica, pista libre a la acción decidida a favor del régimen de Asad por parte de Rusia. En aquel momento la mayor parte de las voces respaldaron la no acción de Obama, o al menos no criticaron su inacción. Había un enérgico tuitero llamado Donald Trump, que entonces no soñaba con ser presidente, y el resto menos con verle convertido como tal, que gritaba con fuerza desde la red social contra la intervención de la Casa Blanca en aquella guerra. Cuatro años después, la guerra sigue, se enreda sin fin, y es Trump el que, desde su despacho oval, ha dado la orden de ejecución de lo que en su momento hubiera negado para Obama. Cuántas vueltas da la vida. ¿Ha actuado Trump correctamente? Me inclino a pensar que sí, y doy por sentado, lo cual es mucho, que este ataque cuenta con el beneplácito de Putin, oficialmente consta que se le informó del mismo, y de Xi Jinping, presidente chino, con el que Trump se reunió ayer en su paraíso de Florida. El ataque es, también, una señal de fuerza de Trump, que en su primera crisis internacional muestra que está dispuesto a utilizar todas las opciones, fuerza inclusive. En Corea del Norte habrán seguido lo sucedido esta noche con mucho interés.


Lo que no tengo claro, ni yo ni nadie, es cuáles pueden ser las consecuencias futuras del ataque, tanto en lo que hace a la infinita guerra siria como al papel de EEUU y Rusia en ella y a sus propias relaciones. Desde hace tiempo Siria juega el papel de mini guerra mundial en la que se enfrentan potencias, religiones, e ideologías globales, con una saña, violencia y destrucción difíciles de concebir. El conflicto no se acaba nunca y sigue teniendo la capacidad de extenderse más allá de sus vecinos y convertirse en una peligrosa crisis global. Si EEUU y Rusia acaban chocando en el escenario sirio, bien sea por intención o por accidente, las consecuencias pueden ser muy peligrosas. Si tenían esa guerra fuera de sus radares, vuelvan a fijarse en ella, no sólo por una cuestión de justicia, que es la mayor, sino porque lo que allí suceda puede acabar influyéndonos de muchas maneras. Cuidado.

No hay comentarios: