Ya no escribimos cartas. No nos sentamos a la mesa, cogemos un papel, garabateamos en él y hacemos ese extraño ritual que supone acercarse a un buzón y arrojar nuestras esperanzas, sueños, temores y deseos sen una caja amarilla cuyo destino y manejo ignoramos por completo. Además hemos perdido nuestra letra, oculta bajo una montaña de tipos uniformes. Ya no somos redonditos, apuntados, apretados o incomprensibles. Nuestra personalidad se esconde ahora bajo un Arial 11, un Times New Roman 10 o un Garamond cursiva, enfriando nuestra presencia y haciéndola aún más impersonal.
Por eso ayer, cuando llegué a casa y abrí el buzón y ví que tenía una postal escrita por parte de un amigo que acababa de llegar de vacaciones me hizo ilusión Puede que las postales sean los últimos valientes en abandonar el barco del correo escrito. Junto a la postal había otro sobre alargado, “facturas, más facturas” pensé, pero ante mi sorpresa se trataba de una carta personal, que tiene su cierta historia. Hace poco más de un año terminé de leer la trilogía de Las Memorias de Idhún, ciclo de novela fantástica escrito por una joven escritora de origen valenciano. Me gustó esa trilogía, y el matiz que la autora introduce en los personajes, atreviéndose a salirse del estilo “tolkeniano” en este tipo de aventuras, por así decirlo. Así, echándole valor, le escribí una carta a la autora felicitándole por su trabajo, dándole las gracias por los buenos momentos que había pasado leyendo su obra, y haciéndole una serie de modestos comentarios, puntualizaciones y sugerencias. Ciertamente escribí la carta en Arial 10 y la mandé impresa, porque mi letra es de esas que merecen acabar el baúl de los recuerdos (uuu) de lo incomprensible y fea que es. Pues bien, la carta que tenía ayer en el buzón era de la autora...... y escrita a mano. Cuatro hojas delgadas escritas a mano por las dos caras, con una letra redonda, apelmazada, humana..... quizás desde finales de los noventa no recibía una carta a mano, y creo que la última fue de IML, una amiga mía de Elorrio, de mientras pasaba un frío sideral y privaciones varias trabajando en un hotel londinense. Me emocioné al sacar las hojas, pensando además en el esfuerzo que supone para todo el mundo, y más si cabe para una persona con una agenda repleta de ocupaciones como puede ser una escritora de éxito, sin hacerme muy bien a la idea que no sólo se había leído mi largo escrito, sino que me contestaba casi punto por punto. Muchas veces el lector se queda con ganas de conocer al autor de las obras que le gustan, e incluso hay quienes opinan que mejor así, porque la personalidad del escritor puede a veces no llegar a la altura de su escritos, provocando en ese caso una decepción del lector, que empezará a ver la obra desde un punto de vista muy distinto, y probablemente peor. También puede darse lo contrario, pero Pérez Reverte opina que casi siempre estamos en el primer caso, en el de la decepción.
Pues bien, aquí tienen ustedes una muestra de lo segundo, del engrandecimiento del autor. La saga de Idhún ha vendido mucho, no sólo en España, y ha encumbrado a su autora en el mundo de la fantasía. Es cierto que, si en vez de ser española fuese americana, Idhún se hubiese convertido en una gigantesca franquicia, rebosante de ingresos como si de Harry Potter se tratase, pero con sus dimensiones, ya de éxito, no ha provocado que el lado oscuro, la habitual egolatría, se instale en su creadora, más bien al contrario. Así que, a parte de las gracias dadas por los libros, desde aquí sólo puedo añadir más agradecimientos a LGG, por su trabajo, tesón y dedicación. Un placer.
1 comentario:
Estos pequeños post tan originales y llenos de sentimiento son los que te diferencian del resto.
Yo aún espero con anhelo las cartas/felicitaciones que aún escribes a mano. Eso si, doy fe que tu letra haría orgasmear al mismísimo Indiana Jones pensando que ha encontrado unas runas antiquísimas :) :) :)
Slaudos
Publicar un comentario