En ocasiones nos hacemos juegos mentales para poner precio a nuestras decisiones. Por cuánto delinquiríamos, mataríamos o cosas por el estilo, para saber si, como se dice y parece ser cierto, todos tenemos un precio. Lo que resulta más difícil es pensar si la vida de otra persona lo tiene, y si está en nuestras manos decidir por ella qué es lo que estaríamos dispuestos a hacer para salvarla. A veces cometemos imprudencias por rescatar a alguien, movidos por el instinto de conservación, pero pensar y planificar al respecto es un ejercicio árido y, habitualmente se desarrolla en un contexto cruel.
Un magnífico ejemplo de todo esto lo tenemos en el proceso de intercambio de prisioneros que ha comenzado entre Israel y Hamas. Un intercambio desproporcionado, dado que a cambio de la entrega del soldado israelí Guilad Shalit por parte de Hamas Israel va a soltar a unos mil presos palestinos, comenzando por un grupo cercano al medio millar que hoy mismo será entregado. Mil a cambio de uno, es un precio muy caro, se puede pensar. De hecho en el propio Israel los hay que así piensan, y no son pocos. Ayer se produjeron incidentes cuando familiares de víctimas causadas por atentados provocados por alguno de los que hoy van a ser puestos en libertad acusaron al gobierno israelí y a los familiares del soldado Guilad de humillarlos a ellos ya sus víctimas, todo ello en el marco de una apelación de esas víctimas al Tribunal Supremo de Israel para que detuviera este proceso. Visto desde fuera el intercambio me parece desproporcionado, carente de sentido y propicio a ocultar algo, como si Israel quisiera tranquilizar su flanco palestino con vistas a centrarse en otra cosa. Además lo realiza un gobierno del Likhud, los “duros”, en el que algunos de sus integrantes se han opuesto con firmeza, así que la disensión entre los israelitas está servida. El caso de Guilad pasará a la historia de Israel por este colofón y porque su secuestro en la franja de Gaza, hace ya cinco años, dio inicio a una breve guerra entre Hamas y el ejército israelí que en un par de meses se cobró la vida de unos pocos soldados y en torno al millar de palestinos, además de consolidar la fortaleza del integrismo de Hamas en la franja y provocar su desconexión total de la autoridad Palestina de Cisjordania. Así, los resultados de aquella intervención, desarrollada por el gobierno laborista, los “blandos”, acabó mal, tanto en los objetivos iniciales, rescatar a Guilad, como en la imagen que ofreció de Israel al mundo, y contribuyó decisivamente a la caída del gobierno laborista. Pudiera pensarse en frío que los mil que ahora se entregan compensan a los mil que fallecieron antes, y que ambos lados se quedan empatados en esta historia, pero creo que no es cierto. Israel concluye el asunto Guilad mucho peor que como lo comenzó, más desunido, débil y con un ejército que demostró ser capaz de desarrollar potentes ofensivas de tierra pero que no puede hacer frente a una guerrilla urbana en la superpoblada Gaza. Hamas concluye esta aventura reforzada, entre otras cosas porque en sus cálculos no cuentan las bajas propias, le dan igual o incluso le vienen mejor. Sigue controlando Gaza con plena autoridad, podrá hacer un recibimiento por todo lo alto a los suyos, que vienen de las cárceles del enemigo, y mantendrá un discurso belicista y de enfrentamiento sin cuartel contra Israel, de mientras Irán y otros se lo financien.
Y cuando Guilad llegue a su casa, a parte de enterarse de todo lo que su secuestro ha supuesto, se enterará de que casi todo ha cambiado. El antiguo gobierno amigo de Israel de Egipto es ahora una pseudojunta militar que no se sabe a donde va, el enemigo sirio se desangra en una guerra civil larvada entre los demócratas y la dictadura de Basar el Asad, los palestinos han pedido formalmente al solicitud de ser reconocidos como nación por la ONU y la posición de Irán cada vez es más relevante y peligrosa en la región. A ver lo que el pobre Guilad es capaz de entender de todo esto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario