Ayer por la tarde, en el edificio donde trabajo, diecisiete
pisos bajo los pies de mi oficina, se
presentaron las auditorías que Roland Berger y Oliver Wyman, los Óliver y
Benji de los que hacían gracias los medios desde hace algunas jornadas, han
hecho al sistema financiero español para determinar cuáles son las cantidades
necesarias para recapitalizarlo. Fue una de esas tardes en las que había
bastante más prensa que empleados en este edificio, y la expectativa debió ser
tan internacional que aquello me supongo era una muestra de medios y
periodistas de todo el mundo, literalmente.
Buscando la cifra redonda, y en el peor de los escenarios
contemplados, son 62.000 millones de euros los que se necesitan para tapar los
agujeros de la crisis. No me he leído los informes, pero supongo que la
metodología para elaborarlos habrá sido muy similar a la de los famosos stress
test de hace un par de años (y esperemos que sirvan para algo más). En esencia
se trata de confeccionar un Excel en el que se anotan las variables del sistema
financiero (créditos concedidos, provisiones, moras, activos, valores de
participadas, dividendos, etc) y se empieza a jugar suponiendo que el riesgo aumenta,
la mora crece y demás, viendo así como las necesidades de capital calculadas en
el escenario de partida, el vigente, aumentan en función de los supuestos que
se hagan, más o menos graves. Es similar a si ustedes se sientan una tarde en
casa, abren un Excel y empiezan a anotar sus ingresos mensuales y sus gastos,
viendo lo que les queda, o deben, a final de mes, y a partir de ahí plantean
“escenarios”. Supongan que les bajan el sueldo un 10%, qué consecuencias
tendría en su balance? O que les empieza a doler una muela y, tras la visita al
simpático dentista, les empieza a doler la cartera con el presupuesto que les
ha hecho, o que la gasolina baja un 3% este verano, y así empezarían a retorcer
a sus propios datos y verían hasta que punto su presupuesto personal puede
soportar una coyuntura más o menos mala. Para realizar este tipo de ejercicio
son necesarias dos cosas muy importantes. La primera es que los supuestos de
stress sean plausibles. Es decir, si ustedes estiman el impacto que les
supondría que les toque la primitiva me temo que se están haciendo trampas.
Tampoco es lógico pensar que un terremoto destruirá su casa hipotecada y con
ella todos sus bienes, porque aunque pase es algo tan improbable que no merece
la pena considerar. La otra condición, la más importante de todas, es ser veraz
con uno mismo y no engañarse. A la hora de poner los datos hay que ponerlos
todos y con sus valores reales. No sirve eso de… “bueno, pago 50 euros al mes
de gimnasio, pero eso tampoco es tanto, así que no merece la pena ponerlo” o
“no, a mi no me van a echar, por lo que los ingresos son seguros” o cosas así.
Esta es la peor de las políticas, porque sólo sirve para engañarnos a nosotros
mismos, obtener un resultado falseado que nos da una imagen ilusoria de cumplimiento
y hacer que un supuesto ejercicio de sinceridad y seriedad financiera acabe
convertido en un inútil cuento de hadas. Por lo tanto, sea sincero y no se
engañe. Este gran pecado fue el cometido en los pasados test de stress por
parte de las entidades financieras, porque seguían pensado que sus pisos y
suelos valían tropeceintosmil millones de euros cuando valen muchísimo menos, y
este engaño, que dio unos test con resultados maravillosos, sólo sirvió para
que nadie se creyera sus cuentas. Fue un fracaso. De ahí la gran inestabilidad
en el sector, los miedos, la huída hacia adelante y la necesidad de contratar a
Oliver y Benji, unos chicos de fuera, para que nos examinen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario