En este año de meteorología perfecta que estamos viviendo no podían faltar las trombas de agua del final del verano, y con una precisión asombrosa, empieza la segunda quincena de Agosto, en la que el mes muestra un verano decadente y que se acaba, y ha llegado el primer episodio de precipitación intensa, centrado ayer y el Martes en Andalucía y Murcia, y se prevé que hoy en la costa levantina y catalana. Lamentablemente ha habido tres muertos por unas riadas que, donde han caído, han arrasado todo.
¿Se puede preveer una riada? ¿una gran tormenta? Es una pregunta compleja y la respuesta más acertada es un triste no. Si se fijan en la información meteorológica de TVE, que por fin ha logrado construir un espacio digno de la materia, los mapas ya muestran no sólo las líneas de anticiclón y borrasca habituales, y las isobaras, sino unas manchas azules que corresponden a la zona en la que se supone que va a llover. Los colores azules más oscuros indican mayor intensidad de precipitación y los claros, menos. Esto es muy útil en caso de frentes atlánticos, los episodios de lluvia tradicionales en España, pero para fenómenos tormentosos y violentos como los de esta semana no sirve de mucho, porque esa mancha azul es fruto de un modelo matemático que no puede precisar tanto como para detallar donde se desarrollará una tormenta, entre otras cosas porque ni siquiera se sabe eso con tanta precisión. Para estos casos la única solución es el modelo americano de “seguir el fenómeno y avisar” que es lo que se emplea con los tornados. Su movimiento es aleatorio, y no es posible saber que trayectoria seguirá en, pongamos, una hora, por lo que los equipos de meteorología lo siguen y controlan a distancia y tratan de ajustar en tiempo real por donde va a ir. En función de eso avisan a otro equipo que va a las localidades candidatas de ser atacadas por el tornado y las alerta para que la gente pueda evacuar o refugiarse antes de ser golpeados. El que haya zonas en Estados Unidos en las que todos los años se produzcan estos fenómenos ha generado una cultura de protección y de construcción de refugios particulares y comunitarios, muy útiles. Sin embargo, todos los años vemos en la tele como alguno de esos pueblos no ha podido ser salvado, y hay víctimas mortales que no se pudieron evitar. En la partida de cartas que los meteorólogos y los tornados se juegan en el medio oeste americano cada vez la ciencia gana más manos, pero de vez encunado la tormenta consigue hacer saltar la banca, y eso suele significar muertos. En el caso de España dudo que existan equipos de este tipo y ni siquiera de haberlos la utilidad sería efectiva, dado que aquí el problema son las precipitaciones intensas, que pueden generar destrozos en superficies mucho más elevadas que las afectadas por un tornado. Las riadas pueden arrasar valles enteros, o zonas de costa muy extensas. Por lo tanto sólo la alerta temprana basada en previsiones continuas puede ser efectiva, y ante el peligro avisado lo mejor es permanecer en casa.
¿Se puede prever, sino la intensidad o la certeza, que una tormenta se acerca? Si, gracias a los radares. Uno de lo que conozco está en la cima del monte Kapildui, en Álava. Estos radares permiten conocer el movimiento de las masas de humedad que forman las tormentas y dan la información para saber si hay precipitación, y que intensidad posee. Generan unas imágenes con manchas de colores que corresponden a precipitación real. Pese a que la meteorología, como la economía, es una ciencia inexacta, y siempre se nos escapará algo, el uso de los radares ayuda mucho la previsión de tormentas, galernas y otros fenómenos adversos similares, y evitará muchas desgracias.
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