A la una y nueve minutos de la mañana, en medio del sueño o
desvelo de muchos, ha empezado el verano de 2012, la estación que más días
dura. Esta ha sido la noche más corta del año y el día que empezó hace ya
algunas horas será el más largo, empezando a acortar las jornadas a partir de
mañana, muy muy despacio al principio y más deprisa a partir de mediados de
Agosto. Hoy a las dos de la tarde hora española el sol alcanzará el punto más
alto sobre el horizonte de todo el año, y parecerá que quiere irse, alejarse de
nosotros y nuestros mundanos problemas. Pero no, bajará como siempre lo ha
hecho.
Para ser inicio del verano la actualidad no puede venir más
cargada: Legalización de Sortu por parte del Tribunal Constitucional, subasta
de bonos del Tesoro a tres y cinco años, publicación de los importes que los
auditores independientes han elaborado sobre las necesidades de
recapitalización de la banca, nueva toma de los militares egipcios del control
del país y retraso en la publicación de los resultados de las presidenciales…
un momento, dirán muchos. “No, no y no, hoy empieza el verano, y quiero huir de
todo eso” quiero evadirme, quiero un rato esta mañana en la oficina, haciendo
recados, mirando por la ventana, en al cola del INEM, o donde esté, pensar en
qué voy a hace este verano, qué planes tengo. El verano es la época de los
planes, diferentes cada año habitualmente, frente a septiembre o enero, que son
los momentos para los propósitos, reiterativos un año tras otro. Y creo que
otra gran diferencia entre ambos momentos es que si nunca conseguimos aprender
inglés como es debido, o durar en el gimnasio dos días más de los que incluía
el bono de la oferta, o llegar si quiera a la mitad de la absurda colección que
el quiosquero nos ha recomendado, los planes del verano suelen acabar siendo
realizados, quizás no con el empeño e intensidad soñados, pero se logran
ejecutar. Si hay un momento pensado para el disfrute, el relax, la
contemplación, el descanso, ese es el verano, y pese a que cada año las ofertas
de ocio se multiplican, y uno tiene la sensación de que ir de vacaciones se
está convirtiendo en algo tan estresante como ir a trabajar, no es difícil que
logremos unos cuantos días en los que no hacer mucha cosa, o sí, pero de las
que nos gustan, relajan y permiten que al atardecer de la jornada estemos más
contentos que al amanecer, justo al contrario de lo que nos pasa el resto del
año. Uno ve las ofertas de viajes, calendarios de excursiones, decenas de
páginas llenas de información exhaustiva sobre lo que resulta “imprescindible”
para ver en cualquier localidad de, pongamos, trescientos habitantes, y a veces
piensa que ni los mayores expertos en arte occidental serían capaces de
estudiar al detalle el contenido de algunas guías de viaje. En medio de esos
viajes, uno se encuentra atropellado muchas veces por esas riadas de turistas
organizados que son llevados en tropel de un lado a otro, mostrando una variada
colección de erupciones solares, llagas y ampollas en sus casi siempre desnudos
pies, y no puede dejar de expresar al verles un sentimiento de admiración por
su aguante y lástima por su sufrimiento, un poco menor del que uno lleva tras
varios días de caminatas igualmente agotadoras, pero sin guía. ¿Descansarán
esas personas? ¿Sobrevivirá su cuenta corriente a los precios “típicos” de los
lugares “típicos”? ¿Tendrán un recuerdo del viaje o será su podólogo el que
logre averiguar todos los detalles del mismo?
En todo caso, seguro que ustedes hoy, cuando lean que ya es
verano se guro que se fijan sobre todo en el término “ya” y piensan en un
extenso y profundo “por fin….” Estando como se encuentra España en un estado de
postración económica, moral y existencial como no se ha visto en muchas décadas
quizás sea este año más necesaria que nunca la escapada, la búsqueda del
descanso, el dejar atrás durante un momento, aunque sean sólo unas horas, esta
pesadilla en la que nos hemos metido, y huir de la prima de riesgo a un lugar seguro,
familiar o no. Preparen sus planes, empiecen a construir sus sueños de aventura
y placer, llénenlos de ilusiones, y ojala que se cumplan en su totalidad.
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