Si no estoy equivocado hoy acaba la presencia de Federico Jiménez Losantos, FJL, al frente de los micrófonos de la COPE, tras muchas temporadas de presencia en esa casa. Con el paso del tiempo el llamado por Luís del Olmo “Talibán de sacristía” se ha hecho con una parroquia de fieles que le siguen a todas partes y que soportan estoicamente sus manías persecutorias y sus formas, y de hecho no deja la COPE por otra emisora, sino que se va a una fundada por él y sus amigos, lo que no deja de ser un ejercicio de valentía en estos tiempos.
Hace ya bastantes años que no escucho a FJL. Sí lo hacía cuando en los noventa pasó de ser el que leía los periódicos en “La linterna” de la COPE, que entonces presentaba Antonio Herrero, a dirigir el programa. En sus inicios FJL era divertido, irónico y hacía un programa agradable de oír. Tenía una ideología marcada, sí, pero sus formas eran amables y, estuvieses de acuerdo o no en lo que opinaba, oías el programa con agrado. Poco a poco su estilo se hizo más bronco y faltón, la audiencia aumentaba (quién sabe cual es la relación causa efecto en ese binomio) y a mi el programa cada vez me gustaba menos. Me pasé a Radio Nacional, con Manuel Antonio Rico, que fue mi compañero antes de acostarme cuando llegué a Madrid y con él pasé mis primeros años en la capital. Ahora me acuesto con Alsina en Onda Cero y me va muy bien. Con el tiempo a FJL se le quedaron pequeñas las noches, y la COPE le dio el “prime time2 de la radio, la mañana, y la aprovechó hasta convertirse en un fenómeno que desbordó su programa. Con una audiencia creciente FJL logró crear una web moderna y de referencia en su segmento de opinión, un canal de TDT y así desarrolló todo un complejo de medios a su servicio y al de sus compañeros y amigos. No niego la menor de su éxito, pero sigo insistiendo que no me gusta. Oír a FJL en los últimos tiempos me recuerda demasiado a la versión arcaica de los sermones dominicales, en la que desde el púlpito se criticaba y amenazaba a todo el mundo del pueblo. En el Ministerio muchas de las señoras que trabajan en mi planta se declaran confesa del PSOE o de IU, y algunas todas las mañanas escuchan a FJL porque les pone a cien, llegan despiertas al trabajo después de haberse “cagado” alguna vez en él, sus comentarios y e improperios. A veces pienso que lo que hace FJL es interpretar, se pone la máscara de exaltado y así logra que sus índices de audiencia se disparen. Ofrece adrenalina y la cobra en forma de facturación publicitaria. Sea eso o no, es un estilo que no me gusta. Oigo la radio para informarme, entretenerme y formarme, pero no para escuchar sermones, opiniones sesgadas y simplistas, que pregonan el fin del mundo todos los martes y jueves a las 9:40, y que tratan en ocasiones al escuchante (como diría la gran Pepa Fernández de RNE) como a un niño necesitado de guía, de recetario o doctrina, y por no hablar de los políticos. Para meterse con ellos y denunciar su bajeza, extendida en todos los partidos ya está Pérez Reverte, y mejor que él no lo va a hacer ni FJL ni nadie. Seguro que quién más se tranquiliza con la marcha de FJL es la propia COPE, que hace tiempo deseaba deshacerse de alguien que la ha utilizado para su beneficio, autopromocionándose con los recursos eclesiales, declarando su ateismo confeso y cobrando de ella todos los meses.
La semana que viene me cojo vacaciones todo ella. No esperen grandes novedades, subo a la gran urbe del norte, Elorrio, a pasar unos días tranquilos y relajados, probablemente con mal tiempo, o muy variable en todo caso, pero es lo que tiene el Cantábrico en esta época (y en cualquier otra). Si no hay novedades, volveré a estar con ustedes en este pequeño hueco de la red el Lunes 20 de Julio, uno de los días más importantes del año. Trabajen mucho, y descansen aún más esta semana, pero vivan la vida y no olviden ser felices.
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