El caso de envenenamiento del ex espía ruso Alexander Litvinenko, del que ya me hice eco el pasado Miércoles 22, no deja de sorprendernos. Lamentablemente, este señor falleció en Londres el Viernes, en la habitación del hospital en la que estaba postrado mostrando un aspecto desastroso. Si al principio había dudas de la causa del envenenamiento, éste ya esta claro. No era cianuro, ni matarratas, ni talio, no. Se uso un fragmento de Polonio 210, isótopo del Polonio (habitualmente dotado con una masa atómica de 209), de elevado poder radiactivo. Este elemento, que hasta ahora dormía placidamente en el puesto 84 de la tabla periódica ha saltado a la fama por un oscuro y alarmante asunto.
Lo que está sembrando el caos en Londres es que se han descubierto restos de radioactividad, mas bien trazas, en aquellos lugares en los que estuvo Litvinenko. Resulta que no sólo se envenenó él, sino que parte de al radicación alfa emitida por el Polonio 210 aún es detectable en oficinas, restaurantes y parece que incluso en el hospital en el que fue tratado y donde finalmente falleció. Afortunadamente no reviste peligro alguno para la población, porque es de una intensidad mínima, pero no deja de ser grave que, por primera vez se haya realizado un atentado radiactivo en medio de una población civil. Surgen varias preguntas, y toas ellas muy serias. Una obvia es cómo los malos de esta película, el KGB ruso, introducen el Polonio 210 en Inglaterra, porque no es un elemento que se venda en las tiendas o se encuentre en oferta, e intuyo que deberá almacenarse en estructuras protegidas que pitarán en los arcos de seguridad de los aeropuertos. Si la sustancia ha sido introducida ilegalmente el problema es mayor, porque si lo han hecho los rusos cualquiera puede intentarlo a su vez, visto el éxito (en sentido figurado) de la operación. Puede haber sido sustraído en el interior del país, pero debiera haber habido alguna denuncia de robo por parte de centros de investigación o centrales de reprocesado. En todo caso se trata de una sustancia muy peligrosa y que exige una muy cuidada manipulación por parte de gente muy experta. No es una chuchería.
No es este el caso, pero visto lo ocurrido con unos pocos gramos de Polonio 210, podemos hacernos a la idea de las consecuencias sociales de la explosión de lo que se denomina una “bomba sucia”, un explosivo convencional que dispersa carga radiactiva. Es probable que no causase muchos muertos, más allá de los provocados por el explosivo convencional, pero las consecuencias de dejar irradiadas amplias zonas de una ciudad, con el desalojo, pánico y espera hasta su descontaminación (meses?, años?) pudieran ser gigantescas, tanto a nivel económico como social. Parece ser que la semana pasada vivimos el primer atentado nuclear de la historia y quizás Litvinneko pase a los libros de historia como el primer muerto por esta causa. Inquietante.
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