martes, julio 09, 2019

Despidos a lo Deutsche Bank


Muchas son las entidades financieras que vienen a la cabeza si uno piensa en la crisis financiera, encabezadas por Lehmann Brothers y seguida probablemente por la que en el país en el que nos encontremos sufriera los mayores problemas. Eso para nosotros es decir Bankia o Cataluña Caixa. Pocos pensarían en Deutsche Bank, y sin embargo esa banca alemana es una de las mayores perjudicadas por el desastre, una de las principales causantes del mismo y un perfecto ejemplo de mala gerencia, organización, gestión y práctica, que le ha hecho verse vuelta en todo tipo de escándalos y generar unas pérdidas que, año tras año, no hay manera de contener.

Hace unos meses volvió con fuerza el rumor de la fusión de las dos principales entidades alemanas, Deutsche y Commerzbank, donde esta segunda haría el papel de líder del conglomerado, dado que su salud financiera es mejor que la de su socia. Esta idea ha rondado mucho por la mente de los reguladores del BCE y de los operadores privados, y parecía que esta vez la cosa iba muy en serio, pero nuevamente se frustró. Acusaciones de posición dominante del nuevo grupo en el mercado alemán y violación de algunas de las leyes de competencia internas y comunitarias fueron, creo recordar, los principales argumentos esgrimidos para no seguir adelante con el proyecto. Puede que eso sea cierto, no lo se, pero lo que sí es seguro es que los ejecutivos de Commerzbank debieron empezar na ver las tripas de las cuentas de Deutsche y, en ese caso, entiendo que el proyecto fracasase. Con una cotización bursátil que es ahora menos de la décima parte de lo que lo era antes de la crisis, Deutsche es un paquebote con numerosas vías de agua que amenaza con embarrancar en cualquier momento. Sus actuales gestores han decidido cortar por lo sano y lanzar un plan de reflote de la entidad que contenga las pérdidas y le permita ser viable. ¿Y por dónde empiezan todos estos planes? Como siempre, por el despido de la plantilla. Se van a despedir a 18.000 empleados, que son un quinto del total de los que trabajan en esa entidad, despidos que se realizan en la matriz de Frankfurt y en todas las delegaciones que, en una empresa como esta quiere decir todo el mundo. Y los despidos son de verdad, de esos que te dejan con la sangre helada y te hacen pensar mucho, y eso sin estar afectados por ellos. Ayer mismo muchos empleados de las delegaciones de Hong Kong, Londres y otras muchas ciudades acudieron a su puesto de trabajo, como cualquier lunes, y se encontraron con la carta de despido, una indemnización de un mes de salario y una caja de cartón para recoger sus enseres personales y abandonar las oficinas, en las que habían desarrollado su trabajo hasta el pasado viernes, antes de las once de la mañana. Reuniones, proyectos, citas pendientes, tareas que estaban programadas para ayer, saludos después de un par de días sin verse… decenas y decenas de escenas similares que se dan en las oficinas de todo el mundo se vieron truncadas ayer de una manera brusca e inevitable. Departamentos enteros quedaron, supongo, laminados, diezmados, con bajas incontables. Los afortunados que no vieron como la caja de cartón se acercaba a su mesa se sentirían aliviados por un instante, pero seguro que llenos de congoja por la pérdida de los compañeros y de miedo por no saber si será hoy o mañana cuando la entidad decida que sean ellos los prescindibles. Imagine, por un momento, los planes vitales de esas 18.000 personas despedidas, que tienen familia, o no, hipotecas, o no, vacaciones contratadas, o no, miles y miles de posibilidades distintas que eran construidas por cada uno de ellos y que ayer quedaron en suspenso. A partir de las once de la mañana nada impedía que volvieran a casa, a un hogar que dejaron cuando aún era oscuro con la ilusión de un nuevo día y con planes de futuro, y que ahora se convierte en un hogar lleno de problemas y cuentas que cuadrar.

La imagen de la caja de cartón es muy anglosajona. Muchos la vieron por primera vez en los medios con motivo de la caída de, vaya, Lehmann Brothers, pero es muy común en ese mercado laboral que las decisiones de despidos sean siempre así de fulminantes, y que todos los empleados mantengan en su interior la sensación de provisionalidad en sus puestos, de saber que cualquier día será el último. Ello eleva los niveles de estrés y competitividad, y hace que el rendimiento del trabajador sea el máximo posible, pero a costa de un estilo de vida nefasto y de una competencia que puede ser muy dañina para el propio empleado y para la empresa. Deutsche es el perfecto ejemplo de cómo no gestionar un banco. Y no, no es español, es alemán.

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