Reconozco que este pasado puente en Elorrio, al hacer la revista de prensa de los periódicos acumulados durante tres semanas, al ver esta noticia me alegré mucho, pero decidí esperar a que se implantase y ver sus efectos. Resulta que el nuevo convenio de los empleados de Iberdrola establece un horario laboral de Lunes a Viernes de 7:30 a 15:30, dejando todas las tardes del año libres. Este Lunes a empezado a funcionar en la práctica, y la gente está muy contenta, y no es para menos, por el enorme avance laboral y social que supone para los empleados, sus familias y el resto del mundo.
Este de los horarios es uno de los más graves problemas que sufrimos los españoles y, paradójicamente, pese a algunos pioneros, hay muy poca gente que haga algo al respecto. La verdad es que el contraste con el resto de Europa es enorme. La hora punta española comienza más o menos a la par que el resto del continente, porque a las 8:00 el metro va hasta la bandera y las carreteras de entrada a las ciudades están atascadas. Las diferencias empiezan a partir de las 17:00, hora en la que en el resto de Europa empieza un constante desalojo de las oficinas, mientras que aquí algunos aún no han vuelto de comer. A partir de ese punto empieza un suave goteo de gente que se intensifica hacia las 19:00, llegando a verse grandes atascos de salida de las ciudades entorno a las 20:00 y más. Para un espectador extranjero la imagen le produciría la sensación de que los españoles estamos todo el día en el trabajo, currando como locos, y sería una sensación parcialmente correcta, porque lo primero es cierto, estamos mucho tiempo en la oficina, pero de ahí a trabajar mucho.... La productividad española es de las más bajas de la Unión Europea, y el trabajo aquí se basa en esencia en el fenómeno presencial (qué el jefe me vea que me quedo cuando él se va, pero que no se de cuenta de que estoy haciendo solitarios en windows) y el tiempo de “calientasillas” es bastante grande en comparación al dedicado a realizar las labores diarias. Y encima los jefes españoles tienen la costumbre de pensar (erróneamente) que cuando más tiempo está en el trabajo más trabajas, y al final eso no es cierto. Lo que debiera hacerse aquí, como parece que sucede en otras partes, es estar en el trabajo el tiempo necesario, unas 8 horas diarias, pero trabajando las 8 horas, sin cinco pausas, trece reuniones, cuatro cafés, dos tertulias y una comida de tres horas en plan bodorrio cada día, con postres y baile incluido. Y todo esto sin contar con la irracionalidad de los horarios del resto de los servicios, que hace imposible cuidar a los hijos porque los colegios y las guarderías cierran antes, los bancos sólo abren por la mañana (y con colas, pero para cobrar comisiones siempre están operativos) y así un montón de establecimientos.
¿Consecuencias de todo esto? A parte de un enorme derroche económico, personas que llegan a casa destrozadas, enfadadas y malhumoradas, agotadas tras más de doce horas fuera de las mismas, que ni pueden cuidar a sus hijos ni hacer caso a su pareja, falta de sueño, irritabilidad, estrés.. en fin, un panorama desquiciante. Mi aplauso a la iniciativa de Iberdrola, y a ver si esto contribuye a que se contagie la idea (si el cliente llama a las 17:30 y no hay nadie a los mejor decide también alterar su horario) y así podamos trabajar mejor y, sobre todo, vivir de una manera más plena, que en el fondo se trata de eso, verdad???
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