viernes, febrero 15, 2019

Adiós, Opportunity


No hoy ambiente más hostil que el espacio exterior. Nada allí es compatible con la vida, y su exploración exige medidas extremas para garantizar la mera supervivencia de los astronautas. Las mismas máquinas y componentes sufren condiciones absurdas, extrañas, que obligan a testar todo una y mil veces y encarecen todos los proyectos. Las sondas que se mandan en la exploración de otros mundos no pueden usar la tecnología más moderna que usamos aquí en nuestro día a día porque no está aún diseñada la protección que la haga viable en esos ambientes. Son rudas, bastas en ciertos aspectos, pero hechas para sobrevivir. A veces logran superar su esperanza vital y, en ocasiones, se convierten en maravillas que siguen vivas mucho más allá de lo que nadie imaginó.

Tras el éxito científico y mediático de la misión Pathfinder, la primera que puso un pequeño rover en Marte, del tamaño de un microondas, la NASA diseño una misión con dos vehículos mucho más grandes y potentes. En 2004 Spirit y Opportunity, los nombres que finalmente recibieron esos vehículos, llegaron a Marte. Su misión era explorar las zonas en las que aterrizaron en busca de rastros de pasados cauces fluviales, cosa que lograron. Con un peso cercano a los doscientos kilos cada una, eran las sondas móviles más complejas jamás lanzadas a aquel planeta, y su duración estimada era de unos noventa días marcianos, lo que supone unos noventa y tres días terrestres más o menos. Alimentadas por placas solares, poseedoras de baterías que les permitían funcionar, o al menos mantener los sistemas encendidos durante la noche marciana, ambas sondas duraron mucho más de lo que nadie pudo imaginar. Spirit se mantuvo operativa hasta el año 2011, siete años de vida útil desde su puesta en marcha, lo que tenía asombrados a los responsables de su misión. Su baja se vivió como una gran pérdida pero, como en esas películas del mar en la que se rinde tributo en la cofia al cadáver que va a ser arrojado al agua, con sentido agradecimiento. No consta que el gemelo de la misión, Opportunity, sintiera pena por la marcha de su compañero, y quizás por eso, por ser una máquina, siguió trabajando sin descanso. Con un rendimiento decreciente por el deterioro de la maquinaria, pero con una capacidad fuera de toda lógica, el robot siguió su deambular por la superficie marciana explorando cráteres y dando a su equipo en la Tierra información de primer nivel sobre la geología marciana y, también, mucho más trabajo de lo que nadie hubiera sido capaz de imaginar. El envío de nuevas sondas marcianas y robot, como el Curiosity, que es mucho más grande que los dos gemelos comentados, no condenó a la obsolescencia al infatigable trabajador marciano, que año tras años seguía ahí, impasible y sin querer jubilarse. El año pasado una enorme tormenta de polvo, de varias semanas de duración, azotó la zona en la que Opportunity estaba trabajando. Los técnicos de la NASA percibieron que el peligro para el robot era máximo, y trataron de que entrase en un modo ahorro lo más intenso posible para intentar sobrevivir a largas semanas en las que sus paneles solares no iban a poder captar luz del Sol alguna. La tormenta duró más de lo esperado, fue más virulenta de lo normal y se convirtió en un fenómeno espectacular desde la óptica de la meteorología marciana, condicionando el envío de las misiones que amartizaron en 2018. Tras el paso de la tormenta se ha tratado sin descanso de contactar con Opportinuty, pero no se ha logrado respuesta alguna. Puede que la sonda haya quedado medioenterrada en el polvo, que sus baterías se hayan descargado del todo, que el intenso frío haya congelado sistemas vitales que los calefactores del equipo no han logrado reanimar. No se sabe exactamente qué ha sucedido,

Como bien cuenta Daniel Marín en su artículo de homenaje a esta tenaz maravilla, quizás una futura misión humana llegue hasta donde yace Opportunity y logre rescatarlo. Quién sabe si reanimarlo, pero en todo caso poder tocarlo y darle “en persona” las gracias por lo que durante todos estos años ha proporcionado a la ciencia e investigación espacial. Ya puestos, soñemos que dentro de algunos siglos haya una ciudad marciana llamada Opportunity, y que uno de los edificios que la compongan sea un museo de homenaje a esa sonda, y que los viajeros que provengan de la ciudad de Spirit, su ciudad gemela sita a miles de kilómetros, tengan en ese lugar una de las principales atracciones turísticas del planeta. “He ahí la sonda que más sobrevivió sobre la superficie de Marte” Y Opportunity, en el centro de su museo marciano.

No hay comentarios: