Esta frase de título tiene muchas variantes, pero todas ellas indican que comedia y tragedia son sentimientos que se hallan mucho más próximas entre sí de lo que pueda parecer. En la particular tragedia europea que vivimos, agudizada estos días por el desencuentro y nerviosismo al que nos tiene acostumbrada la UE y sus teóricos líderes, ayer se rozó lo bufo al depender, durante gran parte del día, el futuro de la Unión del comportamiento de Berlusconi, y de la decisión que su coaligado gobierno adoptase sobre la reforma de las pensiones y otras exigencias solicitadas por Merkel.
No me digan que no es triste tener que depender de u bufón tan patético como Berlusconi. No sólo nos llena la televisión de la infame basura que sus canales emiten a todas horas, sino que además, en su papel de dirigente político, tiene en vilo a toda la Unión por sus devaneos y cambalaches. Si alguna vez alguien dijo que esta crisis de la Unión Europea empezaba a asemejarse al declive del imperio romano ya tenemos aquí a un digno sucesor de Calígula, Nerón o cualquier otro de los emperadores clásicos desquiciados. Sea como fuera parece que Berlusconi y sus socios de la liga norte, el partido independentista de la Padania (Milán y alrededores) de Umberto Bossi, han logrado un acuerdo sobre el asunto de las pensiones, que iguala la edad de jubilación de la mujer a los sesenta y cinco años (curioso, antes la mujer italiana se jubilaba a los sesenta, no me pregunten porqué….) pero no han acordado nada sobre un aumento de la edad global hasta los sesenta y siete, como se hizo en España y, al parecer, se reclamaba desde Bruselas. Con este acuerdo Berlusconi pretende presentarse esta tarde en la, nuevamente, muy decisiva cumbre de la UE con los deberes hechos, para que no le vuelvan a echar la bronca como el pasado fin de semana. De todas maneras tiene su lógica la reticencia con la que la UE observa los acuerdos alcanzados en Italia, porque del anunciado paquete de recortes que en verano llenó muchos titulares al final no ha quedado mucha cosa, se ha ido deshaciendo en el trámite parlamentario, y existe el temor de que algo similar pueda suceder con el acuerdo de ayer. Muchas alharacas, anuncios y titulares, pero luego se llena todo de excepciones y al final la edad de jubilación puede ser cualquier cosa. Muestra de esta desconfianza fue el duro momento que se vivió el Domingo en la rueda de prensa entre Merkel y Sarkozy ante una pregunta de un periodista sobre si confiaban en las medidas que debía adoptar el gobierno de Berlusconi. Ante la pregunta Sarkozy no disimula una sonrisa que viene a decir “esos capullos italianos” y mira a Ángela con aspecto pasota, a ver que castigo se le ocurre a la jefa. Ante esa imagen Berlusconi salió hecho una hidra y emitió un comunicado afirmando que nadie le da lecciones de nada, y que ni Francia ni Alemania son los dirigentes de la Unión ni pueden forzar los compromisos y actitudes de gobiernos elegidos democráticamente. Este cruce de reproches se unió a los que se dirigieron el día anterior Sarkozy y Cameron, y los que ayer nos dirigió Sarkozy a los españoles, etc etc. Como verán, toda una serie de buenas voluntades reunidas por el bien común. En cualquier momento la cumbre europea puede acabar como un combate de boxeo, tirándose unos a otros los papeles, la deuda, los avales y demás cosas que tengan a mano, y allí estará presto el genio de Berlusconi, son sólo para arrojar cosas, sino para retransmitirlo en directo, poner unas azafatas con poca ropa y mucho chocolate belga en su cuerpo y hacer caja del espectáculo. Quién sabe, quizás sea así como deba acabar esto, al paso que va….
Sólo un apunte más sobre este personaje tan grotesco. Hasta ayer, con el gobierno caído y el país en la picota, Berlusconi tuvo tiempo de, ene la negociación de esas medidas urgentes, incluir una medida más para su propio beneficio, relacionada esta vez con asuntos de herencias de cara a la sucesión de su imperio personal y los derechos de su exmujer. Es difícil de creer, pero así es. Y en cierto modo me alegro de que su hundimiento político, que no lo ha conseguido la presión internacional sobre su infame comportamiento público, de viejo verde depravado, asaltacunas y salido, esté a punto de hacerlo algo tan gris, oscuro y vulgar como la insostenible deuda pública italiana. Curioso, como Al Capone, Berlusconi puede caer por la pasta, no por sus delitos.
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