Día a día contemplamos imágenes que nos llegan de la guerra entre Israel y Hamas que resultan difícilmente digeribles. Violentas escenas no tanto de combates, como de sus consecuencias. Uno sabe que en toda guerra hay propaganda y manipulación, y más en estos tiempos de tecnologías de perverso uso, pero lo cierto es que ver un hospital destrozado, sangrante, con pacientes desde bebes a ancianos tirados por el suelo, muertos o heridos, en medio del caos, es indigerible, resulta insostenible. Puede que bajo ese complejo se encuentren infraestructuras de Hamas, y sabiendo como son los yihadistas es más que probable, pero lo que contemplamos es otra cosa.
El avance israelí en Gaza es completo, al menos en la zona norte, donde se encontraba la capital de la franja, de igual nombre. El número de edificios destruidos es inmenso y la situación de muchos otros resulta imposible de revertir, por lo que si las cosas siguen como hasta ahora dentro de poco la ciudad será un recuerdo, un lugar devastado donde volver a vivir sea imposible. La gran mayoría del medio millón de habitantes que antes residía en la urbe huyeron al sur de la franja para tratar de salvar sus vidas, pero empieza a ser obvio que no van a tener a donde volver, porque lo que un día fueron sus hogares están dejando de existir. El objetivo del ejército israelí, por ahora, es el de laminar la zona norte de la franja tanto en superficie como, sobre todo, en profundidad, destruyendo la red de túneles que la recubren por debajo y permiten a los yihadistas atacar a su vecina nación, esconderse y almacenar munición. Al ritmo que avanzan las operaciones es probable que para antes de las navidades todo el norte de la franja esté bajo el control de las IDF, por lo que el núcleo de Hamas en el norte puede darse por liquidado. El balance de bajas civiles de la guerra por el lado palestino supera ya las 13.000 según varias fuentes, mientras que son unos 400 soldados israelíes los fallecidos en combate desde que estos se iniciaron, a los que se deben sumar los 1.200 aproximadamente que fueron asesinados por las milicias yihadistas en los atentados del 7 de octubre. Más allá de las cifras frías, el saldo provisional de la guerra ofrece la imagen de una región, Gaza, en la que la vida era ya muy precaria y donde nada va a poder volver a ser como lo era, porque muchos de esos territorios serán inhabitables. ¿Es ese el objetivo buscado? No lo descarto. Una manera de garantizar la seguridad de Israel es arrasar las zonas limítrofes desde las que actúan los islamistas que buscan destruirla. Si eso es así, surge al instante otra pregunta. ¿Dónde van a residir los cientos de miles de gazadíes que ya no podrán volver a sus ciudades? La dimensión de la franja se reduce día a día a medida que las IDF conquista territorio y Egipto, que no quiere saber nada del tema, elude por completo la posibilidad de que la marea humana que se acumula al sur de la franja pueda cruzar el paso de Rafah y asentarse en el Sinaí, en lo que sería un inmenso campo de refugiados en territorio egipcio, de muy difícil control y mantenimiento. No tengo respuesta a esas dos preguntas, y sospecho que nadie las tiene. De hecho, uno de los temores que circulan en Washington desde que empezó la guerra es que Israel tampoco tiene respuesta alguna ante esas preguntas. Si logran hacerse con el control total, o de una amplia zona de la franja, ¿quién va a regirla después? ¿Cómo se va a garantizar el retorno de una población desplazada a un lugar arrasado en el que sólo hay escombros? Puede que los milicianos de Hamas sean eliminados, como desea Israel y dice ser el objeto principal de su ofensiva, pero ¿cuántos de los miles, cientos de miles de refugiados palestinos que huyen de sus barrios para salvar el pellejo no decidirán en el futuro apuntarse a una causa yihadista como venganza ante lo que está pasando? ¿Siembra Israel, con su ofensiva, la semilla de un nuevo terrorismo en el futuro? Comentaba el otro día un experto anglosajón que, en parte, Al Queda surge como respuesta a la guerra del Líbano y que el ISIS se ve muy alimentado por la guerra de Irak. ¿imágenes como las que vemos alimentan la creación de otra criatura yihadista que buscará cruel venganza?
De momento la guerra no se extiende a otros frentes, lo que era uno de los temores que todos teníamos, y creo que en parte se debe a la propia brutalidad con la que está actuando el ejército israelí. Hezbolla y demás milicias observan cómo Hamas es arrasada sin piedad y, pese a la retórica belicista, ni les ayudan ni empiezan una ofensiva por su cuenta. Quizás estén esperando al momento adecuado, o tengan miedo real a ser destruidos y acabar en ruinas como Gaza, o estén esperando un futuro en el que la posición israelí se debilite y les dé un margen de oportunidad. De momento, usados por los yihadistas, asediados por las IDF y abandonados por sus compatriotas de fe, los palestinos de Gaza se enfrentan a un no futuro, a la inexistencia.
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