Que conste que no quería hacerlo, no tenía ganas, y pensaba que iba a poder esquivarlo, pero no puedo. Las elecciones catalanas de este pasado Miércoles 1 de noviembre me producían tanta pereza al menos como a casi la mitad del censo, que se quedó en casa. De poder votar lo hubiera hecho por Ciudadanos de Cataluña, único partido realmente innovador, que ofrece cosas distintas y que intenta salirse del cerco nacionalista impreso en todas las alternativas posibles. Pero no puedo votar, por lo que no lo hice y, descontando la victoria de Artur Mas, me fui a la cama suponiendo que la llamada “sociovergencia” era un hecho, en vista del preacuerdo alcanzado entre Zapatero y Mas.
Pues mira por donde que no. Tomando la expresión del gran Carlos Herrera, la Pasión de Catalanes se desborda. Resulta que, con menos votos y escaños que antes de las elecciones, se reedita el tripartito y vuelve a dejar en la estacada a Convergencia, Mas, Duran y LLeida y todos los demás. La enorme cara de satisfacción de Carod Rovira, líder de Esquerra Republicana era ayer de enorme, casi tanto como la desazón del PSOE, que ha visto como su partido hermano, el PSC, liderado por Montilla el de la Nocilla, su teórico candidato, se ha aliado con su exsocio y dejado en la estacada el plan nacional de acuerdo para sostener el gobierno de ZP en las Cortes. A esto se le puede llamar traición con todas sus letras. Salían ayer los portavoces del PSOE a la palestra con una cara de circunstancias, intentando disimular, sin mucho éxito, el dolor de la puñalada recibida, la congoja que les supone el saberse, nuevamente, en manos de un partido como antisistema Esquerra, que cada vez que aparece en televisión diciendo lo que suele decir habitualmente quita unos cuantos miles de votos al PSOE en toda España. Eso sin contar con el hecho de que el nuevo gobierno va a gestionar un Estatuto de Autonomía pactado entre el PSOE y Convergencia, que Esquerra rechazó, y que ahora, como gobernante, debe aplicar. Es fascinante, la política en estado puro, ni los Dogos Venecianos ni los Borgia hubiesen imaginado un panorama de crueldad, traición y desaires de mayor crudeza. No me extraña que los electores se quedasen en casa.
Y ahora hay dos personajes que supuran por sus heridas. Zapatero el primero, que ha visto como su autoridad era rebatida por su partido hermano, y con ello su imagen en toda España. Poca credibilidad merece quien la pierde entre sus supuestos correligionarios. Y el otro es Artur Mas, obligado a gobernar para salvar su pescuezo, y que ahora se enfrenta a otros cuatro años de oposición, fría y dura oposición, llena de frío, falta de fondos y cargos del partido varados en el paro, que reclamarán alguna cabeza para poder excusarse de tanta derrota. ¿Se cavó este Domingo 5 la tumba política de Artur Mas? Parece que sí, pero quién sabe, entre tanta pasión....
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