viernes, julio 13, 2018

Con Trump, poca alianza, menos atlántica


Es deprimente asistir a encuentros internacionales en los que participa Trump. Se lleva todo el protagonismo por hechos absurdos, despiadados, vacíos y negativos, y acaba disolviendo consensos que, en algunos casos, han costado tiempo y esfuerzo en enormes cantidades para ser alcanzados. G8, Alianza atlántica, etc, sea el foro que sea, su presencia es corrosiva y ofrece la imagen no de un país en retirada, que también, sino la de un personaje enfrentado al mundo, un líder absolutista y ciego ante la realidad que le rodea, al que el contacto con el poder de Washington no ha domesticado ni ha logrado que aprenda que el mundo es mucho más complejo y retorcido que lo que pueda expresas en unos calientes y tronantes tuits.

Se puede discutir mucho sobre cuál es la inversión que las potencias europeas deben hacer para la defensa en el marco de la OTAN, y si es correcto que Europa haya subcontratado la seguridad a EEUU desde hace tantas décadas, en una medida que nos ha liberado presupuesto para otras cosas pero que nos genera dependencia. Todo eso es un gran debate, que algunos mantienen desde hace tiempo, y que posee diversas implicaciones, pero la seriedad y el rigor necesarios para abordar este tema se disuelven en el ácido de las palabras de Trump. Uno no puede venir a una cumbre de la OTAN con el mensaje de que sólo me interesa que el gasto en defensa de mis aliados suba, y a ser posible mucho más de lo que ninguno de ellos es capaz de afrontar, para garantizarme un no como respuesta y volver a casa con cara de “os lo dije, son unos cagados y aprovechados”. No se puede venir a una cumbre de la OTAN y lanzar constantes mensajes de ataque contra algunos de los aliados, especialmente Alemania, en relación a la dependencia del gas ruso (hecho cierto) con el telón de fondo de una guerra comercial y el odio visceral de Trump y sus asesores a la eficiencia de las empresas germanas, que inundan con sus coches las calles de EEU y el resto del mundo porque, sobre todo, son excelentes. Y menos aún son tolerables declaraciones de este tipo por parte de un personaje que está lleno de sospechas de connivencia, colaboración o incluso chantaje, con respecto a los servicios secretos rusos. Recordemos que sigue en marcha una investigación en Washington sobre la llamada trama rusa de las elecciones de 2016, y que independientemente de lo que concluya, nos hace ver que Trump tiene vínculos demasiado estrechos con un Putin, al que verá la semana que viene, y que esos enlaces no conocidos pueden condicionar sus políticas y medidas hasta extremos que no somos capaces de calibrar. Tienen las democracias, europeas y del resto del mundo, la cruda sensación de que Trump se lleva mucho mejor con dictadores, autócratas y personajes por el estilo que con mandatarios elegidos en las urnas. ¿Se considera a sí mismo como un hombre fuerte, como esos dictadores, frente a los blandos que se eligen y caen con tanta velocidad? La OTAN es un club variopinto en el que se juntan democracias consolidadas con países que están en procesos de involución, Turquía como caso paradigmático, pero que tiene en la autodefensa frente a potencias imperialistas, pongamos Rusia, uno de sus principales pilares. Que el país más poderoso de la tierra, el que posee el mayor presupuesto militar del mundo y el más potente ejército jamás conocido adopte posturas en las que flirtea con el autoritarismo y el desprecio a la democracia resulta, cuando menos, tan chocante como alarmante. Nunca pensamos que el vínculo trasatlántico se resquebrajaría porque fueran los norteamericanos los causantes de la fractura. Lecciones amargas te da la vida cada día.

Tras su paso por Bruselas, y antes de la cita con Putin, seguro que el encuentro que más desea de esta gira, Trump está en reino Unido en una visita oficial disimulada, por las protestas populares que genera y el descabezamiento del gobierno de May. Allí se ha vuelto a posicionar a favor de un brexit duro y en contra de la propuesta mixta de May, que ha causado la dimisión de Johnson. Las declaraciones de Trump vuelven a ser, sobre todo, anti UE. Es inaudito. Es cierto que Europa necesita a EEUU más de lo que EEUU necesita a Europa, pero comportamientos y declaraciones de este tipo son inadmisibles. ¿Cómo responder? ¿Cómo gestionar una coyuntura en la que desde el Atlántico vienen vientos de tormenta? No lo se.

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