Ayer por la tarde, gracias a la presencia de SLL, antiguo compañero de trabajo, amigo y excelente persona donde las haya, estuve presente en el fondo de la sala sita en el complejo en el que trabajo desde la que, a partir de las 18:00, el Ministro de Industria miguel Sebastián, sorpresivamente acompañado del Ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, anunció la decisión de cerrar Garoña en Julio de 2013, noticia ya adelantada por algunos medios en Internet después de las declaraciones matutinas de ZP en RNE. No hubo, por tanto, muchas sorpresas en la comparecencia de la tarde.
Lo que sí había era prensa. Decenas de periodistas, técnicos, cámaras, fotógrafos, trípodes, ordenadores, cables y más cables. La sala no es demasiado grande, y estaba atestada. Cuando entraron los dos ministros la nube de fotógrafos que se abalanzó sobre ellos daba miedo. Flashes continuos, como si fuese una boda pero en exagerado. Yo, que nunca había visto un despliegue de medios tan extenso, tan concentrado y tan de cerca estaba aluciando, y me preguntaba si algún día, por la razón que fuera (seguramente no muy buena) yo estuviese delante de toda esa presión de luces y cámaras, cómo reaccionaria. ¿Aguantaría la presión? ¿Me vendría abajo ante el acoso de tanta gente y aparato? Los que acostumbran a salir todos los días en los medios estarán ya curtidos y ver este circo ambulante les producirá una sensación de relajo más que de tensión, pero lo cierto es que el tinglado impone. Tras la declaración en sí de los dos ministros hubo un breve turno de preguntas, de entorno a los veinte minutos, en las que yo no podía apreciar a los que las efectuaban, rodeado como estaba de trípodes y cámaras al hombro, y por la parte de atrás muchos periodistas jóvenes, seguramente alguno de ellos becarios, se afanaban en escribir notas apresuradas en agendas, papeles y donde fuese, tratando de oí las preguntas formuladas (como siempre alguna de ellas sin el funcionamiento correcto del micrófono) y buscando contenido y sustancia a las respuestas, que en algún caso la tenían, pero en otro, especialmente en lo comentado por Corbacho, abundaban en vaguedades y deseos, en planes futuros para una zona pero sin concreciones con que alimentar la curiosidad de los allí presentes. Cuando acabó la comparecencia volví a mi despacho, atravesando el vestíbulo principal del edificio de Economía y pasando así cerca de las puertas de acceso de dicho complejo. Allí estaba una chica joven, despistada, bloc en mano y bandolera abierta, que preguntaba a los de seguridad de la entrada donde tenía lugar la rueda de prensa de Sebastián. Como pudieron le indicaron que era en la segunda planta de la torre y la chica, apresurada, corrió hacia las escaleras que allí conducen. Intuyo que se llevó un chasco cuando al subir a la planta correspondiente encontraría sólo a los técnicos empezando a desmontar todo el cableado e instrumentos que abarrotaban el fondo de la sala. Como en el caso de la central, para aquella chica ya era tarde.
¿Y qué opino sobre la decisión del cierre en sí? Quizás el futuro sean los molinos y el sol, pero a día de hoy cerrar centrales nucleares amortizadas que son seguras y producen un kilovatio muy barato es un disparate. Es un error que espero no tengamos que pagar caro en un futuro. Por de pronto, un mensaje a los trabajadores del complejo de Garona. Moveros, empezad a echar currículums y largaros de allí. Hace cuarenta años no había mucho que hacer en el valle de Tobalina, y probablemente tampoco haya nada dentro de diez, salvo los restos de una central desmantelada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario