Prosigue poco a poco el viaje de Benedicto XVI a Turquía, uno de los más polémicos y peligrosos de los emprendidos por un Papa desde hace muchos años. Calentado tras las torticeras interpretaciones del discurso de Ratisbona de este pasado verano, la gelidez y la distancia a cogen a Benedicto en una visita en la que finalmente ha estado presente el Primer Ministro turco, Erdogan, aunque de manera más que discreta, al coincidir en el aeropuerto de Ankara. Un encuentro en al Terminal, similar al que sufren tantas personas en Barajas, por ejemplo, que se ven y desean alejarse cuanto antes, porque están por allí de paso, aunque a veces no lo parezca.
Hoy está previsto que tenga lugar el acto más polémico del viaje. Benedicto entrará en la Gran Mezquita Azul de Estambul y rezará en ella. Esto, que de por sí no debiera tener mucha trascendencia, es muy importante, porque no es extraño que un no católico entre y ore en iglesias católicas, pero lo contrario es muy poco habitual. Ya Juan Pablo II sentó cátedra orando en templos ortodoxos y en una Sinagoga. Hoy Benedicto romperá otro tabú, aunque con la ferviente oposición de sectores integristas de la sociedad turca e islámica en general. Incluso ha hablado Al Queda. En un comunicado ha afirmado que esta visita forma parte de uan cruzada occidental contra el Islam, lo que da buenas pruebas de la encefalopatía que sufre esta gente y de la alucinante percepción que poseen de la realidad, y con ello de los problemas que pueden causar al resto del mundo. Otro factor por el que está visita se mira con mucha atención es por la siempre pendiente petición de Turquía de ingresar en la Unión Europea, ayer frenada por el contencioso de Chipre. Este tema de la adhesión turca levanta mucha polémica en otros países, especialmente en Alemania y Francia. Reconozco que no es de los que me apasionan, y no lo he meditado en profundidad. Creo que Turquía no es exactamente Europa, dada su posición geográfica, y que no cumple los parámetros democráticos necesarios para poder ser admitida en un club como el de la Unión. Se le achaca su condición islámica, pero eso me preocupa menos que su escaso respeto a los derechos y libertades personales.
A ver que tal sale el rezo de hoy. El Papa podrá disfrutar de uno de los más fabulosos edificios religiosos del mundo, y esperemos que no se produzcan incidentes en todo su recorrido. Hay un libro que se vende últimamente en algunas librerías de la ciudad titulado quién mató a Papa en Estambul, o algo así. Quién le iba a decir al estudiosos y sosegado teólogo Ratzinger hace unos pocos años que se iba a ver involucrado en un fregado semejante al que hoy se enfrenta. Serán cosas de la providencia o del destino.
1 comentario:
Hola Wolfang
Quizá tu crítica sea cierta, pero lo injusto del asunto es la escasa proporción de las respuestas. Es decir, el Vaticano se equivoca muchas veces, demasiadas dado el papel que repesenta en la tierra, pero criticarle o meterse contra él sale gratis, o incluso beneficia a quién lo hace por proporcionarle un aura de progresía. Sin embargo, la crítica, sea acertada o no, al islam, provoca riesgos a quién lo hace, y riesgos que se pueden hacer reales en forma de atentado, muerte o similar. El islam debe depurar esos elementos violentos si quiere ser aceptado por el conjunto de occidente como una religión más. Sino, será estigmatizado como violento, y eso no es bueno para nadie. Asunto complicado donde los haya.
Saludos y gracias por el comentario
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