viernes, julio 20, 2018

Soraya y Casado buscan su Luna


Hoy, 20 de julio, se cumple el 49 aniversario de la llegada del hombre a la Luna, del momento histórico en el que Neil Armstrong nos enseñó cómo hacer realidad las gestas. Desde entonces hemos vuelto cinco veces más, y luego décadas enormes, inmensas, sin que exista plan alguno de retorno, y menos financiación asociada. Ahora que la iniciativa privada bulle en el mundo aeroespacial sería entrañable que, de cara al medio siglo de ese acontecimiento, que se cumple el año que viene, un proyecto volviera a llevar hombres allí, esta vez con intenciones de permanencia, de quedarse tiempo, de investigar, colonizar y residir.

Cuando Armstrong bajaba por la escalerilla del módulo lunar aún faltaban algunos años para que nacieran Soraya Sáenz de Santamaría, apodada S3, y Pablo Casado (tampoco había nacido yo) y este fin de semana, que no será nada del otro mundo para mi, se convertirá en, quién sabe, definitivo para uno de ellos dos, porque sólo uno podrá ganar la batalla en la que se ha convertido la sucesión a la presidencia del PP. ¿Quién? No lo se, pero a buen seguro una vez que salga el resultado, mañana a eso de las 13 si se cumple el esquema previsto por la organización, serán muchos los que lo vean como obvio y directo. Quizás tantos como los muchos que decían que Rajoy estaba prensando en presentarse otra vez en las elecciones de 2020 tras acabar su mandato, quizás casi los mismos que tras la moción de censura afirmaban que Rajoy dimitiría para evitar la llegada de Sánchez al poder. Casi pueden ser los mismos, infinidad, que veían a Rajoy como líder de la oposición y que, en minutos, dieron como obvia su renuncia y le alabaron por lo que hasta minutos antes era un anatema. Tras el inicio de la carrera de candidatos casi todos los anteriores comentaristas daban por segura la entronización de Feijóo como delfín sucesorio natural, y tras la renuncia a concurrir del gallego todos esos expertos, muchos y que todo lo saben reconstruyeron su discurso para justificar la espantada del sucesor y dar a entender que era tan claro que no se iba a presentar como un despejado día de verano. ¿Qué quiere decir todo esto? Lo obvio, que nadie tiene ni idea de casi nada, que opinar es gratis, que decir que “fuentes relevantes del partido” me han dicho equivale a la nada y que todos esos opinadores y expertos esperan con ansia el resultado para unirse de manera descarada al caballo ganador y, haciendo l apelota mediante, conseguir favores y prebendas. Vamos, lo que ha pasado siempre en todos los ámbitos del poder. En la pelea entre S3 y Casado ha salido lo peor del PP, que es lo mismo que decir de cualquier estructura que lucha por el poder. Las rencillas, el ahondamiento de las fracturas ideológicas, los ataques bajo cuerda, las acusaciones y el comportamiento desleal de lo que hasta hace no mucho eran compañeros y colaboradores, que vivían unidos en torno a un núcleo de poder y que, ahora, al poder acceder a él, ya no respetan a los que hasta hace nada solicitaban ayuda. En este sentido se le ha visto mucho más el colmillo a Casado, que ha mostrado ser más hábil en el uso del juego sucio frente a una S3 que ve cómo parte del partido quiere cobrarle los años del gobierno en los que ellos no se llevaron la tajada perdida. Al menos este proceso ha servido para deslegitimar para siempre la teoría de la lista más votada cuando no se obtiene mayoría absoluta, dado que sólo la defiende el que la ha sacado, en este caso ella, y las llamadas “coaliciones de perdedores” son válidas si uno se encuentra en ellas. Cosas veredes.

Gane quien gane el congreso popular, empezará para su candidatura lo más difícil, que es recuperar el voto perdido. Sigo pensando que si fuera del PP S3 es mejor candidata para una batalla electoral que Casado, que no va a ser capaz de recuperar votantes centrados, pero está por ver todo lo que pase. Desde luego, cuando mañana se sepa el resultado, yo pensaré que no estaba nada claro, y leeré con ansia y deleite las crónicas, tuits y artículos de expertos que, a día de hoy, en privado, no se apuestan ni un euro de chocolate por quién vencerá y mañana por la tarde alabarán con fiereza al ganador, o ganadora, que tenía, desde el principio, todas las bazas en su mano. Y la Luna, ahí arriba, mirándonos, sola.

Subo a Elorrio y me cojo una semana de vacaciones. Si no sucede nada raro, nos leemos otra vez el lunes 30 de julio. Pásenlo bien y cuídense.

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