lunes, junio 18, 2012

Elecciones a la francesa


Ayer fue un día de muchas elecciones en todo el mundo. Todos nuestros ojos estuvieron posados en Grecia, donde el resultado parece que, esta vez sí, permite formar un gobierno, además proeuro, por lo que sea del signo que sea estamos mejor que hace unas semanas. También las hubo en Egipto, donde los rumores dan como ganador al candidato islamista, pero como allí siempre gana el ejército, si no le gusta el resultado cambiará las normas y santas pascuas, por lo que interesa más cómo serán los próximos días en el Cairo que el proceso electoral en sí.

Las terceras elecciones, las más aburridas por lo previsible del resultado, eran la segunda vuelta de las legislativas francesas, donde la duda estaba en si los socialistas de Hollande, una vez lograda la presidencia, también alcanzarían el control de la cámara de diputados por mayoría absoluta, porque nadie discutía su prevista victoria. Al final ha sido así, y Hollande tendrá incluso más poder, teórico, que el que disfrutaba Miterrand en los ochenta, aunque cuando vea como su prima de riesgo empieza a subir descubrirá que ese poder es más bien ficticio. Pero donde se ha demostrado que Hollande no tiene poder es, paradojas de la vida, en su propia casa, y ya recién elegido ha protagonizado un espectáculo de faldas en un sentido algo distinto al habitual. Padre de cuatro hijos, todos ellos son fruto de su anterior matrimonio con Segolene Royal, antigua rival por la presidencia frente a Sarkozy (quizás se acuerden de cuando ZP fue a hacer campaña a su favor y aquello de “Segolene, Segolene”). Hace ya algunos años que Hollande se divorció y desde no tantos vive con otra mujer, una madura y muy guapa periodista del Paris Match llamada Valérie Trierweiler, que ha pasado por dos matrimonios con anterioridad. Digamos que desde que ganó las presidenciales Trierweiler es la primera dama y “compite” con Segole Royal, exmujer y madre de los hijos del presidente, por los focos, la relevancia y el prestigio social. El continuo desempeño político de Segolene no deja de hacer que aparezca día sí y día también en los medios, y ha tratado de jugar un papel más relevante desde que su exmarido está en la presidencia. Ya tenemos las piezas del triángulo, y como pueden suponer, en esta relación de pareja teórica con adosada sobra una. ¿Quién? La campaña de estas legislativas volvía a mostrar a Segolene con ambición de poder, posibilidades de revalidar su escaño y volver a jugar un papel en la política francesa, y de paso tirar de los hilos del Elíseo, la Moncloa local para entendernos, aprovechando su papel familiar. Las cosas se le empezaron a torcer cuando un candidato disidente del Partido Socialista francés se presentó para arrebatarle su escaño, y se le pusieron completamente de cara cuando Trierweiler le mandó por twitter un mensaje de apoyo… a ese candidato disidente. A partir de ahí las encuestas giraron, poniendo a Segolene en segundo puesto, y destapando el odio y la batalla que ambas mujeres mantenía, hasta entonces de manera soterrada, por el, en teoría, amor de un hombre y, en la práctica, acceso al poder. Una historia de celos, pasiones, poder y traición digna de los mejores guiones, aderezado todo ello del gusto francés para vestir y ostentar en base a la imagen personal.

Como se supo ayer tras el recuento de votos, la perdedora de esta intriga palaciega ha sido Segolene, que no ha revalidado su escaño en la Rochelle, norte del país, y se enfrenta al ocaso de su carrera política sin alcanzar ninguno de los objetivos previstos. En las últimas semanas Segolene no ha cesado en proclamar su inocencia moral y el que se siente víctima de una conspiración que trata de acabar con ella. Tiene razón, y la conspiración ha triunfado. Y todo esto en las primeras semanas de mandato del pobre François, que parece la antítesis de Sarkozy en todo, ya que si aquel consiguió que Carla Bruni se bajara de sus tacones éste no logra que sus mujeres dejen de pegarse delante de las cámaras….oh, la gauche divine…..

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