Ayer leí, o mejor dicho vi, una videoentrevista a Edwin “Buzz” Aldrin, el segundo hombre en pisar la Luna aquel glorioso 20 de Julio de 1969, en el que el Apolo XI llegó a nuestro satélite y dos hombres, Neil Armstrong y Buzz pusieron sus pies en él. En aquellos días yo estaba a tres años y nueve meses de nacer (puede que no fuera ni si quiera aun proyecto mental) pero el mayor logro de la carrera espacial se alcanzó en una época en blanco y negro. El panorama actual de la exploración espacial es, paradójicamente, más negro que blanco.
Aldrin, que según las malas lenguas es el primer humano en orinar en un planeta distinto a la tierra, se muestra en la entrevista afable, sincero y nada alejado del mundo espacial. Produce sonrojo su enfado al combatir a aquellos que dudan de al llegada del hombre a la Luna, pero es que es lamentable que héroes como Aldrin, Armstrong y demás, y todos aquellos cientos, miles de personas que colaboraron en alcanzar ese logro vena su nombre, prestigio y reputación arrastrados por el suelo en boca de comunicadores, demagogos y seres sin escrúpulos, dispuestos a organizar teorías conspiratorias a la mínima ocasión. Sí, Aldrin pisó la Luna, y eso es tan cierto como que ahora los vivos respiramos y los muertos no. Lo malo es que no se haya vuelto allí desde entonces, y es que la carrera por la Luna fue más un carrera política, de prestigio entre dos sistemas, dos naciones, que una carrera científica. Demostró que la tecnología, espoleada por la iniciativa y, sobre todo, riadas ingentes de dinero, puede lograr casi cualquier cosa. Un viaje a al Luna hoy en día sería una proeza, pero imaginárnoslo en 1969, con los coches que circulaban por las calles en aquel entonces, los teléfonos y, en general, la tecnología que asociamos a aquella época, parece una fantasía. Una vez alcanzado el logro, y ante la aparente ausencia de planes científicos o de explotación económica del satélite, no se volvió a viajar. Desde el 7 de Diciembre de 1972, con el Apolo XVII, nadie ha vuelto a pisar al Luna. Parece que ahora la NASA, que está de aniversario, vuelve a tener planes de explotación lunar, una vez que la etapa de lo transbordadores ha llegado a su ocaso. Espero que haya suerte y pueda ver aterrizar en la Luna. Siempre he dicho que no me gustaría morirme sin ver llegar al hombre a Marte, pero al paso que vamos no lo voy a conseguir, y habrá que conformarse con nuestro bello satélite.
Por cierto, paradojas de la vida, Aldrin pasó una muy mala época tras sus vuelos espaciales. Cayó en el alcoholismo y las depresiones, pero remontó el vuelo, nunca mejor dicho, y ahora vuelve a ser un personaje público, aleccionador y del que se puede y debe aprender mucho. Y encima será el astronauta más famoso del mundo entre niños y jóvenes, porque el muñeco astronauta de “Toy Story” llamado Buzz Lightyear homenajea en su nombre a uno de esos pioneros que, en el verano de 1969, en medio de la emoción contenida del mundo que tan bien retrata Muñoz Molina en su última novela, se subieron a un cohete enorme y llegaron, esta vez sí, más allá de las estrellas.
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