Es difícil buscar luces en medio de las sombras que
atravesamos, pero es más necesario que nunca, no sólo para constatar lo obvio,
que en España no todo es un desastre, sino también para cargarse de moral y
buscar ejemplos donde poder encontrar vías de salida. En estos casos la receta
siempre es la misma. Esfuerzo, trabajo, sacrificio y entrega, todo ello
combinado con una visión audaz y un toque de suerte, justo la necesaria para
sobrevivir al principio del negocio y que permita que todos esos factores den
sus frutos. Y pese al erial patrio, hay donde cosechar, y en abundancia.
Ayer se hizo público que Amancio
Ortega, creador y dueño de Inditex, ya es el hombre más rico de Europa, con
una fortuna estimada en 39.500 millones de euros, otra de esas cifras
imposibles de comprender, pero para que se hagan una idea de su tamaño, es aún
mayor que el agujero de Bankia, lo que la eleva a los altares de lo muy grande.
Ortega ha superado en esta envidiable, sobre todo para nosotros, clasificación a
un sueco llamado Ingvar Kamprad. Si tiene la sensación de que ese nombre les
suena a cómoda de pasillo o a flexo de oficina no andan desencaminados, porque
es el dueño de IKEA. Así que parece que, por ahora, resulta más rentable vestir
a las personas que a los pisos en los que habitan, pero entre vestimentas,
modas y juegos de colores anda el negocio de ambos. Ortega, con este último
ascenso, se ha convertido en la cuarta persona más rica del mundo, tras el
mejicano Carlos Slim y los norteamericanos Bill Gates y Warren Buffet., que
fíjese si tendrán pasta que el corrector ortográfico del Word en castellano no
marca sus anglosajones nombre como falta de ortografía. La subida de Amancio en
la lista de megamillonarios se deriva del aumento de la cotización de su
empresa, que no deja de subir en bolsa tras cada presentación de resultados,
que bate previsiones año tras año. La
última vez fue hace dos días, en los que presento los datos correspondientes al
trimestre fiscal de febrero a abril, y dejó alucinado a todo el mundo. Ganó
en ese periodo 432 millones de euros, un 30% más de lo que preveían los
analistas y elevó sus ventas un 15% interanual hasta los 3.415 millones de
euros. Lo dicho, en medio de la desolación Inditex no deja de crecer. La subida
bursátil asociada al valor lo ha puesto en valor cotizado por encima de los
grandes bancos y, día sí y día no, arrebata a Telefónica el puesto como valor
más importante del Ibex 35 por capitalización. Expandida por todo el mundo,
abriendo locales semana tras semana, diversificada, moderna y atractiva,
Inditex es la historia de éxito más fulminante, potente y real que jamás haya
visto yo en una empresa española, y se ha dado en un periodo de tiempo no tan
dilatado. La moda y las tiendas de ropa son un sector que me repele, por lo que
hablo de oídas, pero en los ochenta asociaba esos negocios a los italianos, y
me parecía que Benetton era el arquetipo de la tienda de ropa global. Hoy es
Inditex y sus marcas (Zara, Bershka, Pull & Bear, Stradivarius, etc) la que
se sitúa como líder planetario, y otras cadenas internacionales como la sueca
H&M o la irlandesa Primark son las que se fijan en ella para seguir sus
pasos. No se debe olvidar en el Zaraéxito el papel de Pablo Isla, consejero
delegado de la empresa, el ejecutivo mejor pagado de España, pero que se gana
su sueldo, no como muchos otros. Un profesional como la copa de un pino gallego
que gestiona el negocio con seriedad, eficiencia y compromiso de calidad, sin
buscar pelotazos fáciles ni argucias financieras para enmascarar su
incompetencia. Con un grupo de “Islas” sacábamos a este país del desastre en el
que está sumido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario