No tenemos remedio. Nos encanta el espectáculo, la adoración al mito, sea real, imaginado o un mero producto artificial. Nos rendimos ante el poder y el dinero y, como masa aborregada, aclamamos a quien se expone ante nosotros mostrando su teórica superioridad. Bien lo sabían esto los rectores del imperio romano y gracias a ello, entre otras cosas, lograron que fuese uno de los imperios más grandes y longevos de la historia, desarrollando el “pan y circo” hasta un grado de profesionalidad y fuerza tan grande que no ha logrado ser igualado hasta el pasado siglo XX.
Por ejemplo, no se si saben que ayer por la noche un hombre fue presentado en el estadio de fútbol del Real Madrid delante de 85 personas que abarrotaban el campo. Parece que los méritos que atesora este señor, llamado Cristiano Ronaldo, curioso nombre, para congregar a tantas masas, están relacionados con que es jugador de fútbol. Sí, corre tras una pelota para meterla en una portería en la que otro señor trata de que no lo consiga. A parte de este extenso currículum este hombre es juerguista profesional, derrochador a manos llenas de los suculentos contratos que posee y amante del lujo, los coches caros y las mujeres guapas y, presumiblemente, caras. Todo un señor, sí. Como ayer me fui muy tarde del trabajo puede apreciar desde mi ventana como el graderío del campo se iba llenando a medida que la masa de personas que se encontraba en la explanada sita al mismo, y que aprecio parcialmente desde mi atalaya, iba introduciéndose en el estadio. Pasadas las 20:00 era fácil oír cánticos y gritos desde mi ofician provenientes de un campo que se estaba llenando para ver no un concierto, ni un mitin político, ni siquiera un partido de fútbol... no. Sólo era la presentación del señor ese, que intuyo que consistirá básicamente en que el jugador salga al terreno de juego, diga unas palabras, haga alguna tontería con el balón, bese algunos niños (como en la política, esto de besar niños me parece una estupidez, pero si los gurús dicen que hay que hacerlo todos van a por ellos) y poco más. Cierto es que la entrada al campo era gratis, y para los que no puedan ver un partido era la oportunidad de ver el campo desde dentro, pero no se como decírselo, se me escapa. Tecleando frente a mi pantalla a medida que el reloj avanzaba me hacía dos preguntas. Qué diablos hacía currando a esas horas y qué motivo puede haber para desatar semejante histeria por parte de tanta gente ante una cosa tan nimia y vulgar como la presentación de un jugador de fútbol. A la primera duda la respondí cuando ya, cansado, me fui para casa justo antes de que empezase la presentación en sí, pero a la segunda pregunta no logro encontrarle una explicación, quizás porque no la haya, quizás porque todo esto es algo irracional, y desata la pasiones y sentimientos de la gente y los vuelve locos. Lo cierto es que el acto fue un éxito para sus convocantes y el reinado de Cristiano, que no parece ser tan religioso como indica su nombre, empezó con una legión de fieles enfervorizados, lo que sin duda es la mejor manera de constituir una iglesia.
Pero no sólo estas locuras se producen en España, no. Hoy tiene lugar en el Staple Center, la cancha de los Anglés Lakers, el funeral por Michael Jackson. Más que nada porque el recinto es más pequeño se va a juntar en el menos gente que en el Bernabéu ayer, pero aquí las invitaciones, obtenidas por sorteo, se están revendiendo a cifras que superan los 6.000 euros, lo que sin duda es un gran negocio para los que fueron agraciados con una entrada. El espectáculo promete ser colosal, retransmitido por televisiones de todo el mundo, y con una audiencia que se supone milmillonaria. Y todo después de muerta la estrella. Vaya dosis de histeria planetaria en un par de días.....
2 comentarios:
Yo tampoco lo entiendo. Además de que me de vergüenza ajena pertenecer a la misma especie que las personas que jalean el fichaje de un pavo por 95 MILLONES de EUROS. Con la que está cayendo.
Muchos de los que ayer perdieron el control en el estadio. Locos de euforia, risa, y demás, están en la PUTA CALLE.No tienen ni para ir tirando pero ayer daba igual. Patético.
Si tu entrada de ayer era emotiva y bonita. La de hoy nos devuelve a la cruda realidad de la mísera hipocresía que reina este país.
Ya lo dije cuando, por desgracia (como cualquier muerte), murió Antonio Puerta.
Somos un país de pandereta, claro
http://minorityreport-alderaan.blogspot.com/2007/08/hipocresa.html
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