Es bueno informarse de la actualidad, saber como evolucionan
las variables macro, enterarse que si, como pasó ayer por la noche, Moodys
nos baja tres puestos en la calificación de la deuda eso es malo, y que
dejarnos al nivel de bono basura tarde o temprano hará un poco más basura
nuestra vida privada, pero no debemos olvidar, y menos aun los gestores y
responsables, que más allá de esas cifras, la economía real la componen miles
de empresas, grandes, medianas o minúsculas, que luchan día a día por
sobrevivir, y en ellas se encuentran los millones de españoles que tienen
trabajo, sueñan con no perderlo, y se desviven día a día para conservarlo.
Salí ayer muy tarde de la oficina, a eso de las 21, y en el
primer viaje de metro camino a casa oí la conversación de dos chicas de mediana
edad. También habían salido del trabajo entonces, de alguna oficina sita en los
alrededores de mi edificio, de un trabajo con jornada parcial de tarde de 14 a 20 que casi siempre
llegaba hasta las 21, y la más cercana a mi le comentaba a su compañera que
cuando llegara a casa tenía que hacer la cena, acostar al niño, limpiarlo todo
y un montón de cosas más que no le iban a dejar acostarse al menos hasta la 1 o
2 de la mañana, y luego a las 6 arriba, porque después de estar un rato con el
niño y llevarlo a casa de su madres, por la mañana limpiaba en dos casas, desde
hace algún tiempo ya, desde que a su novio le echaron del trabajo y se quedaron
sin su sueldo, y sin un ingreso extra no había manera de pagar ni el piso ni
los pañales ni los potitos ni nada de todo eso…... Tenía la cara de estar
agotada, y así lo reflejaba su tono de voz, pero su intención era no
desfallecer. “Él”, supongo que el novio, sigue buscando, pero no encuentra
nada. Esta semana está en Barcelona a ver si allí hay más suerte, pasando las
noches en casa de una tía, pero tengo unas ganas de que venga el fin de semana
y pueda ayudarme a descansar…. Su compañera asentía, tratando de entenderla y
apoyarla, y por los pocos comentarios que hacía era obvio que su situación
personal era algo mejor. Cuando la chica se bajó en la parada anterior a la
mía, ambas se dieron un abrazo suave, sentido, pero sin aspavientos, se dijeron
hasta mañana y la chica cruzó la puerta del vagón apresurada, camino de las
escaleras mecánicas, mientras que su compañera se deslizó hacia otra esquina,
saliendo de mi ángulo visual y, por tanto, sin que yo pudiera ver su rostro y
saber con qué expresión se había quedado tras la marcha de su compañera, aunque
supongo que nada parecido a la alegría cruzaría por su mente y expresión. Me
bajé en la siguiente parada y puede ver la espalda de la compañera, puede que
absorta en sus pensamientos, pensando que probablemente ya nunca me iba a
cruzar más en la vida ni de ella ni de su compañera, ni iba a saber si “Él”
habría encontrado trabajo esta semana, o la que viene, o cómo la amiga se las
arreglaba para descansar algo por la noche entre los lloros del niños, el
agotamiento físico y la incertidumbre de cómo van a salir de esta situación,
como van a pagarlo todo. Imagino que sus sueños serán poco reparadores, y más
cercanos a las pesadillas, y que sus fines de semana, en compañía, servirán
para dormir, estar quieta en casa, descansar, dar de comer al niño y pensar en
cómo su vida ha llegado a ser así.
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