Esto de la UE cada vez es más emocionante. Por usar un símil futbolístico, cosa rara en mi, tenemos una cumbre del siglo cada dos semanas, e incluso a veces dos. Este es el caso de la reunión de mañana Miércoles, segunda vuelta de la acaecida este pasado Domingo. Hay varias causas por las que se ha decidido hacer esta segunda cumbre, y pese a que la principal sea que no iba a haber acuerdo el Domingo tampoco es menor que mañana el Parlamento alemán vote sobre la ampliación del fondo de rescate. Merkel debe llevar a Bruselas el previsible sí de esa votación, pero no debe ir allí antes de obtenerlo.
Sin embargo, no espero demasiado de estas cumbres. Supongo que al final habrá algún acuerdo de mínimos, principalmente sobre la ampliación del fondo y la quita de la deuda griega, que pueda ser saludado con una subida de las bolsas y otro efecto euforia que durará poco, como las burbujas del champán. De todas maneras la alternativa de la falta de acuerdo es tan horrible que sea lo que sea lo adoptado, bien estará. Sin embargo, es preocupante observar que a medida que pasa el tiempo y la situación financiera se deteriora, la política empieza a embarrancar. Ayer por la tarde la noticia era la bronca que había saltado entre Cameron y Sarkozy, en el que el segundo mandaba callar al primero. La causa de fondo de esta agria disputa viene del hecho de que la UE al conformamos 27 países, de los cuales 17 estamos en el euro y 10 no, entre ellos Reino Unido y Suecia, por ejemplo. Cada vez que hay reuniones entre ministros de economía de la UE ustedes habrán oído palabras como “eurogrupo” que suelen ser los primeros que se reúnen, y que son los ministros de los 17 países que tienen euro, y al día siguiente se reúne el llamado “Ecofin” que son los ministros de economía de toda la UE. Y en los últimos tiempos, a la vez que la situación del euro empeora y con ello la urgencia del eurogrupo para tomar decisiones, éstas acaban siendo impuestas al resto de países que no poseen euro, y las quejas de estos países de acudir a reuniones del ecofin en las que se encuentran con acuerdos adoptados el día anterior por el grupo reducido de países que deben ratificar sí o sí van creciendo en tono e intensidad. Este tipo de disputas, naturales hasta cierto punto, nunca habían llegado al nivel de enfrentamiento visto ayer entre Francia y Reino Unido, y son un nuevo motivo de preocupación para los que defendemos el concepto de Unión Europea. Muchas veces se ha dicho, y parece ser cierto, que de esta crisis se saldrá o con mas Europa, entendiendo como tal la coordinación de las políticas fiscales y la cesión de soberanía a cambio del respaldo común a la deuda, o sin Europa, con un euro fragmentado, puede incluso que destruido, y unos tratados volatilizados en medio de acusaciones y demandas de impago de unos países sobre otros. Este segundo escenario, el menso probable, va ganando puntos de probabilidad día a día, y sucesos como este enfrentamiento delatan que el mar de fondo de los agravios entre países europeos crece de manera peligrosa. Y es normal. Ante situaciones muy tensas y problemas muy serios como los actuales, que exigen sacrificios, aportar fondos y restringir gastos, cada una de las naciones se enfrenta a fuertes presiones internas que le pueden hacer adoptar una posición ante el resto de socios de la UE que le permita salir airoso en casa, pero a cambio de contribuir a hundir un poco más el proyecto común. La falta de liderazgo y visión de los actuales dirigentes europeos, unida a la ausencia total de pedagogía ante la opinión pública de lo que está sucediendo son ingredientes básicos para crear este amargo cóctel que ahora saboreamos.
Así, la cumbre de mañana poseerá una enorme agenda económica pero no una menor política. Las exigencias de nuevos recortes a países ya afectados, como es el caso de Italia, envuelto ahora mismo en el marasmo más absoluto, y puede que a España, y el asunto del FEEF y la deuda griega deben compatibilizarse con una foto en la que las caras sonrientes de los primeros ministros allí presentes no parezcan siniestras calabazas de Halloween. El reto es, como pueden ver, inmenso, y es tanto lo que nos jugamos estos días que, como antes decía, el mal acuerdo es suficiente para tirar adelante. De todas maneras no se puede seguir mucho tiempo en este estado de nervios y tensión. En gran parte, la UE ha mostrado su fracaso e incapacidad de gestión. Urge repensarla, porque tal como está diseñada ahora, no funciona.
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