Este fin de semana va a suceder algo que puede cambiar nuestro mundo. Suena grandilocuente, pero es verdad. Para el común de nosotros serán otros dos días de verano, calurosos y soleados. Se limpiarán los restos de las lluvias de la semana, cada ves seremos más conscientes del retorno al trabajo (eso si nos hemos ido, claro) y los malditos anuncios de la vuelta al cole de El Corte Inglés empezarán a dominarlo todo. Pero en medio de esta normalidad un hecho extraordinario, por su importancia y gravedad, va a tener lugar.
Mañana Sábado, con ayuda de Rusia, Irán empezará a cargar combustible nuclear en el reactor de la central de Busherh, con lo que se pondrá en marcha el primer proyecto nuclear real en un país islámico. En principio el objetivo de esta central es producir electricidad, pero no está nada claro que sucederá con los residuos que genere y si serán usados para obtener más combustible nuclear o materiales para un arma atómica. Como sabrán muchos, desde hace tiempo el régimen iraní tiene un programa nuclear, con instalaciones públicas como Busherh, y otras secretas, en las que miles de centrifugadoras enriquecen todos los días el gas de uranio con el publicitado objetivo de obtener combustible para esta central, pero con el temido fin de alcanzar la pureza necesaria para crear una bomba atómica. Se ha especulado mucho al respecto y las potencias occidentales hemos ido impuesto sanciones que no han servido de mucho para frenar este proceso. Rusia y China, principales valedores del régimen iraní, se han ido distanciando del mismo a medida que las declaraciones de Ahmadineyad, nuestro querido “Ahma” iban subiendo su tono incendiario. En los últimos años ha habido muchos rumores sobre un posible ataque preventivo por parte de Israel sobre las instalaciones nucleares iraníes, y Busherh era uno de los destinos clásicos. Si alguien cree que eso es imposible no debiera olvidar que Israel ya hizo algo similar cuando destruyó las instalaciones iraquíes de Osirak a principios de los ochenta, frustrando un plan de desarrollo nuclear, basado en capital y tecnología francesa, que estaba en un estadio mucho más preliminar que el que Irán ya posee. Sin embargo parece que se acaban las oportunidades para llevar a cabo ese ataque. Una vez que empiece a dotarse de uranio al reactor, una posible destrucción del mismo conllevaría la emisión de un volumen indeterminado de radiación que, obviamente, no es controlable. O se destruyen hoy mismo las instalaciones o ya será demasiado tarde para ello. El anterior enlace cuenta que los rusos se han tomado muy en serio esta amenaza y han colocado baterías de misiles en la zona del Mar Negro con objeto de defender las instalaciones en caso de ataque. No olvidemos que en ellas habrá durante una buena temporada un grupo numeroso de técnicos rusos de alto nivel, y sus vidas y lo que saben, sobre todo esto último, es lo que el gobierno de Mevdeved – Putin desea resguardar. Como verán, toda una partida de póker de las duras, con unas cartas muy altas y apuestas aún más arriesgadas.
Y todo ello en una zona estratégica de inmenso valor, convulsa a más no poder y rodeada de conflictos y guerras que, pese a que parecen acabarse, sólo pasan de una etapa más visible a otra más sórdida y alejada de los medios de comunicación. El que un gobierno como el de Irán tenga la tecnología nuclear es un riesgo inmenso, y sin duda alentará una carrera de proliferación en la zona, porque no piensen que Arabia Saudita se va aquedar de brazos cruzados y aplaudiendo. Por cierto, una cruel ironía del destino para terminar ¿a que Busherh se parece mucho a Bush?
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