martes, julio 30, 2019

Ciudadanos, o crisis de la nueva política


Con el bloqueo político que vivimos, y que en la práctica se prolonga ya desde hace algunos años, comienzan a surgir voces sobre la necesidad de las nuevas formaciones que aparecieron en el mercado de la política hace pocos años y tienen pinta de haber sido sometidas a un proceso de envejecimiento muy acelerado. Sin llegar al lustro de existencia, términos como purga, depuración, críticos, limpieza y cosas por el estilo llenan los comentarios al referirse a las mismas, y se ve que reproducen, a escala, los comportamientos de los “viejos partidos” como ellos los denominan, a los que aspiraban a suceder. Parece que ese objetivo maximalista ya nunca va a ser alcanzado. ¿Cuál es, entonces, su futuro?

Si ayer analizaba algo más en detalle la situación de un Podemos decadente y anclado en las necesidades de la familia Iglesias Montero, podemos echar hoy un vistazo a Ciudadanos, que sufre desgarros constantes y se encuentra cada vez en una situación más incómoda. Los resultados electorales fueron buenos para la formación, su uno los compara con los de comicios anteriores, pero dejaron al partido de Rivera en la tierra de nadie, como me gusta decir, un lugar árido en el que no logra sobrepasar al PP, imposibilitando ese sorpasso por la derecha al que aspiraba y no se convierte en fuerza decisiva para casi nada. Mejora, sí, pero insuficiente. A partir de ahí las pulsiones en la formación han ido creciendo a medida que rivera ha escorado su discurso y cerrado vías de entendimiento con formaciones que no sean el PP. A escala, lo que pasa en ese partido se parece un poco a Podemos, de tal manera que la formación se está convirtiendo en un medio para que las ambiciones personales de sus dirigentes sean satisfechas y, si no es así, el medio se corrompe. En cierto modo es algo que le pasa a todos los partidos políticos, dado que las personas que los dirigen son ambiciosas y luchan por el poder por encima de lo que sea. De hecho para eso se presentan a unas elecciones. El problema es cuando tus ansias son excesivas, tus deseos absolutos y tus prisas letales. Puede que Ciudadanos encontrase en las pasadas elecciones su techo, dado que era una formación que jugaba a dos bandas y trataba de sacar votos del centro izquierda y centro derecha. La idea de orientar el partido a la derecha para crecer más por ese costado deja desguarnecido el flanco izquierdo y supone una peligrosa sangría de votos por esa ala, en la que no sólo hay socialistas desencantados. También habitan en ella auténticos creyentes de un pacto transversal, de una búsqueda de acuerdos que eviten los “rojos y azules” que muchas veces con acierto menciona Rivera. Las bajas de dirigentes de Ciudadanos de estas últimas semanas (Roldán, Serrano, Maura….) representan una enorme pérdida de capital humano para el partido, y para la política española en general. Son profesionales de prestigio acreditado, moderados, no sectarios, que buscaban una entente para arreglar los graves problemas que nos afligen, que pudieran estar equivocados o no, pero desde luego no actuaban con orejeras al servicio de una estrategia de acoso y derribo. Frente a ellos, los Sánchez, rivera, casado e Iglesias suponen polos opuestos, no tanto en ideología como en formas, en autoritarismo, en necesidad de adoración al líder y seguimiento sin fisuras. Con la remodelación de la cúpula aprobada ayer, Rivera tiene un Ciudadanos mucho más a su medida personal, pero, creo, mucho menos a la medida de la sociedad española. ¿Tenía Ciudadanos otras opciones? Creo que sí ¿Por qué no ofreció Rivera un acuerdo a Sánchez con unas claras líneas rojas en cuestiones como el separatismo, Cataluña, etc a cambio de un apoyo parlamentario? ¿Por qué renunció a que el candidato socialista se retratase públicamente en esos aspectos antes de iniciar su ofensiva de derribo?

La pregunta que se hacen muchos, hoy mismo, es por qué si el escenario político no hace más que dibujar el manido enfrentamiento entre izquierda y derecha tenemos opciones múltiples que sólo sirven para enturbiarlo todo. Visto lo visto, si uno quiere que gobierne la izquierda debe votar al PSOE y huir de Podemos. Si quiere que gobierne la derecha debe votar al PP y escapar de Vox lo más rápido posible. ¿Dónde queda Ciudadanos en este marco polarizado? Se arriesga el partido de Rivera a ser carcomido por ambos extremos por el voto útil y quedarse con las raspas de la formación, lo que no sería nada útil para un candidato, Rivera, al que se le empieza a cerrar el cielo del poder de manera más o menos clara. Eso para todo político es deprimente, y parece ser, fuerza a cometer errores de bulto. Que se le pregunte al mesiánico faro luminoso de Galapagar.

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