El pasado viernes, por primera vez en la historia, el índice SP 500 de la bolsa de Nueva York cerró por encima de los 5.000 puntos. Tras un inicio de enero con altibajos, febrero ha sido una sucesión casi constante de máximos históricos que ha llevado a la bolsa y a sus tres índices de referencia, el citado SP, el Dow Jones y el Nasdaq, a tocar cotas nunca vistas. El 5.000 tiene valor como símbolo, pero no es un soporte ni tiene significado dentro de la teoría chartista, la que se basa en elucubrar el futuro por la forma de los gráficos. Eso sí, alcanzarlo permite publicar titulares muy redondos y llenar portadas con la conquista de otra cima, una más.
Gran parte de la subida de los índices norteamericanos se ha producido en estos últimos años gracias a las llamadas siete magníficas, empresas tecnológicas relacionadas tanto con internet como con las tecnologías relacionadas, especialmente en el campo de la fabricación de semiconductores y la IA. Microsofto, Apple, Alphabet (Google) Meta, (Facebook), Nvidia, Tesla y Amazon son monstruos que, en algunos casos ya viniendo del olimpo y, en otros, entrando recientemente en él, han alcanzado valoraciones directamente inimaginables. Las dos primeras de la lista son las primeras empresas del mundo cuya capitalización bursátil supera los tres billones de dólares, con b de burrada. Esto significa que, en bolsa, Microsoft o Apple están valoradas, cada una de ellas, como dos veces el PIB de España. A precios de ayer al mediodía, todo el Ibex 35 español valía unos 650.000 millones de euros, por lo que, redondeando, cada una de estas empresas vale unas cinco veces toda la cotización de la élite empresarial española. Son unas cifras asombrosas. Nvidia, la última de las llegadas a este grupo de maravilla, supera ya el billón y medio de capitalización, y es la que ha experimentado las mayores ganancias porcentuales de valor de todas ellas a lo largo del pasado año 2023. Nvidia es un fabricante de chips, que durante años fueron dedicados casi en exclusiva a las tarjetas gráficas de los ordenadores, para apoyar al procesador central en el manejo de las imágenes cuando eso era una labor muy intensiva. En el mundo de los videojuegos Nvidia era muy conocida, pero no tanto fuera de allí. De repente, con el boom de la IA, la empresa se ha disparado ¿Por qué? Resulta que la arquitectura de sus procesadores, pensada para ese tratamiento de imágenes que antes comentaba, encaja a la perfección en la manera en la que trabajan internamente sistemas como ChatGPT y similares, ofreciendo un rendimiento mucho mejor que los chips de propósito general que desarrollan empresas como Intel o AMD. Y la demanda de productos de Nvidia no ha dejado de crecer a medida que la IA se ha convertido en el nuevo santo grial de la industria tecnológica. Las inversiones en ese mundo crecen sin freno y a ellas se han subido las siete magníficas, tanto desde el lado del hardware como del software. La semana pasada Sam Altman, el responsable de Open AI, el que fue cesado y reincorporado en el extraño culebrón que se dio en la empresa hace unos meses, afirmaba en unas declaraciones que eran necesarias inversiones en el campo de la IA por valor de billones de dólares para el desarrollo de software, producción de chips, entrenamiento, etc. Cifras monstruosas que dejan los esfuerzos de los presupuestos de inversión públicos convertidos en calderilla. Afirmaba Altman que era el momento para que fondos soberanos de naciones como la saudí o noruega, dotados de una capacidad de gasto que se puede medir en esas escalas inconcebibles, entrasen de pleno en el sector, porque la necesidad de recursos era ingente, pero las posibilidades de ganancia y de nuevos descubrimientos resultaban aún más asombrosas. Uno leía titulares de este tipo y, además de buscar en varias fuentes para comprobar si había erratas con las unidades de medida de las cifras, sentía un cierto estremecimiento por las dimensiones que pueda estar alcanzando el mundo de la IA en el plano ya no tecnológico y de poder, que también, sino simplemente en el financiero. ¿Cómo desarrollas un gasto de semejantes proporciones? ¿Qué sucede si fracasa?
Todas estas noticias juntas, y la bolsa disparada, han llevado a muchos a preguntarse si, realmente, estamos ante una burbuja, repetición a su manera de la “puntocom” que se dio en el Nasdaq hace veinte años, sólo que en este caso centrada en el campo de la IA y sus derivadas. No lo se. Lo malo de las burbujas es que tienen que reventar para, una vez contemplado el destrozo causado, poder afirmar que, en efecto, lo eran. Si no hay reventón no hay burbuja. Tengo el pálpito de que algo parecido a una burbuja se está gestando en ese mundo, pero puede que estemos realmente ante algo novedoso que altere la forma de muchos negocios y genere un efecto escalar no visto. En todo caso toca ser precavido. Ayer la bolsa corrigió ligeramente.
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