Ringgg, Ringgg!!! Suena mi móvil en la oficina, cosa que no me gusta mucho, y encima no conozco el número, mal empezamos. A ver quién es..... A sí, son ustedes los albañiles del seguro de mi vecino. Ayer le llamé para que les avisase porque ya ha pasado más de un mes desde que le arreglaron a él su baño y aún no han venido a cubrirme el agujero que tengo en el techo del mío, cubierto cutremente con unos cartones y esparadrapos, y eso cualquier día se viene abajo. Sí, sí, es cierto que debieran haber venido antes......
“Bueno, ¿que le parece si le aviso al pintor para que se pase hoy por la tarde????” Y entonces pienso que mi interlocutor no es consciente de que la gente trabaja, tiene ocupaciones y no puede cogerse una tarde así, de rositas y de golpe. Pues mire. Hoy me viene bastante mal, pero a ver si mañana, ¿A eso de las 15:00? Sí, pienso yo, ¿y cuándo como???? Si es posible lo podemos dejar para las 16:30, pero recuérdele al pintor que debe venir después de que me hayan cubierto el agujero, sino poco va a poder pintar en medio del escombro. “Por supuesto, señor, no se preocupe” Y allí me quedo yo el Martes al mediodía todo ilusionado, pensando que ya me van a tapar el agujero de una vez. Ayer Miércoles por la mañana acabo algunas cosas pendientes y me hago a la idea de que después de comer me tengo que largar a casa, a eso de las 15:30 (como los de Iberdrola, jejeje) para llegar a casa a las 16:00 pasadas y arreglar un poco aquello y cubrir el pasillo con algo, que estas cosas pringan lo suyo. Pues nada, allí me planto y empiezo a hacer todas esas labores, siendo consciente de que este puente (mañana es fiesta en Madrid capital) voy a tener que dedicar algunas horas a limpiar todo, porque hace tiempo que la escoba duerme en el limbo de los justos, y el ejército de liberación de las pelusas unidas no da tregua. Llegan las 16:30 y no aparece nadie, cosa que asumo como normal, pero me empiezo a impacientar a eso de las 17:00, con el mismo grado de ausencia. De repente, tocan el timbre a las 17:25 y preguntan por mi, y abro, ya con la esperanza de que empiece el final de la historia. Cansinamente sube por al escalera un hombre, y le veo llegar armado con escalera, cubo y rodillo........ y me doy cuenta de que es un pintor, y empiezo a temerme que esta historia no se acaba. Le comento al chico que, la verdad, poco va a poder hacer, porque tenía que haber venido un albañil antes que él, y al ver el techo me da toda la razón.
Saca su móvil (de ultimísima generación) y llama a su jefe, supongo, diciéndole donde está y que si no se cubre el agujero el no puede hacer nada. Oigo unas voces por el auricular y al poco el chico me dice que no tenían apuntado en la oficina que tenía que pasarse un albañil (empiezo a poner cara de tonto) y que, ahora que lo saben, ya me llamarán para concertar otro día para que se pase el del cemento, y luego él, algún otro día más tarde. Le doy las gracias por la visita y el paseo, el chico se va escalera abajo y yo me quedo allí, con la tarde perdida, el cartón en el techo, viendo los esparadrapos, que parecen tener forma de sonrisa, mofándose de quién les mira, yo, con una cara de asombro y sensación de tonto a más no poder.
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