Es Javier Cercas un excelente escritor, novelista de lo cotidiano, que en sus textos afila la punta y deja al lector sometido a vaivenes de los que no saldrá impune. Ecléctico como pocos, en su narrativa se encuentran novelas convencionales, escritos que bordean la autoficción tan en boga en estos tiempos y aproximaciones al ensayo tan originales como certeras. Ha contado con el respaldo de crítica y público desde el inicio de su carrera, que crece día a día tanto por la obra publicada como por el impacto de la misma. Leer a Cercas es necesario, además de gratificante, y sus libros son una recomendación segura para aquel que pide material en el que sumergirse y aún no lo conoce. Si ese es el caso, no lo duden, adéntrese en sus textos.
Cercas no vive en una torre de marfil, aislado del mundo, sino en Gerona, en medio de una Cataluña sometida al delirio independentista y controlada, política y mediáticamente por una secta intolerante que ha enarbolado el separatismo como podía haber lucido la bandera del arrianismo, cualquier cosa con tal de mostrar su intolerancia a las ideas de otros y el racismo absoluto a quienes consideran inferiores, que son todos menos ellos. Cercas no se calla, cuando le pregunta por política responde, cuando le preguntan por la sociedad se moja, y eso, en el ambiente tóxico en el que ha arraigado la infamia nacionalista catalana es peligroso. Cercas no es dócil, no se convierte en un perrito amaestrado, como muchos otros, que saben que si callan ante la dictadura que allí se está creando podrán cobrar unas migajas del dispendio de dinero público y privado que las élites están realizando en nombre de una fantasiosa patria estelada. Cercas no necesita subvenciones para vivir, se basta y se sobra con su obra, ni soporta que una dictadura, se vista como se vista, le imponga el qué pensar y el qué decir. Cercas ya se ha colocado en el bando de los malos catalanes, que es el bando de los malos vascos ante el nacionalismo batasuno y la mafia eterra, o era el lado de los malos españoles a ojos de la dictadura franquista, o era el lado de los malos norteamericanos para Trump, o era…. Siempre la misma historia de odio, de mentiras, de falsedades sembradas por el grupo de intolerantes de turno que adquieren semejante fuerza y tamaño como para ser tenidos en cuenta por el resto de la sociedad y, sobre todo, temidos. Cada vez que Cercas acude a TV·, o a cualquier otro medio de comunicación de todos, convertido en un ruidoso altavoz sectario de esa tropa de intolerantes, dice la verdad en medio de la mentira guiñada que no deja de salir de esas ondas. A cada pregunta responde con educación, sinceridad, rebatiendo un falso discurso victimista que siempre es adoptado por los matones de la esquina cuando realizan sus fechorías. Y eso convierte a Cercas en blanco de tiro para los intolerantes, que alientan a sus jaurías en las redes para que le insulten y calumnien sin cesar. Como dice el escritor, en Cataluña se ha instalado la mentira, que crea esclavos, y a todos los que no se someten se les presiona sin fin para que, o se callen o se larguen. Son tratados no ya como ciudadanos de segunda, no, sino como residuos, como restos que deben ser depurados, eliminados de la vista. A escala el odio sembrado en esas Comunidad funciona con la eficacia con la que lo ha hecho en el País Vasco durante décadas, bien es cierto que allí con el respaldo de una banda mafiosa asesina, que otorgaba a todo el panorama un sabor mucho más siniestro y peligroso, pero el mismo odio, el mismo racismo, el mismo supremacismo, la misma comprensión hacia el violento por parte de las autoridades locales y regionales, el mismo esquema dictatorial, perfeccionado hasta el extremo gracias al tiro en la nuca, es lo que se está sembrando en una Cataluña económicamente rica hasta el hartazgo, pero ya gangrenada por ese virus del odio y la mentira, en el que tantos viven.
Frente a ellos, Cercas, y muchos otros, pero ni mucho menos todos, se planta y sigue gritando, ante los terraplanistas que la tierra es redonda, ante los negacionistas del virus que el Covid existe y mata, y ante los sectarios independentistas que la libertad es mucho más que ellos, que él es catalán, como todos los que allí viven, que nadie puede calificar a otros como buenos o malos en función de su ideología, y que ni se va a largar ni se va a callar. Ante una dictadura en proceso de formación, que no es otra cosa lo que sucede en Cataluña desde hace ya algunos años, y el silencio cómplice de tantos que se dicen intelectuales y progresistas, Cercas, se levanta como un faro luminoso en medio de la tormenta, y no deja de recibir embestidas de olas fanáticas. Somos muchos los que estamos, contigo, los que estamos con Javier Cercas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario