Cuando hace ya varias semanas comentábamos el proceso de fusión entre Caixabank y Bankia señalábamos que era el primer paso de consolidación en un sector necesitado de ella, ya antes de la pandemia, pero que tras el desastre económico provocado por ella se hacía aún más acuciante el movimiento corporativo. Hay otro proceso en marcha en estos días, de menor dimensión, la unión entre Unicaja y Liberbnak, pero todos los ojos estaban puestos en las dos grandes figuras del panorama nacional, BBVA y Santander. Algunas voces auguraban incluso un matrimonio entre ellos, pero a mi siempre me parecía una opción tan remota como inviable. Finalmente se ha impuesto la lógica y no ocurrirá lo que era casi imposible.
Fue el de ayer un mal día para los que, el viernes, vendieron acciones del BBVA o Sabadell. Amparados en el fin de semana, los directivos del banco vasco cerraron ataron los cabos de una operación financiera de gran calado que le supone al BBVA poder aumentar de tamaño sin recurrir a una ampliación de capital, cosa que siempre es costosa en forma y, en estos tiempos, problemática en el fondo. A primera hora de ayer se hizo pública la venta del negocio norteamericano de BBVA por unos 9.000 millones de euros, cifra que multiplica notablemente los beneficios anuales que generaba esa división. Esa enorme inyección de liquidez que el banco generaba al desprenderse de una parte de sí mismo era la palanca necesaria para abordar un proceso de integración, y ya por la tarde los medios de comunicación consensuaban que el BBVA y Sabadell empezaban a crear grupos conjuntos de cara a su integración. Si en el caso de Caixabank y Bankia era el primero la que se comía, en la práctica, a la segunda, aquí pasa algo parecido. BBVA es bastante más grande, se mire por donde se mire, que su hasta ayer competidor local, por lo que el proceso se venderá como una integración, pero se ejecutará como una absorción, con ese dividendo enorme obtenido por la entidad azul como colchón para cubrir los costes iniciales del proceso. Tras la unión el peso nacional de la entidad resultante la lleva a pertenecer al trío de los grandes, donde el Santander sigue siendo el predominante, y en el plano internacional altera sustancialmente las regiones en las que trabaja. La cesión del negocio en EEUU hace al antiguo BBVA mucho más dependiente de mercados emergentes como Mexico, Brasil o Turquía, pero el nuevo Sabadell otorga una posición muy interesante en Reino Unido, donde en su momento se hizo con el TSB, por lo que la nueva entidad tiene una pica en un mercado financiero tan competitivo como ese, cosa que le vendrá muy bien. El proceso de fusión, como todos los casos, implicará la reducción de departamentos duplicados y un nuevo desbroce a la red de oficinas, que se llevaría a cabo en todo caso dado que esa es una de las principales vías de reducción de costes que tienen ahora las entidades financieras, dado que la mayor parte de clientes llevan ya la sucursal del banco en el móvil. BBVA es una de las entidades que más peso le ha dado a la digitalización de su negocio y a la operativa vía apps, siendo la suya una de las mejor valoradas por los usuarios, pudiendo ser utilizada para operar con cuentas de otras entidades además de la propia. A buen seguro los sistemas informáticos de la entidad catalana y vasca tendrán poco que ver, pero serán los azules los que se lleven el gato al agua en el proceso, siempre complejo, de unificación técnica. Las acciones de ambos bancos se dispararon ayer en bolsa, con subidas de cerca del 20%, motivo por el que el inversor que el viernes liquidó posiciones en ellos a buen seguro ayer se estaba mesando los cabellos afligido, con dolor por el coste de oportunidad no de lo perdido, sino de lo no ganado, que quizás no haga tanto daño como el primero, pero puede ser igualmente cruel. Bien lo saben los que trabajan en el negocio bancario.
La pregunta que rondaba ayer muchas cabezas tras el desarrollo de la operación era, y ahora, el Santander, ¿qué? La entidad cántabra de momento no mueve ficha en el proceso de concentración, pero sí en el de reducción de costes, con la presentación hace pocos días de un nuevo ERE que jibariza su red de oficinas y reduce aún más su plantilla. Por tamaño, el Santander no necesita para nada crecer en España, pero sigo pensando que es el candidato ideal para una operación europea, una fusión transnacional entre entidades de la UE, para crear un gigante continental. El BCE recibiría con los brazos abiertos una operación así y sería una enorme noticia para aumentar la densidad de la urdimbre financiera que se teje en la eurozona. Toca esperar y ver si se da un movimiento de ese tipo.
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