jueves, abril 06, 2017

Steve Bannon pierde poder en EEUU

El gobierno de Trump es una constante caja de sorpresas, la mayor parte de ellas malas, aunque esta vez la noticia sea una buena. Su gabinete y equipos están regidos por el caos, la descoordinación, la improvisación, la ausencia de directrices y una extendida sensación de que todo esto del gobierno les queda muy grande. Y al frente de todos ellos el personaje por excelencia, Trump, siempre fiel a su caótico estilo. A medida que pasan las semanas resulta más inasumible la manera en la que Trump analiza la realidad que, compleja como ella sola, se planta ante sus narices. ¿Qué hará en Siria? ¿Qué negociará con China? Pongan muchas preguntas y esperen sentados ante la ausencia de respuestas.

Como les decía o la nueva es buena, y tiene que ver con la salida de Steve Bannon del Consejo de Seguridad Nacional. Si no conocen a Bannon debieran hacerlo, aunque esto les cause una gran incomodidad a la hora de conciliar el sueño. La vida de este personaje da para muchas películas, algunas de ellas de calidad escasa tipo telefilme y otras con tintes de drama político shakesperiano. Civil, forjado a sí mismo, con experiencia de trabajo y fortuna hecha en el mundo de las finanzas, Bannon es, sobre todo, ideólogo, experto en difundir sus ideas en internet y de movilizar capital y personas para proclamarlas. Si tuviera buenas ideas esa característica sería elogiosa y todos ganaríamos con ella, pero no es así. Bannon es el estandarte de lo que se llama la nueva derecha norteamericana, una derecha ideológica sin complejos, no tan centrada como la clásica en cuestiones económicas, sino en ideas supremacistas de raza, origen y destino. Su visión del mundo es muy apocalíptica, llena de enfrentamientos y luchas, de corte darwinista, de las que finalmente surgiría una raza vencedora y mejorada, formada obviamente por blancos como él. Durante años ha utilizado su capacidad de convencimiento, elevada, y su fortuna, no escasa, a propagar su credo, y ha conseguido un gran éxito. Creo el portal de noticias Breitbart News, una web en la que muy poco de lo que se dice es cierto, casi todo es una salvajada, y convierte por comparación en politólogos de alto nivel a los habituales tertulianos de debates como el de La Sexta Noche. Convencido adalid de la llamada “postverdad” que como siempre digo es una forma muy edulcorada de denominar a la mentira, Bannon se convirtió con el tiempo en el principal ideólogo de Trump, su soporte y aliento. Él era, desde un principio, el que más apoyaba su candidatura, y cuando esta sufrió graves crisis, como la de las grabaciones salidas a la luz sobre la (ya muy conocida) opinión de Trump sobre las mujeres, y muchos de sus asesores huyeron, ahí siguió estando Bannon, el fiel, siempre a la vera del líder. En gran medida es Bannon el artífice de la victoria de Trump, el que supo ver dónde y qué electorado era el que podía ser captado por el mensaje falaz y nacionalista de un republicanismo muy distinto al clásico. Bannon es muy revolucionario en sus tácticas y en sus ideas sobre lo establecido, odia a los republicanos de toda la vida tanto como a los demócratas, aunque cierto es que en este caso no hace distingos, y admira a Putin, no por sus ideas en sí, sino por su capacidad de liderazgo, de imponer una visión, del control del estado y sus resortes. La llegada de Trump al poder supuso, entre otras, cosas, el ascenso de Bannon a responsabilidades enormes y, potencialmente, peligrosas. Consiguió acceder al citado Consejo de Seguridad Nacional, donde como ultra, se enteraba y opinaba de lo que el principal órgano de seguridad de EEUU debatía, discutía y decidía. Su posición allí le otorgaba un poder inmenso. Y con él un gran peligro.


Su marcha, al parecer forzada por militares de corte clásico, es una buena noticia por lo que supone de reducción de capacidades de un personaje como este, pero un paso atrás a veces no es una retirada, sino otra cosa. Bannon seguirá en el entorno de la Casa Blanca, con acceso directo a Trump y, que se sepa, plena confianza por parte del Presidente ante sus consejos e ideas. A medida que la presidencia avance y los problemas se pongan ante la mesa, uno tras otro, será el momento de ver si la influencia de Bannon decrece ante asesores más convencionales y objetivos (ojalá sea así) o esa especie de Darth Vader, como algunos le apodan, sigue agazapado a la sombra del emperador Trump.

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