Ayer tuvo lugar el funeral por Michael Jackson, que no el entierro, porque aún no se sabe donde va a descansar finalmente el artista. Primero hubo un servicio religioso discreto y privado con la familia, y luego se congregaron varios miles de personas en la cancha de Los Ángeles Lakers para asistir a una especie de concierto homenaje con cuerpo presente, que no era un funeral ni un encuentro de amigos ni una ceremonia ni nada de eso, sino retazos de todos esos conceptos juntos y apelmazados. Había cierto riesgo de que todo degenerase en un circo pero creo que lograron crear un espectáculo sobrio y elegante.
El cartel de artistas era de lo mejorcito que uno puede imaginarse en lo referente a la música negra, lo que no deja de ser paradójico conociendo la trayectoria de Jackson. Dijo ayer algún “lúcido” comentarista televisivo que Jackson había sido un referente de los negros, y creo que más bien fue todo lo contrario, pero lo cierto es que su música le ha trascendido, y ahora el llamado Rey del Pop busca tierra donde descansar. Cuando desaparece una gran figura en cualquier sección de la vida se busca rápidamente un sucesor, pero en este caso eso no ha sucedido. Jackson deja un trono que puede que nadie cubra, y es que su carrera ha sido, quizás, la última en la que la industria musical hizo todo lo que quiso y sacó la rentabilidad máxima a su producto. Desde hace algunos el complejo de productoras musicales agoniza desangrado ante Internet, y eso también ha contribuido a desfigurar la imagen de las estrellas musicales. Pocas son las que alcanzan dimensiones planetarias. Si me apuran, que ahora mismo recuerde, sólo U2, Madonna y Springsteen son nombres de cantantes conocidos en todo el mundo, y no incluyo a Hanna Montana, los Jonas Brothers y todos esos productos artificiales apropósito, eso son un bodrio (a que me meto en un lío por decir eso...). Uno se conecta al ordenador y tiene a su disposición casi toda la música producida a lo largo de las últimas décadas. Los gustos se fragmentan, el mercado se atomiza, el mismo soporte del CD, y el concepto de álbum de varias canciones se enfrenta a su fin, y un señor de un perdido pueblo de Arkansas que componga con su guitarra está al mismo click de ratón que el mismo Jackson. Quizás por ello el homenaje de ayer también fuera un especie de autohomenaje de los músicos consagrados a sí mismos. Esos Steve Wonder, Mariah Carey. Lionel Richie y otros tantos que actuaron como hacía tiempo no lo hacían, y se reunieron en un encuentro que sólo podía estar motivado por un ataúd son ahora la sombra de lo que fueron, sus fortunas personales están, en muchos casos, dilapidadas y sin posibilidad de ser reconstruidas. Los cantantes se agarran ahora a la música en directo para recaudar, especialmente gracias al a veces desorbitado precio de las entradas. Madonna, que la semana pasada actuaba en el O2 de Londres, donde el propio Jackson iba a hacer sus cincuenta conciertos, aprovecho su concierto para rendirle un homenaje póstumo, algo artificial. Algunos la llaman a ella para que asuma el reinado, como la gran estrella que queda de ese circo, pero, en mi modesta opinión, Madonna está bastante lejos de la calidad musical necesaria para ello. Es un show andante, eso es cierto, pero creo que su momento musical ya pasó, en esas décadas de los ochenta y en los noventa.
De lo que no hay ninguna duda, visto lo de ayer, es que algo funciona igual en España, Estados Unidos y al parecer, todo el mundo, y es que no hay nada como morirse para que todos los que siempre te han criticado te ensalcen y eleven a los cielos. Acusado de pederasta, abusador de niños, ser extraño, arrinconado por muchos, objeto de vergüenza por tantos, ayer todos elogiaban todos los aspectos de la vida de Jackson, e incluso reivindicaban cosas estrafalarias como el guante. Podían haber sido menos elogiosos ante el cadáver y un poco más humanos y respetuosos cuando estaba vivo, verdad?? Pero ya se sabe que fácil es llevar tumbas al cementerio y qué difícil portarse bien con los vivos.
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