viernes, junio 29, 2012

Jugársela todo a una carta


Pasa muchas veces en la vida, y pese a que es injusto, es así como parece que suceden las cosas habitualmente. Años de esfuerzo, trabajo, sacrificio, entrega, y es en el último instante del proyecto cuando todo se juega, cuando de una pregunta mal contestada en un examen se pierde la plaza por la que se estaba opositando, cunado una negociación fallida trunca el sueño de una Unión Europea (esperemos que no suceda eso hoy) o de la puesta en marcha errónea de una maquinaria se frustra un proyecto de inversión ambicionado desde hace tiempo. Es normal, frustrante quizás, injusto seguro, pero es normal.

Como de los riesgos de la cumbre europea de Bruselas les vana hablar mucho y bien hoy y el resto del fin de semana, voy a comentarles otra situación excepcional que se acerca y que también se la juega todo al final, a una sola carta. Como sabrán si leen habitualmente este blog (gracias, gracias, gracias!!!! Muac!!!!) comenté a finales de 2011 que lo que más ilusión me hacía de este 2012 era la llegada, en verano, de la sonda MSL de la NASA a Marte, el robot Curiosity. Bien, 2012 avanza, mañana llegamos a la mitad, demostrando que las previsiones de que iba a ser un mal año se están quedando muy cortas, y Curiosity se acerca a Marte a toda velocidad, tanto es así que su aterrizaje sobre la superficie marciana está previsto para el 5 de Agosto, dentro de poco más de un mes. Despegue y aterrizaje son los momentos más delicados de una misión espacial, porque es cuando toda la tecnología y pericia de la tripulación o del control de vuelo es requerida hasta su máximo desempeño. En el envío de sondas marcianas, dada la distancia de la tierra, una media de siete minutos luz, es imprescindible automatizar todo el proceso, de tal manera que una vez puesto en marcha ya no hay posibilidad ni de corrección ni de supervisión desde la tierra. Sabremos que Curiosity ha entrado en órbita marciana y, si todo va bien, le “oiremos” cuando ya esté en el suelo. En comparación a los anteriores vehículos mandados a Marte, Curiosity es inmenso. El primero de ellos, el Pathfinder, no era mucho mayor que un microondas. Los gemelos Spirit y Oportunity tenían las dimensiones de un cortacésped, y este nuevo vehículo pesa mucho más y alcanza el tamaño de un coche pequeño. En los casos anteriores las dimensiones y peso de los vehículos permitían hacer un aterrizaje a lo bruto, en el que la sonda iba protegida dentro de un caparazón que, rodeado de globos a la manera de airbags, era frenado antes de tocar la superficie del planeta y luego arrojado sobre ella. Los globos amortiguaban el impacto de la caída y el conjunto iba rodando hasta que se paraba del todo, se desinflaban los globos, el caparazón se abría y al sonda abandonaba su “nave2 y empezaba a deambular por el planeta. Esta vez ese procedimiento de aterrizaje no es válido por dos razones. Una es que la sonda pesa mucho más que las anteriores, y dada la escasa densidad de la atmósfera marciana, aun usando grandes paracaídas, la velocidad de impacto sería muy elevada, y por tanto se requerirían globos inmensos que no está claro que, aún así, garantizasen una amortiguación efectiva. La otra es que si uno quiere tener una cierta precisión respecto al punto de caída, el rodar como un loco sobre los globos elimina toda posibilidad de acierto. La NASA calculo en una simulación que una aterrizaje de este tipo para Curiosity requeriría unos doce kilómetros de superficie plana hasta que la sonda se parase quieta. Demasiado sitio y muy aburrido para aprovechar la tecnología de la sonda.

Para evitar todo esto la NASA ha diseñado un sistema de descenso en múltiples fases que, visto en su conjunto, es tan deslumbrante como aterrador, porque la posibilidad de que algo falle en cada uno de esos procesos implica que todo el conjunto se estrella sin remisión sobre Marte y todo se va a la porra. Se han calculado en siete minutos, siete, los que tardará la sonda en llevar a cabo todo ese proceso, en los que si algo falla, toda la misión, todo el esfuerzo, se convertirá un montón de chatarra en medio de un valle marciano. NASA ha recreado toda la secuencia con comentarios de los expertos de la misión en un interesante video llamado (no sólo pensé yo en esa idea) siete minutos de terror. Véanlo, y piensen que no es una película, sino una descripción de lo que debiera pasar dentro de un mes a millones de kilómetros de aquí. Crucemos los dedos.

El Lunes me lo cojo festivo. Hasta el martes 3 de Julio, disfruten del verano.

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