miércoles, abril 12, 2017

Escalada terrorista en Europa y de tensión en el mundo

Parece que no tenemos ya semana en la que no haya un atentado en alguna ciudad europea y, como no, en el resto del mundo. El ataque islamista contra las iglesias coptas de Egipto perpetrado el pasado Domingo de Ramos costó la vida a casi cincuenta personas, pero ha tenido muy poca cobertura entre nosotros. La cercanía emocional y social de lo que les sucede a nuestros vecinos opaca todo lo que pasa más allá, y es tan injusta como entendible. Pero no debemos olvidar que, aunque nos dé la sensación de que el terrorismo sólo golpea Europa, la diferencia de estos tiempos es que también golpea a Europa, ya que no cesa donde siempre ha actuado.

El viernes, poco más de una semana después del atentado en el puente de Westminster de Londres, fue en Estocolmo, en otro atentado de esos en los que basta una voluntad criminal para perpetrar un acto que cause muertes, miedo y confusión. Estremece pensar que todo puede ser utilizado para el mal cuando el mal pretende conseguir sus objetivos, lo que podría servirnos de lección para todos nosotros, inmersos muchas veces en quejas constantes sobre los impedimentos que no permiten hacer lo que deseamos cuando, la verdad, estamos llenos de posibilidades y objetos que pueden ayudarnos, pero ese es otro debate. El terrorista robó un camión de reparto de cervezas por la mañana y por la tarde lo lanzó por la principal calle peatonal y comercial de Estocolmo, algo parecido a Preciados, para los que conozcan Madrid. El balance del ataque fue de cuatro muertos y varios detenidos, entre ellos el conductor del camión, que sobrevivió al impacto final del vehículo contra unos grandes almacenes. En la apacible y tranquila Suecia, la mano del terror propinó un sopapo a sus habitantes, en un acto que, como el de Londres, no tuvo demasiadas bajas (si los comparamos con ataques como los de Madrid o París) pero fue igualmente efectivo a la hora de inocular el miedo entre la población. Ayer, cuatro días después, un ataque con explosivos contra el autobús del equipo alemán del Borussia provocó heridas a uno de los jugadores, el aplazamiento del partido y la confusión, y el miedo, en Alemania. No están claros la mayor parte de los hechos que sucedieron ayer, más allá de la intencionalidad, la existencia de explosivos y de una carta que parece reivindicar el acto. La autoría no ha sido desvelada, y a esta hora puede ser tanto un ataque islamista como producto de la infinita violencia que rodea a eso del fútbol, pero en todo caso es una acción terroristas, y tiempo habrá para saber quiénes son sus autores concretos y sus filiaciones. Lo que es evidente es que la secuencia de ataques no deja de aumentar en frecuencia y alcance espacial. Cualquier ciudad europea se encuentra ahora mismo bajo el foco del terror y sus habitantes se saben más vulnerables. También es cierto que la intensidad de los atentados es menor, sus consecuencias mortales más leves, y que la actuación de las policías y cuerpos de investigación de los distintos países están logrando impedir que los terroristas se hagan con armamento que haría mucho más letales sus actos. Por ese motivo recurren a coches y otros vehículos para atacar, porque su voluntad no se puede frenar, pero sí la letalidad de los ataque. Pese a ello, la sensación de cierta psicosis en la población es comprensible, y las alertas, reales o falsas, se sucederán sin cesar en los próximos días. Mi consejo es el de siempre. Mantener la cabeza fría, las rutinas diarias y no dejarse intimidar por unos infames que pretenden, sobre todo, eso, amedrentar y alterar nuestras formas de vida. Máxima colaboración y apoyo a los cuerpos y fuerzas de seguridad de todas las naciones y no dejar nunca de batallar contra este mal, que va para largo, muy largo.

Y todo esto se produce en un contexto internacional volátil, oscuro y cada vez más tenso, en el que las amenazas entre EEU y Rusia no dejan de crecer a cuenta del papel de cada uno en la miniguerra mundial que se vive en Siria. Creo que hay muchas claves ocultas en el enfrentamiento a cara de perro que viven ahora mismo los dos países, de la mano de gobernantes que se conocen y, se está investigando, apoyan uno a otro, pero en todo caso la subida de las agresiones verbales entre ambos países empieza a ser motivo de preocupación global y, al menos para mi, hace tiempo que superaron los límites soportables como para no mirar de reojo a lo que pueda pasar en el futuro cercano. Mucho cuidado con el escenario sirio, el de Corea del Norte y todos los puntos del globo en los que se puedan dar roces entre Putin y Trump, dos jugadores de órdagos demasiado aficionados a los puñetazos en la mesa.


Subo a Elorrio para pasar la Semana Santa y me cojo el Lunes festivo. Descansen y, si todo va bien, nos leemos nuevamente el martes 18

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