Si es que tenía que pasar, que al final el instinto les puede, y se han dado cuenta de que se quieren, se necesita y se aman profundamente. No estoy hablando de amigos casaderos, ni siquiera de políticos y votantes de cara a las próximas elecciones, no, sino de otra entrañable pareja de tortolitos, Hugo Chávez y Mahmoud Ahmadineyad, que han usado la reunión de la OPEP de este fin de semana par escenificar su amor entre ellos, que no precisamente al mundo. Lo único que han dicho han sido brabatas y desafíos a diestro y siniestro, y como allí no había nadie con arrestos para decirle a esos pesados que se callasen...
Ya me tocó la semana pasada ponerle a caldo a Chávez, así que hoy voy a hablar del amigo Mahmoud Ahmadineyad, más coloquialmente “Ajma”, y es que lo de Irán ya es de vergüenza absoluta. Resulta que es el cuarto productor mundial de petróleo y, agárrense, importa la mayor parte de la gasolina que consume, y todo ello debido a que no tiene suficientes refinería para procesar el crudo. Podría pensar uno que con lo gana el país en un año con el barril podía hacer cientos de ellas, pero claro, eso exige voluntad política y algo de luces mentales, de las que parece ser que “Ajma” no está muy dotado. Digamos, por tanto, que Irán vende el barril a los actuales 90 dólares, importa gasolina de países occidentales a precios occidentales, y luego la subvenciona para que en el surtidor de Teherán cueste en torno a los 7 céntimos de euro el litro. Es decir, casi todo lo que gana con el petróleo se lo gata en subvencionar la gasolina (¿se acuerda alguien de lo de ser más tonto que Abundio, que vendió el coche para comprar gasolina?). De mientras sucede esta estúpida sangría económica, el gobierno iraní, en manos de unos clérigos radicales, oscurantistas y que visten de negro, y con un personaje extraño como imagen del régimen, el inefable “Ajma”, se dedica a proclamar que el holocausto judío es falso, que Occidente les persigue y que su país es tan perfecto que genera envidia en todo el mundo. Seguro que las mujeres iraníes, si se lo pudiesen preguntar, no opinarían lo mismo. Coincidió en mis vacaciones belgas la visita de “Ajma” a Nueva York para la asamblea de la ONU, y le hicieron una serie de preguntas en la Universidad de Columbia, en un ejercicio de democracia pública que honra a EE.UU y que sería impensable en el propio Irán (sea “Ajma” o a otro líder internacional). Fue allí, a preguntas de los universitarios, cuando este preclaro líder afirmo que en Irán no hay problemas con los homosexuales “porque no los hay”.
Este es el tipo de pensamiento que, al parecer, posee un individuo, un régimen, que vive sobre una inmensa bolsa de petróleo, que ya tiene 3.000 centrifugadoras instaladas enriqueciendo uranio para fines “pacíficos” pero que se convertirán en una bomba en poco más de un año, y que no deja de oprimir, asfixiar y amedrentar a una de las sociedades, la persa, más cultas, interesantes y nobles de Asia. ¿Qué va a hacer la llamada Comunidad Internacional ante este hombre? ¿Seguiremos esperando a que tenga la bomba? Lo más triste es que las aspiraciones de estos sujetos las pagamos cada vez que arrancamos el coche. Algo debe cambiar en todo esto.
1 comentario:
Hola David,
Estoy de acuerdo con el fondo del problema. Pero lo de indignarse no aporta mucho, ¿no? ¿qué solución propones? ¿Quién pagaría el coste de otra guerra en la región? ¿Qué sociedad estaría dispuesta a enviar a sus hijos para liberar el petróleo de las garras de los clérigos? Bueno, tal vez los USA están dispuestos a meterse en otro lío, pero en esta ocasión costará un poquito más convencerles, llueve sobre mojado.
Lo siento por los persas, pero ellos echaron al Shá y ahora tienen que apechugar con lo que hay. En cuanto a las reservas del petróleo... pues qué vamos a hacer, unos países tienen más suerte que otros. Nosotros tenemos el vino, el aceite y el jamón. ¿Para qué demonios queremos petróleo, si no da más que problemas?
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