viernes, junio 22, 2012

Óliver y Benji, auditores


Ayer por la tarde, en el edificio donde trabajo, diecisiete pisos bajo los pies de mi oficina, se presentaron las auditorías que Roland Berger y Oliver Wyman, los Óliver y Benji de los que hacían gracias los medios desde hace algunas jornadas, han hecho al sistema financiero español para determinar cuáles son las cantidades necesarias para recapitalizarlo. Fue una de esas tardes en las que había bastante más prensa que empleados en este edificio, y la expectativa debió ser tan internacional que aquello me supongo era una muestra de medios y periodistas de todo el mundo, literalmente.

Buscando la cifra redonda, y en el peor de los escenarios contemplados, son 62.000 millones de euros los que se necesitan para tapar los agujeros de la crisis. No me he leído los informes, pero supongo que la metodología para elaborarlos habrá sido muy similar a la de los famosos stress test de hace un par de años (y esperemos que sirvan para algo más). En esencia se trata de confeccionar un Excel en el que se anotan las variables del sistema financiero (créditos concedidos, provisiones, moras, activos, valores de participadas, dividendos, etc) y se empieza a jugar suponiendo que el riesgo aumenta, la mora crece y demás, viendo así como las necesidades de capital calculadas en el escenario de partida, el vigente, aumentan en función de los supuestos que se hagan, más o menos graves. Es similar a si ustedes se sientan una tarde en casa, abren un Excel y empiezan a anotar sus ingresos mensuales y sus gastos, viendo lo que les queda, o deben, a final de mes, y a partir de ahí plantean “escenarios”. Supongan que les bajan el sueldo un 10%, qué consecuencias tendría en su balance? O que les empieza a doler una muela y, tras la visita al simpático dentista, les empieza a doler la cartera con el presupuesto que les ha hecho, o que la gasolina baja un 3% este verano, y así empezarían a retorcer a sus propios datos y verían hasta que punto su presupuesto personal puede soportar una coyuntura más o menos mala. Para realizar este tipo de ejercicio son necesarias dos cosas muy importantes. La primera es que los supuestos de stress sean plausibles. Es decir, si ustedes estiman el impacto que les supondría que les toque la primitiva me temo que se están haciendo trampas. Tampoco es lógico pensar que un terremoto destruirá su casa hipotecada y con ella todos sus bienes, porque aunque pase es algo tan improbable que no merece la pena considerar. La otra condición, la más importante de todas, es ser veraz con uno mismo y no engañarse. A la hora de poner los datos hay que ponerlos todos y con sus valores reales. No sirve eso de… “bueno, pago 50 euros al mes de gimnasio, pero eso tampoco es tanto, así que no merece la pena ponerlo” o “no, a mi no me van a echar, por lo que los ingresos son seguros” o cosas así. Esta es la peor de las políticas, porque sólo sirve para engañarnos a nosotros mismos, obtener un resultado falseado que nos da una imagen ilusoria de cumplimiento y hacer que un supuesto ejercicio de sinceridad y seriedad financiera acabe convertido en un inútil cuento de hadas. Por lo tanto, sea sincero y no se engañe. Este gran pecado fue el cometido en los pasados test de stress por parte de las entidades financieras, porque seguían pensado que sus pisos y suelos valían tropeceintosmil millones de euros cuando valen muchísimo menos, y este engaño, que dio unos test con resultados maravillosos, sólo sirvió para que nadie se creyera sus cuentas. Fue un fracaso. De ahí la gran inestabilidad en el sector, los miedos, la huída hacia adelante y la necesidad de contratar a Oliver y Benji, unos chicos de fuera, para que nos examinen.

¿Y esta vez el ejercicio está bien hecho y es útil para despejar dudas? Pues sí y pues no. Como no me lo he leído y, aún así, no soy un experto financiero, no puedo entrar en detalles técnicos sobre las cifras y conclusiones, pero a mi ese entorno de 60.000 millones me parece escaso, muy escaso, pensando que sólo Bankia pide 19.000 millones ella sola. Veo que hay personas que saben más que yo que también opinan que esas cifras de los auditores son, como mínimo, confusas, por lo que tocará esperar y ver que se saca en claro de todo esto. Lo malo es que no hay tiempo y el rescate hay que aceptarlo ya. En fin, que Oli y Benji ya han cobrado, dos millones de euros, y ahora toca saber si su trabajo será tan útil como es necesario.

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