Con un ojo puesto en la visita de los Reyes a Ceuta, ayer llegaron a España cuatro miembros de la tripulación del avión retenido en Chad por un supuesto delito de tráfico y secuestro de niños. Este avión, de Gerona, fue contratado por una ONG francesa (El Arca de Zoe, vaya nombre) y con ella se ha metido en un buen lío al ser todos detenidos y encarcelados en una país, Chad, que no destaca por sus garantías jurídicas o de cualquier otra cosa. La historia es compleja y me lleva a dos reflexiones, una más profunda que la otra, pero ambas interesantes, creo yo.
La principal es que este caso ha vuelto a poner en tela de juicio el procedimiento, los pasos, y lo que hay detrás de los procesos de adopción de niños del tercer mundo por parte de familias pudientes del primero. Muchas veces se oyen historias sobre países o grupos de presión que secuestran niños, los arrancan de sus familias, y se las entregan a occidentales que, sabiendo o no lo que ha ocurrido antes de conocer a su querido niño, se convierten en cómplices de ese delito. Al parecer, aunque todo es confuso, algo así estaba a punto de ocurrir en este caso, porque los niños chadianos eran pobres, pero en ningún caso huérfanos, por lo que la acusación de rapto parece justificada. Por otra parte, ¿qué sabían las familias, parece ser que todas francesas, del origen de estos niños? Es de suponer que confiaban en la buena fe de la ONG y que ver todo este asunto les habrá irritado bastante, no sólo por el hecho de que su futuro hijo, en el que sin duda habían depositado amor y esperanzas, ya no va a existir, sino por saber que ese niño que tanto querían ya tenía familia, y que su amor suponía el horror de unos padres naturales. ¿Cuántos casos de estos se producen aún? ¿Cuál es la dimensión del negocio de las adopciones? Porque me da la sensación de que algunos países, intermediarios y entidades se están forrando en este asunto, y en el fondo esto se parece bastante a u mercado de compra y venta de personas, con una parte, las familias de adopción, que dispone de bastante menos información y controles de la debida, y otra, el país o el “donante” que a veces juega bastante sucio. Alguien debería investigar y controlar un poco todo este mundo, porque, aunque me ría, la expresión de “ir a la granja de niños” que usa mi padre para referirse a los que han traído un crío adoptado, en ciertas ocasiones, adquiere unos tintes bastante reales y siniestros
La otra reflexión, menos densa pero también significativa, se refiere al papel que ha jugado Francia, y más concretamente el hiperactivo Sarkozy, en la liberación de los tripulantes. Ni corto ni perezoso, “Sarko” se remangó, negoció con el presidente del Chad, se fue allí en su avión y se trajo a la mayor parte de los españoles y franceses, y encima ha tenido el detalle de hacer escala primero en Madrid para dejar a las españolas. Esto es un presidente que trabaja por su ciudadanos, que toma la iniciativa y que en este caso, pese a su oportunismo, ha tenido un éxito enorme, y ha dejado a la diplomacia española y, en su conjunto, a la europea, a la altura del barro. Vaya con la “grandeur”.
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