jueves, junio 14, 2012

La guerra económica a pie de calle


Es bueno informarse de la actualidad, saber como evolucionan las variables macro, enterarse que si, como pasó ayer por la noche, Moodys nos baja tres puestos en la calificación de la deuda eso es malo, y que dejarnos al nivel de bono basura tarde o temprano hará un poco más basura nuestra vida privada, pero no debemos olvidar, y menos aun los gestores y responsables, que más allá de esas cifras, la economía real la componen miles de empresas, grandes, medianas o minúsculas, que luchan día a día por sobrevivir, y en ellas se encuentran los millones de españoles que tienen trabajo, sueñan con no perderlo, y se desviven día a día para conservarlo.

Salí ayer muy tarde de la oficina, a eso de las 21, y en el primer viaje de metro camino a casa oí la conversación de dos chicas de mediana edad. También habían salido del trabajo entonces, de alguna oficina sita en los alrededores de mi edificio, de un trabajo con jornada parcial de tarde de 14 a 20 que casi siempre llegaba hasta las 21, y la más cercana a mi le comentaba a su compañera que cuando llegara a casa tenía que hacer la cena, acostar al niño, limpiarlo todo y un montón de cosas más que no le iban a dejar acostarse al menos hasta la 1 o 2 de la mañana, y luego a las 6 arriba, porque después de estar un rato con el niño y llevarlo a casa de su madres, por la mañana limpiaba en dos casas, desde hace algún tiempo ya, desde que a su novio le echaron del trabajo y se quedaron sin su sueldo, y sin un ingreso extra no había manera de pagar ni el piso ni los pañales ni los potitos ni nada de todo eso…... Tenía la cara de estar agotada, y así lo reflejaba su tono de voz, pero su intención era no desfallecer. “Él”, supongo que el novio, sigue buscando, pero no encuentra nada. Esta semana está en Barcelona a ver si allí hay más suerte, pasando las noches en casa de una tía, pero tengo unas ganas de que venga el fin de semana y pueda ayudarme a descansar…. Su compañera asentía, tratando de entenderla y apoyarla, y por los pocos comentarios que hacía era obvio que su situación personal era algo mejor. Cuando la chica se bajó en la parada anterior a la mía, ambas se dieron un abrazo suave, sentido, pero sin aspavientos, se dijeron hasta mañana y la chica cruzó la puerta del vagón apresurada, camino de las escaleras mecánicas, mientras que su compañera se deslizó hacia otra esquina, saliendo de mi ángulo visual y, por tanto, sin que yo pudiera ver su rostro y saber con qué expresión se había quedado tras la marcha de su compañera, aunque supongo que nada parecido a la alegría cruzaría por su mente y expresión. Me bajé en la siguiente parada y puede ver la espalda de la compañera, puede que absorta en sus pensamientos, pensando que probablemente ya nunca me iba a cruzar más en la vida ni de ella ni de su compañera, ni iba a saber si “Él” habría encontrado trabajo esta semana, o la que viene, o cómo la amiga se las arreglaba para descansar algo por la noche entre los lloros del niños, el agotamiento físico y la incertidumbre de cómo van a salir de esta situación, como van a pagarlo todo. Imagino que sus sueños serán poco reparadores, y más cercanos a las pesadillas, y que sus fines de semana, en compañía, servirán para dormir, estar quieta en casa, descansar, dar de comer al niño y pensar en cómo su vida ha llegado a ser así.

Esa chica, pensaba cuando avanzaba en mi viaje camino a casa, era el reflejo de la crisis en España, pero el reflejo de verdad. El de muchos miles de personas que trabajan día a día dejándose la piel por los suyos, por los que quieren, por los que aman, ganando cada vez menos y sufriendo cada vez más, que callados se desviven para llegar al final de una jornada cada vez más larga y depresiva, y que llegada la noche en su casa dan gracias por el mal día que han tenido, porque saben que la alternativa es aún peor. Si salimos de esta será por el inmenso, impagable, esfuerzo de personas como esa chica a la que puede oír ayer, que supongo que a estas horas ya estará camino de su primer trabajo del día…..

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