Al
final ayer los presupuestos de Sánchez cayeron en el Congreso. Los
independentistas no retiraron sus enmiendas a la totalidad y su voto, con el de
PP y Ciudadanos, acabó con cuentas socialistas antes de que empezaran si quiera
a ser tramitadas. No hubo sorpresa ni retirada de los faroles lanzados por unos
y otros, ejecutándose el primero de ellos (el rechazo independentista a Sánchez)
y quedando en el aire la posibilidad del segundo, la convocatoria anticipada de
elecciones. Esa decisión sólo le corresponde al presidente del gobierno, pero
tras la puesta de largo ayer de su estrepitosa minoría parlamentaria adelantar
las elecciones parece un imperativo moral. Cada día que el gobierno aguante es
una agonía con poco sentido.
Anuncia
hoy el diario.es como segura la fecha del 28 de abril para las elecciones, último
domingo de ese mes y primero tras la Semana Santa. Puede que sí, esto sea lo más
probable, pero acostumbrados como ya nos tiene Sánchez al ejercicio del
funambulismo y la sorpresa no es descartable cualquier otra opción. Cuenta él
con la ventaja del ajedrez de decidir cuándo y qué movimiento ejecutar, pero
visto con perspectiva no queda nada claro cuál es la mejor de las opciones que
tiene sobre la mesa, o la menos mala. Los barones de su partido, que tienen el
examen electoral a finales de mayo, de manera inaplazable, no verían nada bien
que Sánchez optase por el superdomingo electoral, juntando todas las elecciones
ese día. Sería un ahorro de costes y pesadas campañas electorales el hacerlo
todo a la vez, a riesgo de desvirtuar el resultado y la visibilidad de unas y
otras elecciones, que quedarían inevitablemente vinculadas y enredadas.
Convocar las generales en abril nos llevaría a una doble dura campaña
electoral, y el resultado de las primeras elecciones sería condicionante de las
segundas, que muchos utilizarían como una segunda vuelta. Además no es
descartable una desmovilización del voto en esa segunda convocatoria por mero
hartazgo de los electores ante tanta urna. ¿Y cómo afecta esto a las
expectativas electorales? Pues depende de a quienes preguntes. Para el PSOE no
está claro que haya fechas buenas, sumido en un dilema tras el golpe de los
independentistas. Parte de su discurso está desarbolado y en sus bases conviven
militantes muy motivados con el sanchismo con otros que ven a la figura del
actual presidente como un peligro. La situación de Podemos es aún peor.
Desgarrado por sus luchas internas, con sus confluencias divergiendo unas de
otras y con el líder supremo de baja paternal para lo que le interesa y
ejerciendo el liderazgo cuando cree que su mujer no da la talla (vamos, lo que
siempre se ha llamado machismo) se arriesga a una importante bajada de votos y
a la aún mayor pérdida de escaños por el efecto de la ley electoral. En el otro
lado, Ciudadanos y PP llevan tiempo reclamando elecciones y por ello, se supone,
están más preparados para ellas, pero eso no quiere decir que les vaya ir mejor
o peor. A día de las expectativas es que Ciudadanos mejorará su número de
escaños, aunque fuera sólo por el hecho de superar a Podemos como tercera
fuerza y el efecto en el reparto que eso supone, La situación del PP es más
compleja. El liderazgo del histriónico Casado se ha asentado sobre un sector
del partido, en medio del silencio del otro, orillado por completo, y la
competencia que plantea Vox sobre parte de su electorado puede hacerle perder
votos por ambos extremos del espectro, el de los derechistas duros y los más
tibios. Debiera saber Casado que sin la “derechita cobarde” que mencionan de
manera insultante los de Vox (son así, es su estilo) no se puede gobernar, y si
lo que aspira es a convertir al PP en un partido de “desacomplejados” puede
lograrlo a costa de perder escaños, que son los que votan leyes y respaldan
gobiernos. La mayor fragmentación derivada de la segura entrada de Voz en el
Congreso complicará aún más la asignación de escaños por provincias y el
escenario de la cámara puede ser quizás incuso más complejo que el presente.
Lo
que es seguro es que nadie va a ganar esas futuras elecciones ni con mayoría
suficiente ni clara, y como ya nos estamos acostumbrando, quedar primero no
implica en ningún caso poder gobernar. Se da por segura una unión PP Ciudadanos
Vox, en un pacto a la andaluza, pero no es descartable una entente Ciudadanos
PSOE si los números dan y el PSEO postelectoral vira en aspectos catalanes
respecto a la postura mantenida por Sánchez. Desde luego no se atisba un
panorama estable, y el caos político y la parálisis económica que vivimos se
prolongará meses y meses y meses casi con total seguridad. Y en medio del
desgobierno la ciudadanía tira para adelante y la sociedad no logra realizar muchas
de las reformas que los tiempos y retos que vivimos nos exigen. De esos
problemas de fondo no habla nadie, y en campaña menos.
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