Las encuestas pronosticaban un resultado muy ajustado en las presidenciales argentinas, la segunda vuelta en la que se enfrentaban el candidato peronista y el histriónico de Milei. En la primera vuelta, hace un mes, la sorpresa fue que Masa, el candidato peronista, quedó primero, algo que casi nadie esperaba, y desinfló parte de las expectativas que se habían creado en torno a la extraña figura de Javier Milei, al que algunos ya daban como ganador por mayoría absoluta en esa primera votación. Ayer la expectación era máxima y se esperaba una noche ajustada en Buenos Aires, pero siguiendo la racha de desacierto de la demoscopia, no ha habido mucha intriga.
Con una diferencia muy clara, Javier Milei se ha hecho con la presidencia de Argentina y tiene el mandado popular para llevar a cabo algunas de sus controvertidas políticas, que veremos a ver en qué se quedan. El país, sumido en una profunda crisis económica tras años de desastrosa gestió0n peronista kichnerista, ha tirado por la borda y ha decidido darle el poder a un personaje exagerado, chillón, amigo del exabrupto, un fiel reflejo de los populismos que vivimos en Europa o EEUU, alentado por la rabia y la pobreza, y la sensación de estafa que el ciudadano tiene en la política convencional. Mieli se erigió en un salvador, y eso es lo que buscan los argentinos con su elección. Lamentándolo mucho, tengo que confesarles que los salvadores no existen, los milagros tampoco, y la ruina en la que se vive en la nación porteña va a requerir mucho trabajo serio y tiempo, y no gritos y ocurrencias, para ser revertida. Con una inflación que supera de largo el100% anual y un PIB que cae, la pobreza se ha convertido en el horizonte vital de una enorme cantidad de argentinos. Los millonarios de las torres de apartamentos que flanquean el estuario del Río de la Plata y que contemplan Buenos Aires desde las alturas son la excepción en un país de bajos sueldos, carestía insoportable, trapicheo y cambio ilegal, con una moneda, el peso, que cada día vale menos. La idea de Milei de, directamente, dolarizar la economía, no es posible, empezando por el simple hecho de que no tiene dólares, ya que los emite la FED de EEUU, y el stock de dólares que posee el Banco Nacional de Argentina es escasísimo, fruto de todo lo que se ha dilapidado y del propio mal comportamiento de la economía nacional. El ciudadano argentino de a pie usa los pesos en su día a día para comprar (pocos) y vender (menos) cosas, pero sabe que sus ahorros no pueden estar en una moneda que se devalúa a toda velocidad, por lo que acude al mercado negro, donde el dólar “blue” cotiza a un nivel mucho más alto que el falso oficial, que no se usa para nada. Desde hace décadas Argentina tiene un sistema monetario legal y otro irregular, por la debilidad intrínseca de su moneda, y eso no se va a arreglar si la economía nacional no funciona, sea cual sea la moneda en la que ese desarrollo se contabilice. El experimento de la paridad, en el que el gobierno garantizaba la conversión de un peso por un dólar, acabó en un desastre total, el corralito, la caída del gobierno y unos disturbios de aúpa por parte de la ciudadanía, que vio evaporarse sus ahorros de la noche a la mañana. Es lógico que un mensaje anitmonetario nacional como el que ha lanzado Milei haya sido visto con atractivo por parte de muchos que ya no tienen nada que perder, porque nada les queda, pero sinceramente, no veo a este personaje capaz de desarrollar política alguna de una manera mínimamente seria. O se transforma radicalmente y se deja asesorar por gente fría y que sepa o el riesgo de que Argentina profundice en su espiral de decadencia económica es muy cierta. Hoy el peso cotizará el resultado electoral, y dado que Milei decía que debe desaparecer, a lo mejor eso sí que se produce en los mercados de cambio, empezando así un proceso de transición a lo desconocido que puede salir bien, mal o peor, pero para lo que no hay garantía alguna. De momento, el personaje Milei promete muchas tardes de gloria y memes pero, me temo, bastante menos fuste y capacidad de gestión.
Tras muchos años, el peronismo ha sido derrotado y abandona la casa rosada. Las últimas versiones de esa extraña y populista ideología han estado dominada por el clan Kichner, un grupo de personajes estrafalarios, derrochones e incompetentes, preocupados por mantener sus fortunas y porque la justicia no les atrapase en sus múltiples tramas corruptas. Nula pena por su merecida derrota, pero escasísima esperanza en que un personaje como Milei pueda enderezar el rumbo de aquel país. Para el ciudadano de a pie, estas elecciones presentaban la disyuntiva entre el desastre conocido y el desastre por conocer. Pues vamos a ver qué desastre nuevo nos espera.
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