Es curioso, mientras a ras de suelo Europa sigue sumida en el caos absoluto, debatiendo estérilmente sobre si Grecia está quebrada o no (claro que lo está) y viendo como el proyecto del Euro y la Unión se asoman cada vez más al abismo, sobre nuestras cabezas rige un inmenso anticiclón que, controlando todo el continente, está provocando un inicio del otoño mucho más propio del mes de Junio que de Octubre. Todo el centro y norte de Europa, incluido el Reino Unido, está viviendo estos días el verano que no tuvo en Julio.
Y es España más o menos igual, o más si me apuran. Cielos azules, ausencia de nubes, temperaturas frescas por la mañana, pero no frías, y rozando los treinta grados todas las tardes en una dinámica que no se rompe desde hace semanas. En el caso de Madrid el tiempo se ha convertido en algo tan aburrido y predecible como una campaña electoral. Cada día es igual. A veces alguna nube se atreve a formarse, como sucedió este Sábado al mediodía, pero no llego ni a espejismo, y se deshizo a las pocas horas. Creo que la última vez que llovió sobre la ciudad fue la noche del Papa en Cuatro Vientos, en medio de aquella tormenta. No estoy seguro de si esa fue la última o hubo otras posteriores en la siguiente semana, en la que no estuve aquí, pero el resto nada de nada. Sol, calor y ni gota de agua. Dado que el invierno y al primavera fueron muy lluviosos los pantanos comenzaron el verano con unos registros muy elevados y no estamos sufriendo ninguna restricción de agua ni se prevé, pero el aspecto que ofrecen los parques y jardines que no se riegan, como por ejemplo los que rodean mi piso, son propios de los reportajes que se ofrecen sobre Libia. Eriales polvorientos sobre los que empiezan a hacer algunas tímidas hojas de los árboles, amarillentas, pero no se si por el propio otoño o por la sequedad. Pero no se crean que es algo que sucede sólo en el centro de España, no. Salvo las irregulares tormentas habidas a finales de la semana pasada en la costa de levante, todo el país vive bajo un calor algo impropio, y es en el norte donde, siendo más intenso, resulta más curioso y sofocante. Cierto es que Septiembre y octubre son los meses tradicionales de viento sur en el Cantábrico, por lo que episodios de calor asociados a este viento por allí son típicos pero en este caso el calor elevado y prolongado en el tiempo está batiendo marcas en muchas ciudades. Pero no hay mal que por bien no venga, y gracias a estas temperaturas se pueden seguir disfrutando de maravillosas jornadas de playa, chapuzón y relax al aire libre, cosa que sin duda agradecerán los hosteleros del norte, que han vivido un muy mal verano, con un Julio desastroso, el peor de la historia, y un agosto inestable, plomizo, con días buenos acompañados de jornadas muy otoñales, que han tenido las playas medio vacías y la caja registradora medio muerta. Curioso, pero algunos harán su agosto en otoño, y aunque tarde, los ingresos serán bien recibidos.
Supongo que en pocos días llegará un primer frente, aviso real de la estación en la que estamos, y a los dos días de lluvia surgirán voces añorando los cálidos días del pasado. Realmente debiera estar lloviendo varias semanas para que el erial que ahora es el suelo se refresque y empape por completo, pero me conformo con unos chubascos, porque no le veo al sol, que ya asoma por el este en Madrid, deseoso de concederme nada en el día de hoy, ni nube sin lluvia. A ver si para el fin de semana……
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