Ayer fue un día muy intenso en lo literario, y que me
gustaría comentar como es debido. Y es que un Premio
Príncipe de Asturias a Philip Roth y la
muerte de Ray Bradbury se merecen todo el espacio del mundo, pero hoy se
toma en España una decisión de enorme trascendencia y, antes de que se
produzca, deseo expresar claramente cual es mi postura y, con ello, animar al
gobierno a que la siga, por su propio bien y, sobre todo, en beneficio del
país. Y es que hoy se nombra al Gobernador del Banco de España en sustitución
de MAFO.
En estos momentos la institución, el Banco de España,
atraviesa una de las peores crisis de su historia. Su prestigio se encuentra completamente
arruinado y su imagen es desastrosa, ya que tras el derrumbe de Bankia se ha
comprobado que, o bien por omisión, o por acción frenada por superiores
jerárquicos o políticos, la labor de supervisión e inspección de la entidad ha
sido completamente anulada. Y en medio del desastre financiero que estamos
viviendo el papel del Banco de España es fundamental, prioritario, decisivo.
Por ello el nombrar al gobernador, que siempre es un acto importante, se
convierte hoy mismo en la prueba de hasta que punto el gobierno está dispuesto
a dejar a un lado sus intereses políticos y personales y opta por hacer lo que
debe en momentos tan cruciales como los presentes. Cuatro son los candidatos
que han sonado en las quinielas. El primero es Luis Linde, el más deseado por
el Ministro de Economía Luís de Guindos. Nombrado hace pocas semanas Consejero
de la institución, tiene un bajo perfil y escasa experiencia en la materia. Su
principal baza es que, con 67 años, dejaría el cargo dentro de tres, por lo que
permitiría al PP realizar otro nombramiento a una persona que le dejaría
durante ocho años al mando de la institución, controlando así el banco caiga el
PP o no del gobierno. No debe ser escogido. Un segundo nombre es el de Fernando
Bécker, actualmente en el consejo de Iberdrola. Por afinidad personal es el
candidato favorito de Mariano Rajoy. No posee experiencia en la materia y
sería, de los cuatro, la peor elección posible, al ser la más sesgada
políticamente y menos técnica. El tercer candidato es Antonio Saínz de Vicuña,
actualmente responsable de asuntos legales del BCE. De formación jurista, posee
poca experiencia en materia económica y monetaria, pese a que tiene buenos
contactos en la entidad de Frankfurt. Es un candidato bien visto por el
gobierno, especialmente tras lo sucedido en el pasado Verano, donde se rumorea
que fue Vicuña quien filtró a Rajoy la carta que el BCE mandó a Zapatero con
sus exigencias, entre otras de reforma constitucional, para ofrecer apoyo en el
mercado de deuda. Escogerle sería un mal menor por la imagen del candidato,
pero un fallo por su falta de conocimiento en la materia propiamente económica.
El cuarto candidato es José Manuel González Páramo, hasta hace pocas semanas
representante español en el Consejo de Gobierno del BCE. Dotado de una amplia
experiencia en política monetaria, puesta en práctica y valor a lo largo de
estos años, y poseedor de los mejores contactos posibles en Frankfurt, Bruselas
y Berlín, González Páramos no es sólo el candidato natural a ocupar esa plaza,
sino el mejor, y de hecho el único de entre los disponibles capaz de cumplir
los requisitos necesarios para afrontar, al menos en condiciones, la larga
travesía que le espera a la institución de la plaza de Cibeles. Es el candidato
del BCE, Berlín y la Comisión Europea, y es visto con recelo desde el gobierno.
Y obviamente debe ser el escogido.
Además, y desde ese puesto, González Páramo no sólo debe
llevar a cabo la reforma financiera y el control de las entidades, sino que muy
probablemente actúe como el Comisario puesto por Bruselas para tutelar las
reformas y el conjunto de la política económica de España, dado el rescate
financiero al que nos dirigimos, preludio de la más que probable intervención
plena del país. Como le he señalado a mucha gente, él es “nuestro Monti”,
nuestro tecnócrata, que sería investido de poder y mando en caso de derrumbe
del gobierno. Tenerlo en el Banco de España sería colocarlo de manera óptima en
el puesto de supervisor general sin que hubiera necesidad de cambiar gobierno alguno.
Que sea anunciado hoy y nombrado mañana.
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