Ayer el INE publicó el dato adelantado del IPC de noviembre. Se ha puesto de moda, copiando de los americanos, para variar, presentar un dato adelantado de ciertas estadísticas antes de elaborar el definitivo y preciso, para así aumentar la frecuencia con la que se dispone de información, aunque haya riesgos de que sea imprecisa. Noviembre se acaba hoy, y el dato de ayer tendrá información hasta, como mucho, el viernes 25, por lo que puede haber retoques en los valores definitivos. ¿Compensa el valor de la información adelantada el riesgo del margen de error? Creo que sí, porque salvo que pasen cosas muy raras al final del mes, la tendencia que se ve se suele mantener.
Los precios van mal, pero podía ser peor, es una lectura posible del dato conocido ayer, tratando de buscar consuelo en medio del disparate de precios que vivimos. El dato anual adelantado para noviembre llega hasta el 6,8%, un valor muy alto, pero cinco décimas menos de lo que se calculó para octubre, y cuatro puntos por debajo del máximo de la serie, alcanzado en julio. Parece que la curva de precios empieza a descender desde esos niveles insoportables hasta llegar a una zona muy dolorosa. Esta es la buena noticia del dato de ayer, la mala proviene de la inflación subyacente, que es el IPC al que se le quitan los precios de la energía y los alimentos frescos ¿Por qué? La idea es que esos dos componentes están sujetos normalmente a fluctuaciones irregulares, exógenas, que introducen mucho ruido y no tienen por qué repetirse, de tal manera que, hacia arriba o hacia abajo, mueven la serie de precios de una forma errática. No quiere decir eso que los precios de esas variables no nos cuesten a la hora de comprarlos, pero sí que si que, pongamos, si hay unas heladas fuertes y el precio de unas frutas de temporada se dispara es un fenómeno que no tiene que ver con la economía y que no se va ab repetir en los próximos meses, cuando el precio de esas frutas de temporada ya no se cuente. Al subyacente indica la tendencia de fondo de los precios, es una curva que no tiene tantas crestas y que se mueve más despacio. El dato adelantado de noviembre es del 6,3% y no refleja una caída desde el mes anterior (es más, sube una décima) sino que muestra una meseta que, desde el mes de junio, se sitúa por encima del 6%, con pocos altibajos. Esto indica que, eso que se llama “efectos de segunda ronda” se extienden por los sectores productivos y consolidan un alto nivel de inflación. Supongamos que tenemos un shock de oferta por la subida de un coste exógeno, la energía. El productor que usa la energía intentará inicialmente absorber esa subida de precios en su cadena de valor para no trasladarla a la venta y destruir demanda (la inflación subyacente no sube pero el IPC sí por el aumento del precio de la energía). Si el shock de precios se diluye en breve el productor ha cargado con el incremento de coste, reducido temporalmente su beneficio y la economía ha absorbido el golpe sin muchas consecuencias (la inflación subyacente no se entera y el IPC baja) pero si el shcok se prolonga en el tiempo el margen de absorción del productor se reduce y llega un punto en el que, o sube precios, o los costes le impiden producir, y traslada en su precio de venta ese incremento de coste, que acaba llegando al consumidor final. El IPC sube y la inflación subyacente comienza a hacerlo, y así, cuanto más intenso y prolongado sea el fenómeno que origina el aumento de costes, mayor será el efecto inflacionario, total y subyacente, y es mucho más difícil que los precios bajen en las cadenas productivas que ya han internalizado un coste nuevo. En este ejemplo la causa de la subida de precios es un shock de oferta, pero podría ser otra, como un disparo de demanda, un problema logístico global, un sobreestímulo monetario, un proceso de burbuja en un sector, etc, o todo junto y revuelto.
La inflación destruye valor, es un impuesto injusto que empobrece a la población, y más a las clases bajas y medias, en las que el consumo es un porcentaje mucho más alto de sus gastos que en las altas. Bajar las tasas de inflación es una de las mayores obligaciones de un gobernante, y la obsesión de las autoridades monetarias. Los datos de ayer muestran una cierta luz en el caso español, pero los datos europeos siguen siendo muy graves, en aquellas naciones en las que el peso del gas ruso es mayor que en el nuestro. Va a costar mucho que la subyacente se modere, pero hay que hacer lo debido para que eso suceda. El año que viene esa curva debe caer sí o sí. Más nos vale.