Al César lo que es del César, y a
los encargados de las encuestas electorales en Francia, mis aplausos y
reconocimiento, porque prácticamente lo han clavado. Por una vez, tras tanto
sobresalto, el veredicto de las urnas ha sido casi el vaticinado por los
sondeos, lo que en este caso es una doble buena noticia. Apuntaban esas
encuestas a una reñida disputa entre cuatro candidatos, y el triunfo disputado
entre dos de ellos. Le
Pen, que ha sido segunda, con el 21,53% de los votos, y Macron, que ha ganado
con el 23,75%. En tercer lugar ha quedado Fillon con el 19,91% y en cuarto,
con una diferencia de apenas tres décimas, Mélenchon, con el 19,6%. El
socialismo francés apenas supera el 6%.
Buenas noticias por el acierto de
las encuestas y por el resultado final. Frente a los extremismos ideológicos
que se daban cita en las urnas, encarnados en Le Pen y Mélenchon, los electores
franceses han realizado la mejor de las jugadas posibles. Por un lado han
impedido que uno de estos extremistas gane, lo que ya de por sí es meritorio, y
también han propinado un serio varapalo a los partidos tradicionales. La
debacle del socialista Hamon coloca a su partido a un paso, si no lo está ya,
de la “pasokización” o de la simple irrelevancia. Los republicanos gaullistas,
la tradicional fuerza de la derecha, también salen castigados. Su candidato,
Fillon, puede exhibir un tercer puesto que no le sirve de nada, y ahora
empezará a recapacitar sobre su desastrosa campaña, los contratos y sueldos
pagados a sus familiares sin que nada hicieran para merecerlos y el
atrincheramiento en el que ha logrado resistir estos meses para llegar a la
derrota que tantos predecían. Creo que hace muchas muchas décadas que no se da
la circunstancia de que ni un socialista ni un gaullista llegan a la segunda
vuelta. Eso ya es una noticia de alcance. El vencedor, Macron, que aún no llega
a los cuarenta años, presenta un perfil mixto, abierto, europeísta, liberal en
lo económico y socialdemócrata en lo gubernamental, una especie de mix que
caracteriza a su movimiento, que no partido, creado hace apenas un año y que,
surgido de la nada, ha logrado llegar hasta donde pocos hubieran imaginado
apenas hace unos meses. De cara a la segunda vuelta es bastante probable que se
alce con el triunfo final, porque todas las fuerzas moderadas ya han indicado
que es su candidato, para impedir la victoria de una Le Pen que, como siempre,
encarna los peores valores que uno pueda imaginarse. La victoria probable de
MAcron tiene algunos obstáculos por delante, empezando por la necesidad de
volver a movilizar a sus electores, y las reticencias a apoyarle de votantes
que esta vez lo han hecho por Mélenchon, candidato que ayer ofreció una muy
mala actitud ante su negativa inicial a reconocer los resultados y su no
decisión pública de apoyar a Macron para impedir que Le Pen se haga con la
presidencia de la república. Se ha señalado desde muchos medios la similitud de
las propuestas que, en aspectos como el nacionalismo económico y el cierre de
fronteras, anida en los programas de Le Pen y Mélenchon. Siendo la primera una
candidata reprobable por todo lo demás, esta igualdad de ideas económicas de
fondo es más que cierta, y no tan paradójica. En el fondo todos los extremismos
se parecen, apelan al miedo del elector, le venden una película falsa y se
arrogan la posibilidad de liberarle de ese miedo ya inoculado. Por ello, como
consejo, allí y aquí, en todas partes, huyan de los líderes mesiánicos, de los
hombres fuertes y de las promesas de utopías y paraísos. Sólo quieren engañarle
para robarle la cartera y, si llega el caso, encarcelarle.
Pero de todas maneras, y con la
alegría que me produce la victoria del moderado, proeuropeo y moderno Macron,
sigue siendo preocupante que más de un 20% de los franceses han votado
convencidos al Frente Nacional, un partido xenófobo, autoritario, negacionista,
extremista en todo, que encarna lo peor de las ideologías, y que no tiene en
sus falsas propuestas solución alguna a los problemas, serios, que afligen a la
sociedad francesa. Macron puede llegar al Elíseo y entonces veremos su
capacidad de gestión y lo que es capaz de hacer, pero el resultado que se de en
las legislativas, la composición de la cámara y, sobre todo, la persistencia de
los problemas económicos y de seguridad en Francia determinarán lo que, si lo
logra, sea su presidencia. Para MAcron lo complicado está a sólo dos semanas de
empezar.
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