Ayer fue 15 de agosto, el día de las vírgenes procesionales de toda España, que son muchas, ya que de las otras, las no procesionales apenas ya si quedan En medio de la algarabía de los pueblos en fiesta, las ciudades vacías, las playas atestadas y los coches en la carretera, vamos, Agosto en España, el Ministro de Fomento José Blanco, el auténtico jefe del gobierno que usa a ZP como si fuera un guiñol tras el que agazaparse, dijo que sería bueno reflexionar sobre una subida de impuestos para pagar los gastos crecientes.
Como puede que ayer fuera el día de menor consumo televisivo del año es probable que poca gente lo oyera y sufriera el consiguiente espasmo de tos y atragantamiento. Sin embargo de cara a septiembre, una vez la playa se trastoque por el duro asfalto de las calles, la subida de impuestos será una realidad. ¿Cómo la harán? ¿a quién afectará? A la primera pregunta no hay respuesta. No lo se, y lo que es más divertido, el gobierno tampoco. Como siguen sin tener ese relato de la crisis elaborado se dedican a lanzar globos sondas como ese a ver que tal responde la gente y luego ya veremos. La Ministra de Economía, que se supone es la máxima autoridad ante un anuncio de impuestos, ayer ni apreció ni, lo que es peor, se le echó de menos, así que estén seguros que no sabía nada de lo que iba a decir su compañero (léase jefe) de gabinete. A la segunda pregunta, la de a quién afectará, la respuesta es obvia e inmediata. Al ciudadano medio. Le toca ahora al gobierno y afines engrasar el discurso ese de las rentas altas y de la justicia impositiva, pero al final pagaremos los asalariados, trabajadores y poseedores de pequeños ahorros y bienes, como ha sido y será siempre por los siglos de los siglos amén. Lo decía muy bien ayer esta breve y contundente entrevista en El País un señor a quien no conocía pero que tiene toda la razón. Si les sirve como ejemplo, el mayor esfuerzo fiscal de este 2010 ha sido la subida del IVA, que supone mucho más coste para los menores ingresos, como todo buen impuesto indirecto sobre el consumo, proporcional económicamente pero regresivo en rentas. Pueden esperar las típicas subidas del alcohol, tabaco y gasolinas, modificaciones en las desgravaciones del IRPF que se venderán muy bien pero que supondrán un considerable aumento de la cuota a pagar, y quien sabe si aparecerán nuevas figuras, como esa del impuesto verde a las emisiones de CO2 que se comentó hace algún tiempo, y que ahora, en vista de la creación de un nuevo partido ecologista a nivel nacional, que puede detraer votos al PSOE por un flanco no esperado, adquiere una mayor importancia política. Todo sea por hacer una caja que no se cuadra, porque el presupuesto sigue lleno de agujeros y no hay manera de remendarlo. La obvia sería recortando gastos superfluos, eliminando organismos administrativos inútiles, quitando subvenciones y dejando las políticas del escaparate para mejor ocasión, centrando la inversión en lo necesario: Educación, sanidad e infraestructuras, y al resto nada. Esto elimina la posibilidad de comprar voluntades, grupos de opinión, escaños en futuras votaciones parlamentarias, prebendas y favores, pero es lo que se debe hacer. Y al final, que no se engañe el gobierno, es lo que habrá que hacer, porque con una demanda deprimida y una renta estancada la recaudación no subirá.
¿Cuál es la alternativa de no recortar gastos? ¿o de hacerlo mal, en las partidas productivas e importantes antes mencionadas? Pues un futuro muy oscuro, a veces literalmente. El artículo de Paul Krugman de ayer es devastador, y ofrece la imagen de unos Estados Unidos decadentes, pero que, como es habitual, se anticipan en todo al futuro, en lo bueno y en lo malo. ¿Cuánto falta para que algunos ayuntamientos en España empiecen a apagar farolas y cerrar servicios municipales? No lo duden, cada vez menos. Blanco va a tener que estrujarse mucho las meninges, porque no le basta con hacérselo a nuestros bolsillos.
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