Se han puesto de moda los opúsculos, esos pequeños libros que versan sobre temas variados, especialmente política y economía. De hecho uno entra en una librería y, como dijo ayer uno de los ponentes del acto que ahora les comentaré, le asaltan los imperativos: Comprométete, adáptate, indígnate, movilízate, etc. Al final son épocas, pero siempre queda un sustrato de realidad bajo esas páginas. Viene esto a cuento de que ayer asistí a la presentación de otro de esos pequeños libros que, frente a los anteriores, ofrece un discurso mucho más razonado y técnico, y menos pasional.
El libro se titula “Para desbloquear España” y está escrito por Jordi Sevilla, exministro de Administraciones Públicas durante el primer gobierno de ZP. Sevilla es un señor especial, si se me permite el chiste. Socialista de toda la vida, proveniente del marxismo clásico que, como ayer mismo reconoció, se lo creía de joven, entró en el gobierno socialista con un aura de experto económico, peor fue recolocado en un Ministerio gris, el ministerio de los Ministerios, desde el que se pueden, y deben, hacer muchas cosas importantes para aumentar la productividad, prestigio y calidad del trabajo que día a día se produce desde la administración. Propuso la implantación del plan concilia, la regulación de horarios para adaptarlos a los europeos para tratar de acabar con el infame ritmo que se lleva a cabo en el día a día y medidas destinadas a aumentar la productividad y la profesionalidad de los mandos directivos y el conjunto del personal. Fuera por una u otra causa su gestión fue breve e inconclusa. Apartado del gobierno, y cada vez en posiciones más críticas respecto a la gestión de lo que ya era una crisis evidente, Sevilla ha ido forjando estos últimos años una trayectoria de columnista, pensador y escritor que, desde una óptica de izquierdas, elude el dogmatismo, y trata de encontrar soluciones a la crisis en la que vivimos sin por ello renunciar a sus aspiraciones de justicia social y equidad, pero de una manera lógica y coherente. A mi modo de ver se ha convertido en un intelectual de referencia, de los que hay que seguir, que huye del debate grueso y que razona, expone sus argumentos y que, lejos de salirse con la tangente, se muestra tan indignado como muchos frente a lo que ve, pero no recurre al eslogan fácil, la pancarta y el grito, sino al argumento y el debate. Injustamente muchos le conocen por la frase aquella de explicarle a ZP la economía “en dos tardes” que captó un micrófono indiscreto en la campaña de 2004, pero su talla intelectual está fuera de discusión. En su presentación de ayer hizo un repaso a cómo ve el la situación, y destacó el cansancio que le produce la falta de acuerdos en la política española para afrontar la crisis que vivimos, que no sólo es económica, aunque sea lo más destacado. Habiendo estado en el gobierno y en la ejecutiva de un gran partido como es el PSOE explicó cómo se hacen hoy en día las campañas electorales, cómo lo relevante no es el mensaje y la propuesta, sino la desmovilización del adversario y la búsqueda del eslogan fácil que te permita el gran objetivo. Ganar. No se aspira a gobernar, gestionar y buscar el bien común, sino ganar. Y ese es uno de los principales problemas del sistema actual, el cortoplacismo, la elusión de la realidad, la ganancia rápida del día a día, en política en economía y en todo lo demás.
Animado como estaba oyendo un discurso que me gustaba me atreví, en el tiempo de preguntas, a hacerle una, y fui escogido. Asustado, de pie en la última fila del auditorio, le cuestioné si, ante una coyuntura económica en España tan horrible como la que se avecina, y al probable victoria del PP dentro de un mes, veía concienciados a los dos partidos de la necesidad de unirse, la opción de un gobierno de gran coalición y sí, se diera el caso y fuera llamado, estaría dispuesto a ser Ministro en ese gobierno. Su respuestas fue no, no y no. Dos noes tristes porque no ve esa voluntad de acuerdo…. y un no aliviado porque ansía no regresar a un gobierno.
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