Había miedo a que el terrorismo
hiciera aparición antes de las elecciones francesas, cuya primera vuelta es
este próximo domingo. Todo el país sigue en estado de alerta y las intentonas
frustradas se suceden sin cesar. Hace un par de días eran detenidos dos
individuos en Marsella que planificaban un atentado contra uno de los
candidatos, se ha dicho que Fillón, justo al final de la campaña electoral. El
miedo corría por el ambiente y la expectación era máxima ayer, frente al último
encuentro televisivo de todos los aspirantes, esta vez no un debate, sino un
extraño formato de entrevista muy corta a cada uno de ellos. Y de mientras la
nación asistía al encuentro político, el terrorismo actuó.
Esta
vez en un formato clásico, si se me permite la expresión, y en el centro del
corazón de París, en la rutilante avenida de los Campos Elíseos, poco antes
de las nueve de la noche, en un día primaveral en la capital, con terrazas y
comercios llenos de residentes y turistas, que allí pasaban parte de su tiempo
y dejaban no poco de sus ingresos. Un comando formado por, al parecer, dos
individuos, ametralló desde un coche a una patrulla policial que paseaba por la
acera de la avenida. Tras ello uno de los atacantes salió del vehículo y, antes
de que pudiera seguir actuando, fue abatido por policías y militares sobre la misma
acera. El balance provisional es de un policía muerto, el atacante fallecido y
dos heridos, uno de ellos policía, cuya vida anoche iba y venía según cambiaban
las informaciones, y un turista que pasaba por la zona. La dimensión del atentado
es menor que la vista en acciones anteriores en París, pero el efecto mediático
y de amedrentamiento que logra es similar, y todo ello reforzado por la
proximidad de unas elecciones inciertas en las que la seguridad y el terrorismo
emergen como uno de los principales argumentos de batalla entre los partidos.
Tiempo habrá para averiguar hasta qué punto el autor corresponde a la identidad
que le atribuyó DAESH en su rápido comunicado de autoría emitido ayer noche, y
si estaba o no fichado por la policía como ha sido el caso de varios de los
atacantes en actos pasados, y si contó con colaboradores, cómplices e
infraestructura. Las dos prioridades de cara a las próximas horas serían la de
tratar de garantizar la calma del electorado de cara a la cita de dentro de
tres días e intentar, aunque dudo que esto sea posible, que el atentado no
condicione el voto, o lo altere. Dice la lógica de manual que un acto de este
tipo refuerza las posiciones extremistas, y sería Le Pen la principal
beneficiaria de una situación de tensión, en la que su exaltado (y muy
equivocado en fondo y forma) discurso de la seguridad y el aislacionismo puede
ser comprado por más votantes, algunos de ellos quizás indecisos hasta
contemplar las imágenes de los Campos Elíseos tomados por la policía y
desiertos de turistas. Cierto es que la lógica no tiene por qué funcionar, como
hemos visto tantas veces a lo largo de las últimas elecciones y referéndums que
nos han rodeado a lo largo de estos pasados años, pero no hay duda de que uno
de los objetivos que buscaba este atentado, en jueves, a cuatro días de las
elecciones, y en horario de máxima audiencia televisiva, era alterarlas,
sesgarlas, pegarles una patada para ver si en el caos y ruido derivado del
asentamiento es posible obtener algún rédito. Por ese mismo motivo no es
descartable, ni mucho menos, que se puedan producir nuevos ataques hasta el
mismo día de los comicios. La policía francesa bien lo sabe, y por eso el
mensaje de ayer de Hollande, presto en la comparecencia, incidía mucho en
mantener la seguridad y calma, a sabiendas del esfuerzo enorme que se va a
hacer para lograrlo y lo fácil que puede resultar desbaratarlo.
En las trascendentales elecciones
francesas, donde toda Europa nos jugamos nuestro futuro, todas mis bazas juegan
a la casilla de que Le Pen no será la futura presidenta, y la esperanza en que lo
sea Macrón, un candidato algo alternativo, moderado, centrado, con aire tecnocrático
y europeísta convencido. Un enfrentamiento en segunda vuelta entre ambos casi
daría por segura la derrota de Le Pen, pero lo único que desde hace tiempo
tienen como cierto todos los analistas es que será la líder del frente nacional
la única que tiene garantizado su pase a esa segunda vuelta. Crucemos los dedos
de cara al domingo, y pongamos toda la atención en Francia, tanto en lo que
hace a riesgos de seguridad terrorista hasta el momento del fin del recuento como
al resultado mismo de los comicios. Que no haya más desgracias. Que no haya más
atentados.
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