Es difícil de expresar con palabras la sensación de calor que se vivía ayer en Madrid, y que se ha prolongado a lo largo de toda la noche. El de ayer fue un día sucio, infame, maligno, con cerca de cuarenta grados y polvo en suspensión, con mala visibilidad, capas de nubes bajas que no sabía uno si eran de lluvia o de simple acumulación de porquería, y de un viento cálido que arrastraba parte de ese polvo y te llenaba los ojos, la boca y el pelo de algo similar a la arenilla. Si el Sahara llega a urbanizarse algún días será parecido a Madrid ayer.
Lo malo de días así es que se prolongan por la noche. Me metí a la cama a las :0:00, y meterse es un decir, porque llevo ya varios días en los que me tumbo directamente sobre las sábanas del colchón, con el pijama de pantalón y niqui corto, y con la persiana formando rendijas y la ventana abierta espero a que pasen las horas. La táctica de supervivencia consiste en moverse poco, y despacio, y esperar. En noches como las de ayer, en las que no corre nada de viento y la temperatura baja porque no hace sol, no por otra razón, el descanso nocturno desaparece. Son llamadas noches tropicales, porque el termómetro no baja de los 20 grados, y esta pasada sospecho que se habrá quedado en torno a los 22 – 23, eso los oficiales, porque con las paredes de casa recalentadas tras varios días de sol como es mi caso dudo que en mi barrio se hayan bajado de los 25. Yo soy de poco dormir, y siempre paso parte de la noche despierto, por lo que la sensación de no descansar mucho, pese a su incomodez, no me es del todo ajena, peor me fijo en las caras de los que van en el metro por la mañana, y por el relato de algunos compañeros de trabajo y sus angustias nocturnas me supongo que todos pasamos una época mala. La gente se vuelve más irascible, las ojeras crecen, y la sensación de “aplatanamiento” se extiende. Como en otros contextos, piensen en una embarazada en esta coyuntura, que ya descansan poco de normal, o en un señor barbudo que siente que en su cara llena de pelo no entra el fresco, o en un fumador empedernido, que al calor ambiental suma el del humo del cigarrillo.... algún amigo mío (DCM, por ejemplo) lo pasa muy mal por el calor. Viviendo como vive en Madrid desde hace ya algunos años empieza a sufrir ya con los primeros calores primaverales de Marzo, y su cara es una congoja cuando le mentas el verano, Junio, Julio, etc. Ahora que se encuentra refugiado en la sombra norteña no creo que eche de menos ni su casa madrileña ni su barrio, y cuando vea en las noticias que nos asamos le entrará una risa floja y seguro que piensa “pringaos” de una manera inconsciente pero sentida. A todo se acostumbra uno, pero él y otros muchos no pueden. Les pasa como a mi con el frío, que no lo soporto, y en ese momento él y otros se encuentran en su salsa, rodeados de jerséis gordos tipo “made in mamá” de mientras yo añoro el bañador de Julio....
Además, como consecuencia de tantos días de calor, han empezado los incendios, y viendo como está el campo de reseco tras más de un mes de tórrido sol no logro entender como no se prende todo. Ayer murieron cuatro bomberos en Tarragona, para los cuales ya no habrá más veranos ni inviernos. Una desgracia que lamentablemente se produce casi todos los años. Se levanta uno sin descansar tras una noche agotadora y el día soleado a veces te ofrece esto. A ver si de una maldita vez llueve un poco, limpia el aire, refresca el ambiente e, indirectamente, salva vidas.
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