viernes, junio 15, 2012

Vender trapitos es un buen negocio


Es difícil buscar luces en medio de las sombras que atravesamos, pero es más necesario que nunca, no sólo para constatar lo obvio, que en España no todo es un desastre, sino también para cargarse de moral y buscar ejemplos donde poder encontrar vías de salida. En estos casos la receta siempre es la misma. Esfuerzo, trabajo, sacrificio y entrega, todo ello combinado con una visión audaz y un toque de suerte, justo la necesaria para sobrevivir al principio del negocio y que permita que todos esos factores den sus frutos. Y pese al erial patrio, hay donde cosechar, y en abundancia.

Ayer se hizo público que Amancio Ortega, creador y dueño de Inditex, ya es el hombre más rico de Europa, con una fortuna estimada en 39.500 millones de euros, otra de esas cifras imposibles de comprender, pero para que se hagan una idea de su tamaño, es aún mayor que el agujero de Bankia, lo que la eleva a los altares de lo muy grande. Ortega ha superado en esta envidiable, sobre todo para nosotros, clasificación a un sueco llamado Ingvar Kamprad. Si tiene la sensación de que ese nombre les suena a cómoda de pasillo o a flexo de oficina no andan desencaminados, porque es el dueño de IKEA. Así que parece que, por ahora, resulta más rentable vestir a las personas que a los pisos en los que habitan, pero entre vestimentas, modas y juegos de colores anda el negocio de ambos. Ortega, con este último ascenso, se ha convertido en la cuarta persona más rica del mundo, tras el mejicano Carlos Slim y los norteamericanos Bill Gates y Warren Buffet., que fíjese si tendrán pasta que el corrector ortográfico del Word en castellano no marca sus anglosajones nombre como falta de ortografía. La subida de Amancio en la lista de megamillonarios se deriva del aumento de la cotización de su empresa, que no deja de subir en bolsa tras cada presentación de resultados, que bate previsiones año tras año. La última vez fue hace dos días, en los que presento los datos correspondientes al trimestre fiscal de febrero a abril, y dejó alucinado a todo el mundo. Ganó en ese periodo 432 millones de euros, un 30% más de lo que preveían los analistas y elevó sus ventas un 15% interanual hasta los 3.415 millones de euros. Lo dicho, en medio de la desolación Inditex no deja de crecer. La subida bursátil asociada al valor lo ha puesto en valor cotizado por encima de los grandes bancos y, día sí y día no, arrebata a Telefónica el puesto como valor más importante del Ibex 35 por capitalización. Expandida por todo el mundo, abriendo locales semana tras semana, diversificada, moderna y atractiva, Inditex es la historia de éxito más fulminante, potente y real que jamás haya visto yo en una empresa española, y se ha dado en un periodo de tiempo no tan dilatado. La moda y las tiendas de ropa son un sector que me repele, por lo que hablo de oídas, pero en los ochenta asociaba esos negocios a los italianos, y me parecía que Benetton era el arquetipo de la tienda de ropa global. Hoy es Inditex y sus marcas (Zara, Bershka, Pull & Bear, Stradivarius, etc) la que se sitúa como líder planetario, y otras cadenas internacionales como la sueca H&M o la irlandesa Primark son las que se fijan en ella para seguir sus pasos. No se debe olvidar en el Zaraéxito el papel de Pablo Isla, consejero delegado de la empresa, el ejecutivo mejor pagado de España, pero que se gana su sueldo, no como muchos otros. Un profesional como la copa de un pino gallego que gestiona el negocio con seriedad, eficiencia y compromiso de calidad, sin buscar pelotazos fáciles ni argucias financieras para enmascarar su incompetencia. Con un grupo de “Islas” sacábamos a este país del desastre en el que está sumido.

Si tengo que hacer un reproche a Amancio, porque no todo van a ser elogios en la vida, es que su éxito mundial es uno de los principales contribuyentes de que las principales calles de todo el mundo sean clónicas unas de otras, y de que las tiendas de sus marcas se hayan hecho con el espacio comercial de los centros urbanos en todas partes. Pasear por el tramo central de la Gran Vía en Madrid, como en medio mundo, es ir saltando de tienda en tienda de Inditex, lo que es una muestra de su más absoluto poderío comercial, de su éxito y de, también, su dictadura. Desde la pequeña localidad gallega de Arteixo Amancio Ortega ha conquistado el mundo, y eso tiene un mérito tan inmenso como difícil de entender.

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